Los sátiros (griego: Σάτυροι, Satyroi) son criaturas masculinas que en la mitología griega acompañaban a Pan y Dioniso, vagando por bosques y montañas. Están relacionados con el apetito sexual y la fertilidad, por esto los pintores de vasijas solían representarlos con erecciones perpetuas.
La apariencia de los sátiros suele variar con ligeras modificaciones según el autor, pero por lo general tienen el pelo hirsuto, la nariz redonda y respingona, las orejas puntiagudas, como de animal, y cola similar a la de un caballo. En el arte han sido representados en diferentes estadios de su vida: los más viejos eran llamados silenos en honor a Sileno, y eran calvos y barbudos, y a los más jóvenes se les conocía como satiriscos (latín: satyriscus), siendo el más famoso el Sátiro en reposo, de Praxíteles. Los sátiros pertenecían al cortejo de Dioniso. Diodoro Sículo cuenta en su Biblioteca histórica como éste «llevaba a su alrededor a los sátiros, y que éstos, con sus danzas y sus cantos de macho cabrío (tragóidía), proporcionaban al dios mucha alegría y placer. En suma, las Musas, que le asistían y le deleitaban con las excelentes cualidades que habían adquirido en su educación, y los Sátiros, con sus actividades que promueven la risa, procuraban a Dioniso una vida feliz y agradable».
Son aficionados al vino y es común verlos con copas o tirsos (símbolo de Dioniso) en las manos, además de aparecer con flautas, siringas, bastones de pastor y llevando pieles de animal como vestimentas y coronas de hiedra o vid. Escritores posteriores, especialmente los poetas romanos, confundieron los sátiros con los panes y los faunos italianos y acabaron utilizando ambos términos como sinónimos, otorgándole a los sátiros cuernos y patas de cabra. Ovidio relacionaba a estas criaturas en su Metamorfosis catalogándolos de hermanos: «A él los campestres faunos, de las espesuras númenes, y sus sátiros hermanos…». Con el tiempo, poetas y artistas concibieron la idea de sátiros femeninos, mujeres con cuernos y patas de cabra, aunque originalmente no pertenecían a la mitología clásica.
Su genealogía varía según el autor. Estrabón, en su Geografía, los catalogaba de deidades y citaba su parentesco, haciéndolos hermanos de las oréades y los Curetes:
Son aficionados al vino y es común verlos con copas o tirsos (símbolo de Dioniso) en las manos, además de aparecer con flautas, siringas, bastones de pastor y llevando pieles de animal como vestimentas y coronas de hiedra o vid. Escritores posteriores, especialmente los poetas romanos, confundieron los sátiros con los panes y los faunos italianos y acabaron utilizando ambos términos como sinónimos, otorgándole a los sátiros cuernos y patas de cabra. Ovidio relacionaba a estas criaturas en su Metamorfosis catalogándolos de hermanos: «A él los campestres faunos, de las espesuras númenes, y sus sátiros hermanos…». Con el tiempo, poetas y artistas concibieron la idea de sátiros femeninos, mujeres con cuernos y patas de cabra, aunque originalmente no pertenecían a la mitología clásica.
Sileno borracho - Peter Paul Rubens o Anthony van Dyck |
«Por otra parte, respecto a estos personajes divinos citados y a su variedad de nombres, todavía podríamos encontrar algún punto de reflexión más, como el hecho de que no sólo eran conocidos como servidores de los dioses, sino que también ellos mismos eran tenidos por dioses. Hesíodo, por ejemplo, dice que de Hecátero y de la hija de Foroneo nacieron cinco hijas (Hecatérides), de las que salieron las Ninfas, diosas de los montes (oréades), y la raza de los Sátiros ineptos, nulos para el trabajo, y los Curetes, dioses juguetones, danzarines».
En Fastos, obra de Ovidio, se narra cómo Sileno es picado por unas abejas y pateado por su asno cuando intentaba coger algo de miel. Cuando pidió auxilio a los suyos y llegaron los demás sátiros, dice textualmente: «Los sátiros llegaron corriendo y se echaron a reír de la cara tumefacta del padre», dando a entender que descienden de Sileno. Nono De Panopolis, a diferencia de Ovidio, menciona en su Dionisíacas que Sileno es el padre de Astreo, Leneo y Marón, tres ancianos sátiros (silenos), y que de estos desciende el resto de sátiros, siendo entonces Sileno el abuelo de esta raza:
«También el anciano Sileno, empuñando la férula, se había pertrechado para la guerra, el hijo de doble naturaleza de la tierra, de bella cornamenta. Traía consigo a sus tres hijos en comitiva, pues Astreo se puso las armas, Marón llegó a continuación y Leneo les seguía hacia el tumulto de la expedición. Todos sostenían las manos de su padre, de montés errar, con un bastón, ese compañero de la vejez. Como le faltaran las fuerzas al anciano, su cuerpo entorpecido se sostenía gracias a un báculo florido de vid, pues contaba ya a su edad con muchos años, y de ellos había surgido la vivaz estirpe de los Sátiros, de ambigua apariencia […] Pues comoquiera que siempre se embriagan con copas de vino sin mezclar, toda la raza de los Sátiros es de audaz corazón, mas en combate no son sino fanfarrones que huyen siempre de la lucha. Lejos de ser leones, más bien son liebres de la guerra, expertos bailarines y más avezados que ningún otro en verter el suave licor de la crátera que contiene el vino».
A otros muchos sátiros se les hace hijos de dioses silvestres, como Pan y Hermes, emparejados con alguna ninfa. En Historias Curiosas de Claudio Eliano, donde el autor trabaja con etimologías posiblemente falsas, nos presenta los diversos nombres por los que se conocen a los sátiros y su significado: eran llamados títiros por los agradables cantos con los que se divertían; sátiros porque rechinan los dientes; y silenos por las burlas que hacen. Afirmaba que los «silos» eran sátiras acompañadas de bromas perversas.
Higinio cuenta en su Astronomía que los sátiros participaron en la Gigantomaquia, la lucha contra los gigantes, y que con los rebuznos de sus asnos ofrecieron cierta ventaja a los dioses:
«De acuerdo con Eratóstenes, se cuenta otra historia sobre los asnos. Después de que Júpiter declarase la guerra a los Gigantes, convocó en combate a todos los dioses, y Liber Pater (Dioniso), Vulcano, los sátiros y los silenos llegaron montados sobre asnos. Cuando apenas distaban del enemigo, los asnos entraron en pánico y rebuznaron con un estrépito que los Gigantes no habían escuchado antes. Por este ruido el enemigo huyó y por esto fue vencido».
Estos seres estaban relacionados con la música, el alcohol y las fiestas, y muchos aparecen tocando instrumentos musicales. Marsias podría ser el sátiro más famoso en este tema, pues desafió a Apolo en una competición musical tras encontrarse unas flautas que Atenea había tirado porque afeaban su cara al tocarlas. El que ganara podía pedir del otro lo que quisiera, y resultó vencedor Apolo con su cítara, pues la giró y cantó mientras la tocaba, cosa que Marsias no podía hacer con su flauta. Como castigo, Apolo colgó a Marsias de un pino y le quitó la piel.
Otros sátiros destacados son Ámpelo, amante de Dioniso que fue convertido en parra tras morir en un accidente con un toro y Croto, hijo de Pan y de la ninfa Euterpe, que fue convertido en la constelación de Sagitario por elogiar la música de las Musas.
Los sátiros también destacaban por su desmesurada lujuria, y en muchos de sus mitos aparecen acosando a ninfas y mujeres. En la Biblioteca Mitológica de Apolodoro y las Fábulas de Higinio aparece el mito de Amimone con algunas variaciones, donde la muchacha, hija de Dánao, fue asaltada por un sátiro cuando buscaba agua:
Apolo y Marsias - Bartolomeo Manfredi |
Los sátiros también destacaban por su desmesurada lujuria, y en muchos de sus mitos aparecen acosando a ninfas y mujeres. En la Biblioteca Mitológica de Apolodoro y las Fábulas de Higinio aparece el mito de Amimone con algunas variaciones, donde la muchacha, hija de Dánao, fue asaltada por un sátiro cuando buscaba agua:
«Pero estando el país falto de agua, porque Poseidón irritado con Ínaco había desecado las fuentes por haber testimoniado éste que la región pertenecía a Hera, Dánao envió a sus hijas a buscar agua. Una de ellas, Amimone, mientras buscaba agua disparó un dardo sobre un ciervo y alcanzó a un sátiro que dormía, se despertó y deseó yacer con ella. Entonces se apareció Posidón y el sátiro huyó, y Amimone se unió con él; por ello Posidón le reveló las fuentes de Lerna».
Biblioteca Mitológica, Apolodoro.
«Amimone, hija de Dánao, fue enviada por su padre a buscar agua para celebrar un sacrificio. Mientras la buscaba, se quedó dormida de cansancio. Un sátiro quiso violarla. Ella imploró la ayuda de Neptuno. Entonces éste lanzó contra el sátiro su tridente, que se incrustó en una piedra; y Neptuno puso en fuga al sátiro. Al preguntarle éste a la muchacha (qué estaba haciendo) en un lugar solitario, ella le respondió que su padre la había enviado a buscar agua. Neptuno la forzó. En pago de ello le concedió un favor y le ordenó extraer su tridente de la piedra. Cuando ella lo hubo extraído, manaron tres chorros de agua, que por el nombre de Amimone fueron llamados "Fuente Amimonia". De esta unión nació Nauplio. Esta fuente fue llamada más tarde "Fuente de Lerna".
Fábulas, Higinio.
En la Descripción de Grecia de Pausanias también aparece la brutalidad con la que los sátiros abordan a las mujeres:
«Hay una piedra no grande, pero de dimensiones suficientes como para que pueda sentarse un hombre pequeño. Sobre ésta dicen que, cuando Dioniso vino a la tierra, descansó Sileno. Llaman silenos a los sátiros más viejos. Deseando saber más que otro acerca de quiénes son los sátiros conversé acerca de ellos con muchas personas. Eufemo, un cario, [me] contaba que, cuando navegaba hacia Italia, fue desviado de su ruta por los vientos y fue arrastrado hasta el mar exterior, por donde todavía no se navega. Decía que había muchas islas desiertas y que en otras habitaban unos hombres salvajes. Los marineros no querían desembarcar en estas islas, porque ya antes habían desembarcado y no desconocían a los que vivían en ellas, pero también entonces fueron obligados. Éstas eran llamadas por los marineros Satíridas, y sus habitantes estaban tostados por el sol, y tenían atrás una cola no mucho más pequeña que la de los caballos. Ellos, cuando nos vieron, corrieron hacia la nave sin emitir ningún sonido y se lanzaron sobre las mujeres de la nave. Finalmente, los marineros, asustados, desembarcaron en la isla a una mujer bárbara; los sátiros, entonces, la ultrajaron no sólo por donde está establecido, sino también por todo el cuerpo».
Bartholomeus Anglicus incluso menciona en el De proprietatibus rerum que cuando los sátiros encuentran a una mujer perdida por el desierto la llegan a matar durante la cópula, describiéndolos con cuernos y patas de cabra como a los faunos en una lista en la que menciona a otros hombres salvajes, mencionando que San Antonio vio a uno de estos en sus visiones en el desierto, diciéndole: «Mortal, soy yo uno de los que en el desierto moran, que los paganos engañados llaman sátiros o faunos y los adoran». De su inconmensurable lujuria proviene el término satiriasis para referirse a la hipersexualidad en los hombres, mientras que para las mujeres se utiliza el término ninfomanía.
Al traducirse al griego el Antiguo Testamento se utilizó el término sátiro o cabras peludas para referirse a los demonios que habitaban en el desierto, los se'irim (peludos), a los que los israelitas ofrecían sacrificios. Quizás por esto es común representar a los demonios con atributos caprinos, como los sátiros, los panes y los faunos.
Al traducirse al griego el Antiguo Testamento se utilizó el término sátiro o cabras peludas para referirse a los demonios que habitaban en el desierto, los se'irim (peludos), a los que los israelitas ofrecían sacrificios. Quizás por esto es común representar a los demonios con atributos caprinos, como los sátiros, los panes y los faunos.
Sátiro y mujer - Austin Osman Spare |
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