Iratxo

Iratxo es el nombre con el que se conoce a los duendes de la mitología vasca, los cuales suelen tomar el aspecto de diversos animales para realizar sus tropelías. En la región de Guernica se llama Ieltxu a este genio nocturno, donde se aparece con forma humana o como un pájaro que lanza fuego por la boca. Se presenta de improvisto creando pavor. Aunque no es de naturaleza maléfica, si alguien, movido por la curiosidad, le sigue en plena noche, se dedicará a guiarle hasta algún barranco o precipicio. José Miguel de Barandiarán recogió en su Diccionario de mitología vasca que estos genios moran en cuevas, simas y pozos, como el pozo de Busturia o la mina de Nabarrizmendi (Navárniz).

En Bermeo se le llama Iditxu o Iritxu, donde se aparece al alcance de los que viajan de noche como un pequeño cerdo. Quien lo persigue se ve burlado, porque este duende se dedicará a llevarle por bosques, montes y cuevas hasta dejarle exhausto en el mismo sitio del que partieron. También existen unos genios conocidos como Irelu que, aparte de transformarse en animales, también pueden adoptar forma de mujer o de niño. Estos genios viven retirados en cavernas, como la cueva de Armontaitz, la de Malkorburu  o la sima de Ubedi.

Iritxu ilustrado por Ricardo del Río para Mitologika: una visión contemporánea de los seres mágicos de Euskadi

Waira

El waira (japonés: わいら) es un yokai del folklore japonés del que apenas se sabe nada. No existen caracteres chinos que sirvan para expresar su nombre, así que tampoco se sabe muy bien qué significa literalmente. Toriyama Sekien lo ilustró en su Gazu Hyakki Yakō como un monstruo con una única y afilada garra en cada pata. Shigeru Mizuki añadió en su Enciclopedia Yokai que estos monstruos viven en las montañas y nunca salen a terreno abierto, además de que los machos son de color terroso y las hembras rojas. Mizuki recogió una historia en la que un médico de la prefectura de Ibaraki llamado Noda Gensei vio al waira una vez. Al parecer su aspecto recordaba un poco al del rinoceronte y en ese momento se encontraba excavando en la tierra para comerse un topo.

Toriyama Sekien

Chonchón

El chonchón es la criatura en la que se transforma un calcu, un brujo mapuche, para volar libremente y causar así diversos males. Estos brujos separan su cabeza del cuerpo al aplicarse un ungüento en la garganta mientras recitan «sin Dios ni Santa María»; así, la cabeza echa a volar utilizando unas grandes orejas como alas mientras el cuerpo se queda en casa. Suelen revolotear cerca de las habitaciones de los enfermos, donde luchan con el espíritu de estos y, si vencen, les chupan la sangre. También se creía que los brujos utilizaban esta forma para asistir a sus reuniones. A veces se identificaba a esta cabeza voladora de mal agüero con el chuncho o el huairavo. Originalmente pertenecía a los mitos del pueblo mapuche, pero con el tiempo pasó a formar parte del folklore chileno.

Son invisibles para aquellas personas que no sean brujos, pero se sabe de su presencia por el «tué tué tué» que graznan, un fatídico canto que presagia la muerte de alguien. En Geografia Del Mito Y La Leyenda Chilenos, de Oreste Plath, se dice que los indígenas quemaban hojas de canelo para protegerse de él. Existían varios métodos para hacer caer al chonchón si se notaba que estaba revoloteando cerca, como rezar las doce palabras redobladas, la Magnífica o una oración que dice «San Cipriano va para arriba, San Cipriano va para abajo, sosteniendo una vela de buen morir». Si se dibujaba el sello de Salomón en el suelo y se colaba en su centro un cuchillo con la punta hacia arriba, el chonchón caería sobre él y quedaría ensartado, ocasión que debía aprovecharse para cogerlo y lanzarlo al fuego. Cuando un chonchón caía por estos métodos se veía incapaz de remontar el vuelo de nuevo a no ser que otro chonchón le ayudara, y aunque sean invisibles para la gente normal, se podía notar el furioso revoloteo que hacían en el suelo.

Otros métodos para ahuyentarlos consistían en echar sal al fuego de la cocina; extender un chaleco o decirle: «pasa chonchón, tu camino» o «vuelve mañana por sal». Cuenta Julio Vicuña Cifuentes en su Mitos y supersticiones de la tradición oral chilena que unas jovencitas utilizaron este último método, por lo que al día siguiente se presentó en su casa un viejecillo pidiéndoles la sal que le habían prometido. Otra versión dice que fue un elegante caballero el que se presentó a comer en casa de los que le había ofrecido la sal al chonchón; cuando creía que nadie lo veía, se echó el salero al bolsillo y se despidió cortésmente poco después. Si se le negara la sal, el chonchón tomaría venganza por haberse burlado de él.

Diseño del chonchón para la saga de videojuegos Shin Megami TenseiKazuma Kaneko

Jinmenju

El jinmenju, o ninmenju (japonés: 人面樹; árbol de rostro humano), es un yokai del folklore japonés. Se trata de un árbol cuyas flores parecen cabezas humanas y, aunque no hablan, no dejan de reírse, llegando a caerse del árbol si lo hacen demasiado. Crece en valles situados en medio de montañas frondosas y apartadas. En el Wakan Sansai Zue (Diccionario enciclopédico ilustrado de los tres mundos) se dice que el jinmenju era oriundo de las tierras del sur, y sus frutos, llamados jinmenji, maduraban en otoño. En esta obra también se dice que sus frutos tienen sabor agridulce y que sus pepitas tienen por ambos lados ojos, orejas, nariz y boca, por lo que no debía haber mucha gente a la que le gustase comérselos.

Shigeru Mizuki dijo en su Enciclopedia yokai que solía usarse jocosamente la palabra jinmenju para referirse a la situación en la que se subían varias personas a un árbol para ver algún espectáculo y sólo se veían sus cabezas entre el follaje. Añade también que este yokai fue importado de China, y que seguramente guarde relación con el árbol wakwak, proveniente de la India y Persia, cuyos frutos eran seres humanos.

Jinmenju de Shigeru Mizuki