El naturalista André Thevet habló en su Cosmografía universal sobre una gran montaña que le llamó la atención cuando se encontraba navegando el mar Rojo. Este promontorio era conocido como Marzouan, aunque antiguamente se llamaba Orabou por la gran cantidad de peces de esta especie que se criaban en las aguas de sus alrededores.
Los árabes que habitaban esta montaña sufrían de cálculos renales más que cualquier otro pueblo del mundo ya que se alimentaban del orabou, cuyo sabor era tan horrendo que el propio Thevet llegó a afirmar que era preferible comer carne de camello viejo o de mastín libanés antes que la del pez. Por suerte, la grasa derretida del propio animal, mezclada con ciclamen y polvo de mineral, servía como remedio contra los cálculos renales que producía su consumo.
Thevet apenas describió al animal y sólo dijo de él que medía unos nueve pies de largo (2,70 m) y que estaba cubierto de escamas muy resistentes, aunque no tan fuertes como las de los cocodrilos. Ambroise Paré, que lo llamó erróneamente orobon, sólo añadió a su descripción que era muy violento contra otros peces. La imagen con la que acompañaron sus obras nos muestra un animal que dista bastante de un pez ordinario, ya que plasmaron al orabou como una bestia con orejas y un feroz rostro barbado similar al de un gato; además tenía cuatro patas terminadas en garras palmípedas y su espalda estaba jorobada y cubierta de espinas.
Los árabes que habitaban esta montaña sufrían de cálculos renales más que cualquier otro pueblo del mundo ya que se alimentaban del orabou, cuyo sabor era tan horrendo que el propio Thevet llegó a afirmar que era preferible comer carne de camello viejo o de mastín libanés antes que la del pez. Por suerte, la grasa derretida del propio animal, mezclada con ciclamen y polvo de mineral, servía como remedio contra los cálculos renales que producía su consumo.
Thevet apenas describió al animal y sólo dijo de él que medía unos nueve pies de largo (2,70 m) y que estaba cubierto de escamas muy resistentes, aunque no tan fuertes como las de los cocodrilos. Ambroise Paré, que lo llamó erróneamente orobon, sólo añadió a su descripción que era muy violento contra otros peces. La imagen con la que acompañaron sus obras nos muestra un animal que dista bastante de un pez ordinario, ya que plasmaron al orabou como una bestia con orejas y un feroz rostro barbado similar al de un gato; además tenía cuatro patas terminadas en garras palmípedas y su espalda estaba jorobada y cubierta de espinas.
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Grabado de La cosmografía universal de André Thevet |
Fuentes
A Book of Creatures: Orabou.Paré, Ambroise: Les oeuvres d'Ambroise Paré. Nicolas Buon, Paris (1579).
Paré, Ambroise: Monstruos y prodigios. Siruela, Madrid (1997).
Thevet, André: La cosmographie universelle d'André Thevet (vol. I). Guillaume Chaudiere, Paris (1575).