Erchitu

El Erchitu es una criatura legendaria de la tradición popular de Cerdeña. Es una figura recurrente en las antiguas leyendas de Barbagia (área montañosa del interior de Cerdeña), según las cuales un hombre que ha cometido un gran pecado, por sortilegio, se puede convertir en las noches de luna llena en un buey blanco con dos grandes cuernos de acero, que vaga por las calles del pueblo escoltado por demonios.

Esta criatura se para en frente de una casa y muge tres veces: su mugido lo escuchan todos los habitantes del pueblo y, según la tradición, el dueño de aquella casa es sentenciado (en dialecto sardo: "sentenziadu"), es decir, condenado a morir a lo largo de ese año.

Normalmente el Erchitu volvía a su forma humana automáticamente al amanecer, pero según otras versiones si quería volver a su forma humana tenía que revolcarse frente a tres iglesias o frente a un cementerio; parece que este rito era una especie de tributo que tenían que pagarle a los dioses para que permitiese al afectado recuperar su forma humana. Para que fuese liberado del sortilegio, sin embargo, se tienen que cortar los grandes cuernos de acero (que según la tradición eran capaces de curar las molestias del bazo).

Dependiendo de los pueblos, al Erchitu se le conoce por diferentes nombres: en Orgosolo se le conoce como Voe travianu, en Ollolai, Voe mulinu, en Mamoiada y Lula, Boe muliache, en Benetutti su voe corros de attalzu (el buey de los cuernos de acero) y, en Buddusò, su oe mudulu.

Cimino, poeta nacido en Bitti en el siglo XVII, lo describía así:
Me aparece transformado en Erchitu,
cuando estaba vivo, en una noche fría,
se convirtió en un buey con gorro en la cabeza,
aún todavía le temo.
Id, id, venid aquí,
pero de objetos benditos cubriros...
su alma maldita está,
¡y vaga por el mundo noche y día!
Ciertas leyendas afirman que algunas personas consiguieron capturarlo y, resguardándolo en un establo, lo ataron a un gancho de hierro. A la mañana siguiente, fueron a asegurarse de que el buey no se había escapado, sin embargo, en su lugar encontraron atado al gancho a un hombre que lloraba.


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