Guallipén

El Guallipén (del mapudungun waillepeñ, "oveja ternero" o "El centinela"), también conocido como Waillepén, Huallepén, Huallepenyú o Huaillepenyí, es una criatura maligna perteneciente a la mitología mapuche.

El Guallipén es descrito como un animal con el cuerpo de una oveja, la cabeza de un ternero, las patas torcidas y un feo pelaje. La leyenda dice que es un animal anfibio, vivía a la orilla de los ríos, lagos, o junto al mar. En tierra sería inofensivo, pero en el agua sería muy peligroso, ya que se dice que sería muy atrevido, fuerte y huraño, y no conocería temor alguno, y por ello atacaría con gran ferocidad a todo animal o ser humano que esté en el agua. Este animal de mal agüero es el resultado del cruce entre una oveja y un ternero malformado, y se dice que se aparea con las hembras del ganado, produciendo crías con anomalías y deformidades. 

Especialmente se le teme porque tiene influencias maléficas sobre las mujeres embarazadas que lo ven o que escuchan su berrido, ya que causaría deformaciones en el feto o dejaría estériles a dichas mujeres. Este poder maléfico también lo tendrían incluso las crías deformes del Guallipén. Si una mujer tiene sueños con esta criatura durante tres noches consecutivas, su futuro hijo también sufriría malformaciones.

Trunko

Trunko es el sobrenombre que recibe un animal o globster (cadáver no identificado) que según los informes fue avistado en Margate, Sudáfrica, el 25 de octubre de 1924, de acuerdo a un artículo titulado "El pez como un oso polar", publicado en el 27 de diciembre 1924, edición del Daily Mail de Londres. El animal fue supuestamente visto por primera vez frente a la costa luchando contra dos orcas, que combatieron esta inusual criatura durante tres horas. Utilizaba su cola para atacar a las orcas y los testigos afirmaban que saltó sobre el agua unos seis metros. Uno de los testigos, Hugh Ballance, describió al animal con un aspecto similar al de un "oso polar gigante" durante su pelea con las ballenas.

La criatura supuestamente varó en la playa de Margate, pero a pesar de pasar allí 10 días, ningún científico llegó a investigar el cadáver mientras estaba varado, por lo que no hay una descripción fiable de la criatura, hasta que en septiembre de 2010 se asumió que no se publicó ninguna fotografía de dicho animal. Algunos testigos anónimos describieron a este críptido con un pelaje blanco como la nieve, trompa de elefante, una cola similar a la de las langostas y su cadáver carecía de sangre.

Mientras estaba varado, el animal fue medido por bañistas y alcanzaba los catorce metros de largo, tres metros de ancho y metro y medio de altura. La trompa medía metro y medio de largo y treinta y seis centímetros de diámetro, la cola medía tres metros y su pelaje alcanzaba los veinte centímetros de largo. La trompa estaba conectada directamente con el torso del animal, ya que no se distinguía ninguna cabeza en el cadáver. Debido a esto, el animal fue apodado "Trunko" (trompas) por el criptozoólogo británico Karl Shuker en su libro de 1996, Lo inexplicable. El 27 de marzo de 1925, se editó en el Charleroi Mail (Charleroi, Pennsylvania) un artículo titulado "Ballenas asesinadas por monstruo peludo", donde se informaba que ballenas de la zona fueron asesinadas por una extraña criatura que acabó en la playa agotada e inconsciente, pero regresó al océano y nunca se volvió a ver.

Se ha intentado explicar este fenómeno de diferentes maneras, entre las que destaca la idea de que se trataba del cadáver de una gran ballena, un tiburón peregrino, o de un tiburón ballena, cuya descomposición hizo parecer que estaba cubierto de pelo mientras las orcas se daban un festín con su cuerpo. También se ha sugerido que Trunko pertenece a una nueva especie de ballenas, pinnípedos o sirenios.

El 06 de septiembre de 2010, Karl Shuker anunció que una fotografía hasta ahora desconocida de Trunko había sido descubierta por el criptozoólogo alemán Markus Hemmler en el sitio web de la Asociación Empresarial de Margate, y Shuker reconoció de esta foto que Trunko no era nada más que un globster, es decir, un enorme y duro saco de piel lleno de grasa y colágeno que a veces se queda atrás cuando una ballena muere y su cráneo y esqueleto se han separado de la piel y hundido en el fondo del mar.

Dorotabo

Los dorotabō (泥田坊 o どろたぼ; dorotabō; monje del fangoso campo de arroz), en el folclore japonés, son los fantasmas de los ancianos que en vida trabajaron duramente en sus campos de arroz y ahora ven sus terrenos descuidados y llenos de residuos por la negligencia de sus nuevos dueños. Aparecen como figuras humanas con un solo ojo y tres dedos alzándose de entre el barro por la noche. Se dice que los cinco dedos de la mano humana representan tres vicios y dos virtudes: la ira, la codicia, la ignorancia, la sabiduría y la compasión. Los dorotabō aparecen sólo con los tres dedos que representan los vicios, ya que son espíritus vengativos y llenos de ira, encolerizados por los vicios que avergüenzan todo el trabajo de su vida.

Estas almas en pena deambulan por los campos de maleza, gritando con una voz triste: «¡devuélveme mi campo de arroz!». Embrujan sus campos noche tras noche, impidiendo el sueño o provocando sentimientos de malestar a los nuevos habitantes de sus tierras. Continuarán embrujando sus tierras hasta que los dueños dejen sus hábitos de despilfarro o se dan por vencidos y huyen, vendiendo el terreno a alguien que cuide mejor de la tierra.

La mayor parte de las tierras de Japón están situadas en cadenas montañosas inhóspitas donde la agricultura no es posible, por lo que la tierra que es utilizable para la agricultura s es extremadamente valiosa. Las familias pueden ahorrar durante un tiempo de su vida sólo para comprar una pequeña parcela de cultivo con la esperanza de dejarla a sus hijos en herencia. Por supuesto, los hijos no siempre siguen los deseos de sus padres, y que un hijo pródigo abandone los campos de su padre a favor de vicios como el juego y la bebida suele causar el origen de este espíritu.

Gegege no Kitarou - Shigeru Mizuki

Lisovik

El Lisovik, o Leshi (en ucraniano, Лiсовик; en ruso, Леший (Leshi) o Лесовик) es un espíritu de la mitología eslava encargado de proteger los animales salvajes y los bosques. Su esposa es conocida como leshachikha/leszachka y sus hijos son los leshonky. Es análogo a los hombres salvajes de Europa Occidental y al basajaun del País Vasco. En el Diccionario Infernal aparecen como demonios rusos, descritos como faunos y llamados Lechies.

Suele aparecer como un hombre alto, pero es capaz de cambiar su tamaño. Cuando atraviesa los campos es tan pequeño como una brizna de hierba, y cuando camina por el bosque puede ser tan alto como un árbol. Su barba y su pelo están formados por hierba y vides vivas, y a veces se le representa con cola, pezuñas y cuernos. Sus ojos verdes resaltan ante la palidez de su piel y forma vínculos muy fuertes con el lobo gris y con los osos. Es el Señor del bosque y porta un garrote para denotar su estatus. Su sangre es azul y le da un tono cerúleo a sus mejillas. Según las leyendas lleva un pañuelo rojo, el zapato izquierdo en el pie derecho y no proyecta sombra alguna. El Lisovik protege a los animales y aves del bosque y les dice cuando deben migrar. Puede adoptar diferentes formas, y como humano aparece como un campesino de ojos brillantes y los zapatos del revés.

Los agricultores y pastores hacían pactos con este espíritu para proteger sus cultivos y ovejas al entregarle las cruces que usaban de collar, compartiendo la Comunión con él después de las reuniones en la iglesia cristiana. Se dice que estos pactos les dan a los pastores poderes especiales. El Lisovik puede ser malicioso y con sus travesuras puede extraviar a los campesinos o enfermarlos. Sus gritos son horribles y pueden imitar la voz de los familiares de los errantes para atraerlos a sus cuevas, donde les hacen cosquillas hasta morir. También son conocidos para ocultar las hachas de los leñadores. Si un lisovik da una vuelta alrededor de una persona, ésta se desorienta. La única posibilidad de evitar este hechizo es ponerse la ropa al revés y ponerse los zapatos en el pie contrario. A pesar de todo esto no son malvados, pues evitan que el ganado no vague demasiado lejos en los bosques mientras pace para que no se pierda.

Naga

Naga (sánscrito: नाग; AITS: nāgá; pronunciación birmana: [nəɡá]) es la palabra en sánscrito y pali que se usa para designar una clase de deidades o seres que toman la forma de una gran serpiente, específicamente una cobra real, presente en el hinduismo, el budismo, el jainismo y el sijismo. Un Nāga hembra es llamada Nagi o Nagini.

En el gran texto épico Majábharata (siglo III a. C.), la representación de los nagás tiende a ser negativa. El texto los llama «perseguidores de todas las criaturas» y dice que «las serpientes tenían veneno virulento, gran poder y exceso de fuerza y siempre intentaban morder a otras criaturas» (Libro I: Adi Parva, sección 20). Al mismo tiempo, los nagás juegan un papel importante en las leyendas narradas en el texto, frecuentemente no más malvados o engañadores que los demás protagonistas, e incluso a veces del lado de los "buenos". 

Generalmente en el texto aparecen con forma mezcla de humanos y serpientes. Otras veces aparecen con forma humana y luego con forma de serpiente. Por ejemplo, la historia de cómo el príncipe nagá Shesha terminó sosteniendo al mundo sobre sus capuchas comienza con la escena en que él aparece como un dedicado asceta humano: «El cabello recogido con un rodete, la ropa hecha jirones, y su carne y piel seca debido a las austeridades que estaba practicando». El dios Brahmá queda complacido con Shesha, y le encarga sostener el mundo sobre su cabeza. En este punto, Shesha aparece con los atributos de una serpiente. Entra por un agujero en la Tierra y se desliza hasta el fondo, donde carga la Tierra sobre su cabeza  (Libro I: Adi Parva, sección 36).

El gran némesis de los nagás en el Majábharata es la gigantesca ave humanoide Garudá.

El Rishi (sabio) Kashiapa tenía dos esposas, Vinata y Kadru, que eran hijas del Prayápati Daksha. Kadru quería tener muchos hijos, y la segunda quería tener pocos pero muy poderosos. El sabio Kashiapa cumplió sus deseos: Kadru puso mil huevos, de los que nacieron serpientes, y Vinata puso dos huevos, de los que nacieron Aruna, el cochero del dios Sol Suriá, y Garudá. Por una estúpida apuesta, Vinata se convirtió en esclava de Kadru y el hijo de Vinata, Garudá, acabó como sirviente de las serpientes, a las que guardó un eterno rencor. Cuando le preguntó a las serpientes lo que tendría que hacer para ser liberado de su cautiverio, le dijeron que tendría que llevar amrita, el elixir de la inmortalidad. Garudá, tras superar todo tipo de trampas y peligros, robó el elixir de los dioses. En su camino de vuelta se encontró con el dios Indra, al que prometió que tras entregar el elixir a las serpientes haría todo lo posible por recuperarlo y devolvérselo a los dioses, a cambio, Indra le ofreció como alimento las serpientes.

Por fin, Garudá se posó frente a los nagas. Colocó el elixir sobre la hierba, y para conseguir la libertad de su madre Vinata, instó a las serpientes para que se purificasen antes de consumir el amrita. Las serpientes comenzaron sus rituales, Indra se abalanzó sobre el elixir, y cuando las serpientes volvieron vieron que del amrita sólo quedaban unas pequeñas gotas sobre la hierba. Al tratar de lamer las gotas sus lenguas se dividieron en dos. Debido a esto, todas las serpientes tienen la lengua bífida, y cambian de piel como una especie de inmortalidad.

Kuroi-kisin
Los nagas también sufrieron la maldición de su madre, Kadru, ya que para ganar la apuesta que hizo con su hermana Vinata le pidió a ayuda a sus hijos. Ellos se negaron, por lo que Kadru se enojó y los maldijo para que murieran en un «sacrificio de serpientes» que realizaría el rey Yánam Eyaiá, hijo del  Majarash Paríksit, a principios de la era kalí iugá (para la que faltaban unos 4 millones de años), nieto de Abhimaniu y bisnieto de Árjuna.

Vasuki, el rey de los nagás, estaba al tanto de la maldición y sabía que sus hermanos necesitarían un héroe que los salvara, por lo que fue a buscar al asceta Yárat Karu (‘vieja acción’) para ofrecerle en matrimonio a su hermana Manasa. De la unión del humano con la serpiente nació un niño humano con la piel estriada y brillante llamado Astika.

Tal como predijo la maldición de Kadru, Yánam Eyaiá preparó un sacrificio de serpientes siguiendo los Puranas. Erigió una plataforma de sacrificio y llamó a sacerdotes y otros profesionales necesarios para los ritos. Los sacerdotes encendieron el fuego del sacrificio debidamente alimentado con manteca clarificada, pronunciaron los mantras requeridos y comenzaron a pronunciar los nombres de las serpientes. El poder del rito era tal que las serpientes nombradas fueron atraídas al fuego y se consumieron en el mismo. Como el sacrificio tomó proporciones genocidas, Astika acudió en su ayuda. Se acercó Yánam Eyaiá y elogió el sacrificio con términos tan elocuentes que el rey le ofreció concederle cualquier favor que pidiera. Astika pidió rápidamente que finalizará el sacrificio. Aunque inicialmente se arrepintió de su oferta, Yánam Eyaiá fue fiel a su palabra y detuvo el sacrificio. (Libro I: Adi Parva, Secciones 13 a 58).

En la India, los nagas son considerados espíritus de la naturaleza y protectores de manantiales, pozos y ríos. Traen la lluvia, y por lo tanto la fertilidad, pero también se cree que traen desastres como inundaciones y sequías. En estas tradiciones son serpientes que pueden tomar forma humana. Tienden a ser muy curiosos y sólo son malévolos con los seres humanos cuando han sido maltratados o cuando son irrespetuosos con el medio ambiente.

En el budismo, los naga tienen generalmente la forma de una gran cobra de una o varias cabezas y usan sus poderes mágicos para adoptar forma humana. En la pintura budista son representados como un ser humano con una serpiente o dragón sobre su cabeza. Una leyenda cuenta que un naga con aspecto humano intentó convertirse en monje pero fue rechazado por su naturaleza sobrenatural. Buda, piadoso de él, le dijo cómo asegurarse para renacer como un humano tras su muerte y así poder convertirse en monje.

Satcitananda das

Berith

Berith es un demonio mencionado en varios textos de ocultismo y demonología. Tiene tres nombres y en el Diccionario Infernal y en el Pseudomonarchia Daemonum se especifica que algunos lo conocen como Beal o Beale, los judíos como Berith y los nigromantes como Bofri o Bolfri. En el Ars Goetia aparece como el vigésimo octavo demonio de su listado. Es un duque grande, poderoso y terrible del infierno y aparece con una corona de oro sobre la cabeza, va vestido de rojo y monta a lomos de un caballo del mismo color. Contesta con la verdad a todas las preguntas relativas al pasado, el presente y lo que está por venir. Puede convertir todos los metales en oro; proporciona y confirma dignidades a los hombres y habla con una voz muy clara y suave (el Diccionario Infernal dice que le da a los cantantes una voz clara y delicada). Se debe usar su sello durante su invocación y un anillo del mismo modo que se hace con Beleth.

El Pseudomonarchia Daemonum dice que a determinada hora, por virtud divina, se ve obligado a obedecer al anillo mágico, y el Diccionario infernal recuerda que, aunque esté sometido a este objeto mágico, es un mentiroso. Gobierna veintiséis legiones de demonios.

Berith también podría ser el demonio que aparece en La admirable historia de la posesión y la conversión de una penitente de Sebastien Michaelis bajo el nombre de Baalberith. En dicha obra, Baalberith es uno de los demonios que tomó posesión de una monja llamada Magdalene junto a Belcebú, Leviatán, Asmodeo y Astaroth, además de otros muchos de inferior rango y con nombres franceses que no aparecen en otros textos de demonología. Durante el interrogatorio hecho a estos demonios se descubrió que Baalberith era un príncipe de los querubines y que tienta a los hombres a cometer homicidos y a ser pendencieros, contenciosos y blasfemos. Su enemigo en los cielos es San Bernabé por su gran modestia.

Baalberith tiene una entrada a parte de la de Berith en el Diccionario infernal, y en ella se dice que es un demonio de segundo orden, capitán o señor del pacto. Es el secretario general y cuidador de los archivos del infierno. Los fenicios, que lo adoraban, le tomaban como testigo en sus juramentos.

Ilustración de Louis le Breton para el Diccionario Infernal de Collin de Plancy

Gorgonas

Las Gorgonas (griego: Γοργω Γοργον Γοργονες; terrible, fiero) fueron tres monstruos femeninos conocidos como Medusa, Esteno y Euriale, de las cuales sólo Medusa era mortal. También existía una gorgona primigenia conocida como Gorgon, posiblemente la que mató Zeus y colocó en su égida cuando era joven. En la Teogonía de Hesíodo y la Biblioteca mitológica de Apolodoro se decía que eran hijas de Forcis y Ceto, hermanas de las Grayas, aunque Higinio cambió su genealogía en sus Fábulas diciendo que eran hijas de Gorgon y Ceto:
«A su vez Ceto tuvo con Forcis a las Grayas de bellas mejillas, de Ceto canosas desde su nacimiento; las llaman Viejas los dioses inmortales y los hombres que pululan por la tierra: Penfredo de bello peplo y Enío de peplo azafranado. También a las Gorgonas que viven al otro lado del ilustre Océano, en el confín del mundo hacia la noche, donde las Hespérides de aguda voz: Esteno, Euríale y la Medusa desventurada; ésta era mortal y las otras inmortales y exentas de vejez las dos. Con ella sola se acostó el de Azulada Cabellera en un suave prado, entre primaverales flores. Y cuando Perseo le cercenó la cabeza, de dentro brotó el enorme Crisaor y el caballo Pegaso».
Las tres gorgonas eran representadas en antiguas vasijas griegas como mujeres con alas doradas, horribles cabezas redondas, cabellos de serpiente, ojos grandes y abiertos, bocas y narices anchas, lenguas colgantes y colmillos de jabalí, incluyendo a veces una corta barba. Todas ellas podían convertir en piedra a cualquiera que las mirara. Medusa originalmente era representada como una horrible criatura descendiente de una familia de monstruos al igual que sus hermanas, pero fue humanizada más tarde en el arte al otorgarle el rostro de una bella joven. Según algunos poetas clásicos, Medusa fue una vez una hermosa mujer que acabó transformada en monstruo como castigo de Atenea. Este castigo varía y en algunas fuentes se dice que fue debido a que Medusa presumía de ser más bella que Atenea, mientras que en la versión más extendida fue castigada por mancillar un templo de Atenea cuando fue violada por Poseidón. Ovidio, relatando esta afrenta en Las Metamorfosis, dejó ver que sólo Medusa tenía serpientes por cabellos, aunque ningún otro autor afirmaba esto:
«Algunos dicen que Medusa fue decapitada a causa de Atenea, pues esta Górgona había querido rivalizar en belleza con ella».
«Continuó uno de los próceres preguntándole por qué una sola de las hermanas llevaba los cabellos entremezclados con serpientes. El huésped (Perseo) repuso: «Como lo que quieres saber es digno de contarse, escucha la causa de aquello por lo que preguntas. Era una joven resplandeciente de belleza, esperanza de muchos pretendientes llenos de recíprocos celos, pero en toda ella no hubo parte más admirable que sus cabellos. Conocí a alguien que afirmaba haberlos contemplado. Se dice que el soberano del mar la violó en un templo de Minerva; la hija de Júpiter volvió la espalda y se cubrió la casta mirada con su escudo. Y para que el hecho no quedara impune, cambió los cabellos gorgóneos en feas serpientes».
Medusa se convirtió en la más famosa de las tres hermanas debido al mito de Perseo, héroe al que el rey Polidectes de Serifo encargó que decapitara a la gorgona para deshacerse de él, pues creía que moriría en el intento. Para hallar la morada de las gorgonas, Perseo tuvo que encontrarse antes con las Grayas, hermanas de estos monstruos, y con las ninfas Hespérides, que le entregaron diversos objetos divinos para ayudarle en su hazaña.
«Ayudado por Hermes y Atenea, Perseo marchó al encuentro de las Fórcides, Enío, Pefredo y Dino; éstas eran hijas de Ceto y Forcis, hermanas de las Górgonas, viejas de nacimiento. Las tres disponían de un solo ojo y un solo diente, que compartían: Perseo los cogió y cuando se los reclamaron dijo que los devolvería si le indicaban el camino que llevaba hasta las ninfas (Hespérides). Estas ninfas tenían sandalias aladas y la kíbisis, que al parecer era un zurrón [...]. Las ninfas poseían además el casco de Hades [...]. Cogió la kíbisis, ajustó las sandalias a sus tobillos y se caló el yelmo en la cabeza; cubierto con él veía a quien quería, pero era invisible para los demás. Con una hoz de acero recibida de Hermes llegó volando al Océano y sorprendió dormidas a las Górgonas, Esteno, Euríale y Medusa. Ésta era la única mortal, por eso Perseo fue enviado a buscar su cabeza. Las Górgonas tenían cabezas rodeadas de escamas de dragón, grandes colmillos como de jabalí, manos broncíneas y alas doradas con las que volaban; petrificaban a quien las miraba. Perseo se detuvo junto a ellas aún dormidas y, guiada su mano por Atenea, volviendo la mirada hacia el escudo de bronce en el que se reflejaba la imagen de la Górgona, la decapitó. Al cortar la cabeza, surgieron de la Górgona el caballo alado Pegaso y Crisaor, el padre de Gerión; a éstos los había engendrado Poseidón. Perseo guardó la cabeza de Medusa en el kíbisis y emprendió el regreso. Las otras Górgonas despertaron de su sueño y lo persiguieron, pero no podían verlo pues iba cubierto con el yelmo».
La cabeza de Medusa - Peter Paul Rubens y Frans Snyders
Aun cercenada, la cabeza de Medusa conservaba el poder de convertir todo aquello que mirara en roca y su sangre poseía cualidades sorprendentes. Asclepio podía matar o revivir a cualquiera con la sangre de la gorgona que le entregó Atenea, y cuando Perseo sobrevoló el desierto de Libia con la cabeza recién cortada del monstruo, unas gotas de su sangre cayeron a la arena y allí nacieron diversas serpientes, entre ellas el mortal basilisco según el catálogo de las serpientes de la Farsalia de Lucano.
«Convertido en cirujano (Asclepio), y muy experto en su arte, no sólo impedía que algunos murieran sino que también revivía a los muertos: había recibido de Atenea la sangre manada de las venas de la Gorgona, y utilizaba la de las venas del lado izquierdo para ruina de los hombres, y la del derecho para su salvación y así daba vida a los muertos».
«Pues cuando sobre Libia volaba el comparable a los dioses Perseo Eurimedonte, pues también con ese nombre lo llamaba su madre, llevando al rey la cabeza recién cortada de la Gorgona, todas las gotas de negra sangre que cayeron al suelo hicieron germinar la especie de aquellas serpientes».
Siguiendo su camino a casa, Perseo utilizó el poder petrificante de Medusa para castigar a cualquiera que se interpusiera en su camino. En Las metamorfosis de Ovidio nos encontramos una versión del mito en el que el titán Atlas es el guardián y dueño de las manzanas de oro de las Hespérides. Preocupado por si alguien se las robaba, expulsaba a cualquier extranjero de sus tierras, y debido a sus malos modos, Perseo lo convirtió en montaña al exponerlo a la mirada de Medusa. También rescató a Andrómeda de un monstruo marino, creando los corales al endurecer unas plantas marinas y convirtió en estatuas a Cefeo, Agénor y Polidectes por intentar matarlo:
«Temiendo esto (el robo de sus manzanas), Atlas había encerrado sus frutales entre sólidas murallas, había encargado a un inmenso dragón que los guardara y mantenía alejados de sus territorios a todos los extranjeros. A éste (Perseo) también le dijo: "Márchate lejos, no sea que de nada te sirvan ni la mentida gloria de tus hazañas ni Júpiter"; y añade la fuerza a sus amenazas e intenta expulsarlo con sus manos, mientras Perseo vacila y mezcla expresiones violentas con palabras de paz. Inferior en fuerza (¿quién podría igualar a Atlas en fuerza?), le dice estas palabras: "Bien, puesto que mi influencia vale poco ante ti, recibe este regalo", y desde la parte izquierda, dándose la vuelta, sacó la pálida cabeza de Medusa. Tan grande como era, se convirtió Atlas en una montaña, pues la barba y los cabellos se transforman en bosques, los hombros y las manos son cordilleras y lo que antes fue cabeza es la cima de una montaña, los huesos se hacen piedras. Después, desarrollado ya en todas direcciones, creció hasta alcanzar un tamaño inmenso (así lo decidisteis, dioses) y el cielo entero con todas sus estrellas reposó sobre él».
Casiopea antepuso la belleza de su hija Andrómeda a la de las Nereidas. Por ello Neptuno exigió que Andrómeda, hija de Cefeo, fuera expuesta a un monstruo marino. Una vez expuesta, se dice que Perseo, volando con las sandalias aladas de Mercurio, llegó allí y la liberó del peligro. Al querer llevársela, su padre Cefeo, y con él Agénor, a quien había sido prometida, quisieron matar en secreto a Perseo. Él, conocido el hecho, les mostró la cabeza de la Gorgona y todos fueron transformados de hombres en roca. Perseo regresó a su patria con Andrómeda. A Polidectes, cuando percibió el gran valor que tenía Perseo, se le llenó el corazón de temor y quiso matarlo mediante un engaño. Conocida esta maquinación, Perseo le mostró la cabeza de la Górgona, y Polidectes fue transformado de hombre en piedra.
«Él (Perseo tras matar al monstruo marino que acosaba a Andrómeda), con agua sacada del mar, se lava las manos vencedoras. Para no dañar la cabeza serpentífera con la áspera arena, mulle el suelo con hojas, esparce cañas nacidas bajo las aguas y coloca encima la cabeza de la Forcínide Medusa. Las cañas recién cortadas y aún vivas absorbieron la fuerza del monstruo en su sedienta savia, se endurecieron con su contacto y adquirieron un rigidez nunca vista en sus ramas y hojas. Por su parte, las ninfas del océano intentan el milagro con otras muchas cañas y se alegran al ver que les sucede lo mismo, y multiplican sus semillas sacudiéndolas en las olas. Hoy en día los corales siguen teniendo la misma propiedad: se endurecen si entran en contacto con el aire, y lo que era en el agua un mimbre se convierte en piedra en la superficie».
Perseo, tras todos estos periplos, le entregó la cabeza de Medusa a Atenea y ésta la colocó en el centro de su escudo. Tras su muerte, la gorgona pasó a formar parte de los monstruos y ánimas que habitaban en el Hades, donde fue vista por algunos de los héroes que viajaron al inframundo durante sus aventuras.
«Al llegar a Ténaro en Laconia, donde estaba la entrada del Hades, [Heracles] bajó por ella. Las almas, al verlo, huyeron, excepto la de Meleagro y la de la Górgona Medusa. A ésta la atacó Heracles como si estuviera viva, pero Hermes le hizo saber que se trataba sólo de una sombra vana».
«Moran además en aquellas puertas otras muchas monstruosas fieras, los Centauros, las biformes Escilas y Briareo el de los cien brazos, y la Hidra de Lerna con su espantoso silbido, y la flamígera Quimera, las Gorgonas, las Arpías y aquella alma que animó tres cuerpos. Herido en esto de súbito terror, requiere Eneas la espada y presenta su punta a todo lo que se le acerca; y si su compañera [la sibila], conocedora de aquellos sitios, no le advirtiese que aquellas formas que veía revolotear en contorno eran vanos fantasmas, embistiera con ellas, esgrimiendo inútilmente su espada en el vacío».
Medusa sintiendo la presencia de Perseo - Peter Connolly

Pájaro del trueno

El pájaro del trueno (inglés: Thunderbird) es una criatura legendaria perteneciente a la cultura e historias de los indígenas del Norte de América, con especial importancia en las tradiciones de las tribus de la Costa del Pacífico Noroeste, la región del Sudoeste, los Grandes Lagos y las Grandes Llanuras.

Esta gigantesca ave recibe su nombre a la creencia de que causaba truenos y tormentas con el aleteo de sus alas. En el idioma Lakota se le conoce como Wakį́nyąn, de Wakhan (sagarado) y kįyą (alado). Las nubes se amontonan con su aleteo y los truenos aparecen con el ruido que produce al batir sus alas. Los relámpagos son la luz intermitente que desprenden sus ojos al parpadear y los rayos son las serpientes brillantes que carga. En las máscaras tribales suele ser representado de varios colores, con cuernos y dientes en su pico.

Dependiendo de la tribu y cultura se creía que había uno o varios pájaros del trueno. Los Nuu-chah-nulth defendían la existencia de un único pájaro del trueno. Creían que vivía en lo alto de una montaña, podía controlar las precipitaciones y era sirviente del Gran Espíritu

En cambio, las tribus Kwakwaka'wakw y Cowichan consideraban que había toda una especie de pájaros del trueno y que eran cambiapieles que podían adoptar forma humana al echar hacia atrás sus picos, como si fueran máscaras, y al quitarse las plumas, como si de un manto se tratase. En algunas historias, un pájaro del trueno transformado en humano llegaba a casarse y tener familias con los humanos. Los pájaros del trueno que decidieron permanecer como humanos vivían a lo largo de la punta norte de la isla de Vancouver. Con el tiempo, las tribus cercanas olvidaron la naturaleza sobrenatural de sus vecinos, y, cuando intentaron atacarlos y tomarlos por esclavos, los pájaros del trueno volvieron a colocarse sus picos y mantas de plumas para vengarse de sus necios captores.

Los Menomini del norte de Minnesota hablan de una gran montaña que flota en el cielo del oeste en el que moran los pájaros del trueno. Controlan la lluvia y el granizo y se deleitan en la lucha y en realizar grandes hazañas. Son enemigos de las grandes serpientes con cuernos, los Misikinubik, e impidieron que estos seres invadiese la tierra y devoraran a los humanos. Son mensajeros del mismo Gran Sol. La tribu Sioux creía que en "los viejo tiempos" los pájaros del trueno extinguieron una peligrosa raza de reptiles monstruosos llamados Unktehila.

Selladorra