Onyudo

Los Ōnyūdō (japonés: 大入道; sacerdote gigante), también conocidos como ōbozu (japonés: 大坊主; monje gigante), son unos yokai que se aparecen en las zonas montañosas de todo Japón como siniestros monjes de tamaño gigantesco. Los hay de diversas clases y tienen diferentes comportamientos y tamaños: los más pequeños rondan los dos o tres metros, pero los más grandes pueden incluso superar la cima de una montaña. Por lo general también son capaces de cambiar de tamaño a voluntad.

Es posible que la gran mayoría de ellos sean en realidad otros yokai bromistas, como los tanuki, kitsune, kawauso o itachi, que adoptan esta forma para asustar a los humanos. Por ejemplo, el ōnyūdō que se aparecía en el santuario sintoísta de Itsukushima en Asahi resultó ser el espíritu de una gran calabaza y el engaño sólo se descubrió cuando un peregrino golpeó al gigante en la cabeza con su vara.

En el período Edo, un hombre llamado Zen'emon que vivía en los alrededores de la actual Toyohashi aseguró que vio a uno de estos monjes y que debía medir un jo y tres o cuatro shaku (algo más de 4 metros). Este era bastante pequeño si lo comparamos con el que se manifestaba en el monte Ibuki, el cual era tan grande que sus pisadas hacían temblar la tierra como un terremoto. Cuando apareció una noche lluviosa de otoño lo hizo con lo que parecían un par de antorchas a cada lado de su cuerpo. Al día siguiente, los aldeanos del lugar vieron cómo la hierba que había junto a los caminos estaba aplastada y quemada. Según los ancianos, ese ōnyūdō siempre seguía el mismo camino: salía del lago Myojin y se dirigía hasta la cima del monte Ibuki.

En la prefectura de Tottori hay un bosque donde se venera a Nomi no Sukune, figura legendaria que inventó el sumo. El caso es que este bosque acabó cobrando fama porque comenzó a manifestarse en el lugar él un siniestro ōbozu. Hata Hanyata, un famoso guerrero del clan Tottori, sintió curiosidad por tal evento y se encaminó al bosque para encontarse con la criatura. Antes de iniciar su búsqueda, decidió entrar en un establecimiento de té que había cerca y le comentó al dueño su intención de derrotar al monstruo.

Una vez oscureció, Hanyata se adentró en el bosque y el ōbozu, tan grande que casi rozaba las nubes, apareció ante él precedido de un terrible viento. La criatura dirigió su terrible mirada al guerrero, pero como éste no se amedrentaba ni mostraba temor alguno, perdió el interés y desapareció sin dejar rastro. Hanyata regresó al establecimiento del té y le describió al hombre el espíritu que había visto. Ante esto, el dueño le preguntó: «¿Era más o menos de este tamaño?»; entonces se transformó en el gigantesco ōbozu y el guerrero se desmayó del susto. Había sido engañado por el espíritu desde un principio, porque al despertar descubrió que nunca hubo en el lugar un establecimiento de té.

Ilustración de Shigeru Mizuki

Fuentes

Meyer, Matthew: El desfile nocturno de los cien demonios. Quaterni, Madrid, 2019.
Mizuki, Shigeru: Enciclopedia Yokai Vol. 2. Satori, Gijón, 2018.

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