Kurupi

En la mitología guaraní, Kurupí es uno de los monstruos legendarios, quinto hijo de Tau y Keraná.

Tiene la apariencia de un hombre más bien bajo, fornido, muy moreno, retacón y extremadamente feo con manos y pies velludos. No posee coyunturas, por lo que su cuerpo es de una sola pieza. En algunas versiones tiene los pies hacia atrás por lo que es muy difícil seguirlo. Sin embargo su principal característica es su enorme y larguísimo pene que lleva enrollado a la cintura, el cual usa para atrapar a sus víctimas.

Sus ataques a las mujeres solas que se aventuran por la selva por leña son mucho más agresivos y crueles que los de su hermano Yasy Yateré. El Kurupí viola y mata a sus víctimas. Sin embargo, su mayor diversión es raptar a las vírgenes, quienes desaparecen misteriosamente para regresar embarazadas y listas para parir a los siete meses. Los hijos de Kurupí mueren al séptimo día por un extraño mal. También se dice que con sólo verlo, las mujeres se vuelven locas.

Kurupí es el genio de los animales silvestres, especialmente de los sementales. No abandona nunca la selva donde reina con el poder de su sensualidad, excepto para raptar a sus víctimas.

Una forma de huir de este engendro es cortándole el pene, con lo cual se vuelve inofensivo. Otra opción es trepar a un árbol, ya que al carecer de articulaciones no podrá subir.

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