Cercopes

En la mitología griega, los Cercopes (en griego Κερκωπες; plural de Κέρκωψ, de κέρκος, kerkos "cola") eran traviesas criaturas de los bosques que vivían en las Termópilas o en Eubea, pero vagaban por el mundo y podían aparecer en cualquier lugar donde ocurriesen travesuras. Eran dos hermanos, pero recibieron varios nombres: Pásalo y Acmón, Oíos y Euríbato o Silos y Tribalos, dependiendo del contexto, pero normalmente son considerados hijos de Tía y Océano, y por tanto espíritus antiguos. Eran proverbiales mentirosos, tramposos y brillantes truhanes.

Durante la época en la que Heracles fue esclavo de Ónfale en Líbia, los Cercopes intentaron robarle sus armas, ignorando las advertencias de su madre Tía, la cual les decía que se mantuvieran alejados del "gran trasero negro" (Melampigo). Solían rondar el lecho de Heracles todas las noches, hasta que una noche los asió y se los llevó colgando cabeza abajo de un palo que llevaba al hombro. Ahora bien, el trasero de Heracles, que no quedaba cubierto por la piel del león de Nemea, estaba bronceado, casi negro, por la exposición al sol, y los Ceropes estallaron en carcajadas al verlo. Tal fue su risa que Heracles también se echó a reír y los liberó.

En otro mito, Zeus los transformó en monos (de donde tenemos el género Cercopithecus), en un intento de explicar el origen de sus nombres (hombres con cola). En otro mito recogido por Ferécides de Leros, Zeus los transformó en piedra por intentar engañarle incluso a él, concretamente en la piedra que se muestra a los visitantes de las Termópilas.

 La metamorfosis de Ovidio - Antonio Tempesta 

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