Leviatán

Leviatán (del hebreo לִוְיָתָן, liwyatan, "enrollado, enroscado") es una bestia marina del Tanaj o Antiguo Testamento, a menudo asociada con Satanás, creada por Dios según Génesis 1:21, donde es mencionado de forma implícita. El término Leviatán ha sido reutilizado en numerosas ocasiones como sinónimo de un gran monstruo o criatura marina.

El Leviatán es mencionado seis veces en el Tanaj, descrito detalladamente en Job 41:1-34 como una fuerza colosal de la naturaleza que los seres humanos jamás podrían controlar, pero que es sometido ante el poder de Dios:
¿Pescarás tú al leviatána con un anzuelo o sujetándole la lengua con una cuerda? ¿Le pondrías una soga en las narices? ¿Perforarías con un garfio su quijada? ¿Multiplicará ruegos él delante de ti? ¿Te hablará con palabras lisonjeras? ¿Hará un pacto contigo para que lo tomes por esclavo para siempre? ¿Jugarás con él como con un pájaro? ¿Lo atarás para tus niñas? ¿Harán banquete con él los compañeros? ¿Lo repartirán entre los mercaderes? ¿Cortarás tú con cuchillo su piel, o con arpón de pescadores su cabeza? Pon tu mano sobre él: recordarás luego la lucha y no volverás a hacerlo. En cuanto a él, toda esperanza queda burlada, porque aun a su sola vista la gente se desmaya. Y nadie hay tan osado que lo despierte; ¿quién podrá permanecer delante de mí? Porque ¿quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya? ¡Todo lo que hay debajo del cielo es mío!
No guardaré silencio sobre sus miembros, ni sobre sus fuerzas y la gracia de su disposición. ¿Quién levantará la cubierta que lo reviste? ¿Quién se acercará a su doble coraza? ¿Quién abrirá la puerta de sus fauces? ¡Las hileras de sus dientes espantan! Su espalda está cubierta de fuertes escudos, soldados estrechamente entre sí. El uno se junta con el otro de modo que el viento no pasa entre ellos. Unido está el uno con el otro, trabados entre sí, no se pueden separar. Cuando estornuda, lanza relámpagos; sus ojos son como los párpados del alba. De su boca salen llamaradas; centellas de fuego brotan de ella. De sus narices sale humo, como de una olla o caldero que hierve. Su aliento enciende los carbones; de su boca salen llamas. En su cerviz está su fuerza, y delante de él cunde el desaliento. Aun las partes más tiernas de su carne están endurecidas, son firmes en él, no se mueven. Firme es como una piedra su corazón, fuerte como la piedra de un molino. Cuando se levanta, los fuertes tienen temor y retroceden a causa de su desfallecimiento. Aunque la espada lo alcance, no se le clavará; ni tampoco la lanza, el dardo o la jabalina. Para él, el hierro es como paja y el bronce como madera podrida. La saeta no lo hace huir y las piedras de honda le son como paja. Toda arma le es como hojarasca y se burla del silbido de la jabalina. Por debajo tiene escamas puntiagudas que imprimen su huella en el barro. Hace hervir como una olla las aguas profundas y las vuelve como una olla de ungüento. En pos de sí resplandece su estela, hasta parecer cano el abismo. No hay en la tierra quien se le asemeje; es un animal hecho exento de temor. Menosprecia toda arrogancia y es rey sobre toda otra fiera».
En Salmos 74:13-14 se dice que Dios "rompió la cabeza del Leviatán en pedazos" antes de dar su carne a los moradores del desierto. En Salmos 104:26 se alaba a Dios por haber creado todas las cosas, incluyendo al Leviatán, y en Isaías 27:1 se le llama "serpiente enroscada", que morirá en el final de los tiempos.

Más tarde, fuentes judías describen al Leviatán como un dragón que vive sobre el lecho del abismo, y que, junto al Behemot, será servido como festín a los justos al final de los tiempos. Rashi declara en unos midrash judíos (explicaciones del Tanaj): «Dios creó un Leviatán macho y una hembra, entonces mató a la hembra y la dio de comer a los honestos, ya que si los leviatanes llegaran a procrear el mundo no podría existir por ellos».

El enorme tamaño del Leviatán es descrito por Johanan bar Nappaha: «Una vez que íbamos en barco vimos un pez que asomó la cabeza fuera del agua. Tenía cuernos sobre los que estaba escrito: "Yo soy una de las criaturas más humildes que habitan en el mar. Mido 300 millas de longitud (480 km), y hoy entraré en las fauces del Leviatán"» (B.B. lc).

El rabino Dimi, en nombre del rabino Johanan, afirma que cuando el Leviatán tiene hambre exhala por su boca un ardor tan grande que podría hacer que todas las aguas de las profundidades entren en ebullición, y si pusiera la cabeza en el Paraíso ninguna criatura viva podría soportar el olor que desprende. Su morada está en el Mar Mediterráneo; y las aguas del río Jordán caen en su boca.

En el midrash llamado Pirke de-Rabbi Eliezer se dice que la ballena que se tragó a Jonás evitó ser devorada por el Leviatán, el cual se come una cada día.

El cuerpo del Leviatán, en especial sus ojos, posee un gran poder de iluminación. Esta era la opinión del rabino Eliezer, quien le explicó durante un viaje al rabino Joshua que una luz que los sorprendió probablemente procedía de los ojos del Leviatán. Se refirió a su compañero con las palabras de Job 41:18: «Sus estornudos dan destellos de luz, y sus ojos son como los párpados del alba». Sin embargo, a pesar de su fuerza sobrenatural, el Leviatán tiene miedo de un pequeño gusano llamado "kilbit", que se aferra a las branquias de los peces grandes y los mata (Shab. 77b).

En el Talmud, el Leviatán es mencionado en Avoda Zara 3b: «Rav Yehuda dice, hay doce horas en un día. En las primeras tres horas Dios se sienta y aprende el Torá, las segundas tres horas él se sienta y juzga el mundo. Las terceras tres horas Dios alimenta al mundo entero... el cuarto periodo de tres horas Dios juega con el Leviatán».

Un comentario en el libro de rezos de Artscroll agrega: «El Leviatán era un pez monstruoso creado en el quinto día de la creación». Y en el Baba Batra 74b del Talmud se dice que, tras el Armagedón, el Leviatán será destruido y su carne será servida, junto a la del Behemot y el Ziz, como banquete para el honrado y su piel se usará para cubrir la tienda donde ocurrirá el banquete.

Una leyenda rabínica describe la gran batalla que tendrá lugar entre el Leviatán y el Behemot al final de los tiempos:
«Se entrelazarán entre sí y entablarán combate, con sus cuernos el Behemot cornea con fuerza, el pez [Leviatán] emergerá a su encuentro con sus aletas, con poder. Su creador se acercará a ellos con su poderosa espada [y matará a ambos]. De la hermosa piel del Leviatán, Dios construirá toldos para albergar a los justos, que se comerán la carne del Behemot y del Leviatán en medio de gran alegría y regocijo».
Sidur, p. 719.
El Leviatán también puede ser interpretado como el mar en sí mismo, con sus contrapartes, Behemoth, que es la tierra y el Ziz, el aire. Algunos eruditos han interpretado al Leviatán, y otras referencias al mar en el Viejo Testamento, como referencias altamente metafóricas a los merodeadores del mar que aterrorizaron alguna vez el Reino de Israel. 

La interpretación cristiana del Leviatán le considera a menudo como un demonio asociado con Satán o el Diablo, y algunas especulan que éste es el mismo monstruo que Rahab (Isa 51:9). En la demonología medieval, un Leviatán es un demonio acuático que intenta poseer a las personas, siendo éstas difíciles de exorcizar.

En la religión satanista, según la Biblia Satánica de Anton Szandor Lavey, se dice que Leviatán es uno de los cuatro príncipes del infierno, junto a Satán, Lucifer y Belial. Representa al elemento del agua y gobierna el Oeste en el infierno y en la Tierra

Para Santo Tomás de Aquino, Leviatán era el demonio de la envidia y, de entre todos los habitantes del Averno, él era el primero en encargarse de castigar a los envidiosos. Según el jesuita Peter Binsfeld, Leviatán es, dentro de los siete príncipes del infierno, el que representa el pecado capital de los celos. Al menos así lo describe dentro de su De confessionibus maleficorum et sagarum, libro que es uno de los pilares de la demonología renacentista (1589).

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