Se le atribuye a Tosa Mitsunobu la autoría de uno de los emaki más antiguos en el que se plasmó el Hyakki Yagyō (japonés: 百鬼夜行; Desfile nocturno de los cien demonios). Dicha obra fue copiada a lo largo de los años por diversos artistas y en ella aparecían numerosos yokai sin nombre ni descripción alguna.
El que aquí nos atañe es una extraña criatura bulbosa de color rojo anaranjado, sostiene su orondo cuerpo sobre un par de patas cortas, tiene una diminuta y fina cola y lo que parece su cabeza sólo cuenta con un ojo enorme. Ha sido llamado de diversas maneras a lo largo del tiempo y Matthew Meyer recogió alguno de sus nombres en El libro del hakutaku: akaheru, chikarakoko, gamanoke (japonés: espíritu de rana) y okka (japonés: 大化), una deformación infantil de la palabra obake, que significa fantasma o monstruo. Lo único que se sabe de él es que siempre se le representa a punto de ser golpeado por el mazo del Kanazuchibo.
El que aquí nos atañe es una extraña criatura bulbosa de color rojo anaranjado, sostiene su orondo cuerpo sobre un par de patas cortas, tiene una diminuta y fina cola y lo que parece su cabeza sólo cuenta con un ojo enorme. Ha sido llamado de diversas maneras a lo largo del tiempo y Matthew Meyer recogió alguno de sus nombres en El libro del hakutaku: akaheru, chikarakoko, gamanoke (japonés: espíritu de rana) y okka (japonés: 大化), una deformación infantil de la palabra obake, que significa fantasma o monstruo. Lo único que se sabe de él es que siempre se le representa a punto de ser golpeado por el mazo del Kanazuchibo.
Detalle del emaki del período Muromachi atribuido a Tosa Mitsunobu |
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