Kubikajiri

El Kubikajiri  (首かじり) es una fantasma que aparece en el Nihon yokai zukan de Ippitsusai Buncho. Este yokai del folclore japonés devora la cabeza de sus víctimas, vivas o muertas, además de poder separar su propia cabeza del cuerpo y oler la sangre fresca.

Akhlut

En la mitología inuit, Akhlut es un espíritu orca que toma la forma de un lobo gigante o de un híbrido lobo-orca cuando está en tierra. Es una bestia peligrosa y feroz que se aventuró a tierra para cazar seres humanos y otros animales. Sus huellas se pueden reconocer porque son huellas de lobo que conducen o salen del océano, lo que indica que la criatura está esperando a su presa bajo el agua cerca de la orilla. Poco más se sabe de este espíritu aparte de que se transforma en lobo cuando tiene hambre. No hay muchos mitos en los que aparezca.


Tikbalang

El Tikbalang (también escrito como Tigbalang, Tigbalan o Tikbalan) es una criatura del folclore de Filipinas, del que se dice que se escondía en las montañas y los bosques de las Filipinas. Por lo general se le describe como una criatura alta, huesuda y humanoide, con extremidades tan desproporcionadamente largas que sus rodillas sobresalen por encima de su cabeza cuando se pone en cuclillas. Tiene la cabeza y las patas de un animal, generalmente un caballo. A veces se cree que es el espíritu de un feto abortado que ha sido enviado a la tierra desde el limbo. Según el folclore popular , los tikbalangs podían transformarse en humanos o hacerse invisibles.

Se dice que el Tikbalang se dedica a asustar a los viajeros y a extraviarlos en sus trayectos. Engaña a los caminantes de tal manera que siempre los conduce por caminos aleatorios, pero podrías librarte de su acecho y sus engaños llevando la camiseta del revés. También se le podría pedir permiso en voz alta para pasar por el lugar o, por el contrario, hacer el menor ruido posible cuando se pase por el bosque para intentar no ofender o perturbar al Tikbalang.

El hábitat de estos espíritus está generalmente asociado con áreas oscuras, poco pobladas, de mucho follaje y maleza, como debajo de un puente, en campos de bambú o plataneras o en lo alto de los árboles.

Una superstición de la Provincia de Rizal dice que los Tikbalangs son guardianes benevolentes de los reinos elementales. Hacen guardia al pie de grandes árboles vigilando los alrededores para que nadie lleve rastro de maldad a sus territorios.

Un dicho popular dice que cuando llueve con el cielo despejado significa que un tikbalang se está casando (filipino: may kinakasal na tikbalang). Este dicho está muy extendido por todo el mundo y con muchas variantes: en España se está casando una bruja; en Japón, un kitsune, en Reino Unido un mono está celebrando su cumpleaños; etc...


Cercopes

En la mitología griega, los Cercopes (en griego Κερκωπες; plural de Κέρκωψ, de κέρκος, kerkos "cola") eran traviesas criaturas de los bosques que vivían en las Termópilas o en Eubea, pero vagaban por el mundo y podían aparecer en cualquier lugar donde ocurriesen travesuras. Eran dos hermanos, pero recibieron varios nombres: Pásalo y Acmón, Oíos y Euríbato o Silos y Tribalos, dependiendo del contexto, pero normalmente son considerados hijos de Tía y Océano, y por tanto espíritus antiguos. Eran proverbiales mentirosos, tramposos y brillantes truhanes.

Durante la época en la que Heracles fue esclavo de Ónfale en Líbia, los Cercopes intentaron robarle sus armas, ignorando las advertencias de su madre Tía, la cual les decía que se mantuvieran alejados del "gran trasero negro" (Melampigo). Solían rondar el lecho de Heracles todas las noches, hasta que una noche los asió y se los llevó colgando cabeza abajo de un palo que llevaba al hombro. Ahora bien, el trasero de Heracles, que no quedaba cubierto por la piel del león de Nemea, estaba bronceado, casi negro, por la exposición al sol, y los Ceropes estallaron en carcajadas al verlo. Tal fue su risa que Heracles también se echó a reír y los liberó.

En otro mito, Zeus los transformó en monos (de donde tenemos el género Cercopithecus), en un intento de explicar el origen de sus nombres (hombres con cola). En otro mito recogido por Ferécides de Leros, Zeus los transformó en piedra por intentar engañarle incluso a él, concretamente en la piedra que se muestra a los visitantes de las Termópilas.

 La metamorfosis de Ovidio - Antonio Tempesta 

Hada

Hada (probablemente del latín: fatum; hado, destino) es el término con el que se designa a los integrantes de un antiguo pueblo mágico y sobrenatural. En concreto se utilizaría para referirse a los miembros femeninos de estas criaturas, pero también puede englobar a elfos, trasgos, goblins, hobgoblins, trolls, sirenas, brujas, bestias, etc. También eran conocidas con multitud de nombres eufemísticos para aplacarlas y así evitar cualquier mal que pudieran provocar, siendo conocidas como el buen pueblo, los buenos vecinos, la gente de las colinas, el pueblo pequeño, etc.

De acuerdo con las fuentes germanas y francesas, las hadas son seres femeninos con poderes sobrenaturales que influyen en el destino humano. Laurence Harf-Lancner propuso la siguiente definición: «mujer sobrenatural, un habitante de otro mundo que abandona su lejano reino por un gran interés en los asuntos de los mortales y manejar su propio destino». Este profesor de literatura también teorizó que las hadas madrinas, hadas protectoras que se asomaban a la cuna de un recién nacido para brindarle protección y gracia, pudieron surgir de la confusión entre la figura de las tres Parcas de la mitología romana y las tríadas celtas relacionadas con la fertilidad y la abundancia. El Diccionario Bouillet del siglo XIX las describe con grandes poderes sobrehumanos, pero sometidas a extrañas y humillantes leyes.

A lo largo de toda Europa se pueden encontrar leyendas locales de estos seres feéricos, por lo que sería difícil listarlos a todos. Algunos vivían en comunidades en su mundo subterráneo, normalmente localizado bajo montículos o colinas, otros podían ser domésticos, conviviendo con los humanos, o solitarios, los cuales habitaban en campos y bosques donde se dedicarían a gastar bromas o a proteger la naturaleza. Por lo general eran de carácter neutral y se guiaban por una moralidad y leyes propias, llegando a ser considerados simplemente como molestos o bromistas. Las hadas que eran benefactoras pertenecían al grupo conocido como seelie court (escocés: la comitiva feliz); recompensaban los buenos tratos ofreciendo su ayuda u otorgando fortuna y buena suerte, pero podían vengarse en el caso de que se les tratara mal. Por otra parte estaban los seres feéricos pertenecientes a la unseelie court (escocés: la desdichada comitiva), de carácter malvado por naturaleza y que no necesitaban ninguna transgresión para ser hostiles con los humanos.

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Origen de las hadas

En el Diccionario de las hadas de Katharine Briggs se recoge la creencia irlandesa de que las hadas provienen de los Tuatha de Danann, una tribu de deidades que habitó la Isla Esmeralda hasta que fueron exiliados bajo tierra tras ser derrotados por los milesianos, convirtiéndose así en los Daoine Sidhe (gaélico: gentes de las colinas). Este relato sobre una tribu conquistada por otra, unida a la tendencia de las hadas de robar alimentos y ocultarse en cuevas o bajo tierra, podría indicar un origen antropológico basado en un pueblo que existió realmente y que acabó siendo dominado y exiliado. En la misma obra también aparecen otras teorías legendarias sobre el origen de las hadas, siendo consideradas en algunas tradiciones como los espíritus de los paganos que no conocieron el cristianismo o de bebés que no recibieron el bautismo. Otras leyendas los tienen como ángeles caídos que no fueron tan malvados como para acabar en el infierno o que, cuando estaban abandonando el Cielo para alojarse en el infierno, Dios cerró las puertas de ambos mundos y se quedaron atrapados en el medio, viéndose obligados a alojarse en las aguas o bajo tierra. De igual modo ocurre con los trasgos y seres feéricos de España. Torquemada en su Jardín de las flores curiosas dice de ellos que se tratarían de lémures y lares, fantasmas de los antiguos romanos que eran considerados demonios por los cristianos. El padre Feijoo, en el tomo III de su Teatro crítico universal, dedicado a destruir las supersticiones del pueblo, también menciona la creencia del vulgo de que los duendes serían ángeles, demonios o almas en pena. Por último, una leyenda islandesa recogida por Jón Árnason en su Icelandic Legends cuenta que Dios bajó a la tierra para visitar a Adán y Eva. Ésta había ocultado a algunos de sus hijos por vergüenza porque no pudo bañarlos y asearlos, así que, cuando Dios se dio cuenta de ello, le dijo que aquello que le ocultara a Dios, Dios lo ocultaría a los hombres. Desde entonces esos hijos de Eva se convirtieron en el pueblo oculto de las colinas.

Ilustraciones de Hadas, de Alan Lee y Brian Froud