Los Grigori (del griego ἐγρήγοροι; egrḗgoroi, Observadores o vigilantes), también conocidos como hijos de Elohim (en hebreo בני האלהים, bnei ha'elohim); son un grupo de ángeles caídos de la mitología judeocristiana mencionados en algunos textos apócrifos bíblicos y en el Libro del Génesis.
En el libro de Daniel 4:13, 17 y 23 aparecen tres referencias a los seres que vio el rey Nabucodonosor en un sueño, a los que llama «vigilantes» o «santos». En su sueño vio un gran árbol, y una de estas criaturas descendió del cielo y le dijo que ese árbol debía ser talado, que acabaría desterrado y alimentado con hierbas, como las bestias, afirmando que ese castigo es «por decreto de los Vigilantes, y la orden es por decisión de los santos, con el fin de que sepan los vivientes que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres». Daniel, tras escuchar el sueño del rey meditó por una hora y contestó:
«Y en cuanto al vigilante, al santo que el rey vio, que descendía del cielo y decía: "Derribad el árbol y destruidlo, pero dejad el tocón con sus raíces en la tierra, con ataduras de hierro y bronce en la hierba del campo, y que se empape con el rocío del cielo, y que comparta con las bestias del campo, hasta que pasen sobre él siete tiempos" [...] Serás echado de entre los hombres, y tu morada estará con las bestias del campo, y te darán hierba para comer como al ganado, y serás empapado con el rocío del cielo; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres y que lo da a quien le place».
El primer libro de Enoc dedicó gran parte de su atención a la caída de los Vigilantes. El Segundo libro trata sobre los Vigilantes que están en el quinto cielo, donde tuvo lugar su caída, y en el Tercer Libro de Enoc se habla de los Vigilantes no caídos.
En el libro de Enoc, los Vigilantes, son ángeles enviados a la Tierra para vigilar a los seres humanos, pero pronto sucumbieron a la lujuria por las mujeres humanas y por la insistencia de su líder Semyazza, que instigó a los demás para no ser el único que pecase con las humanas. Como resultado de esta unión surgieron los Nefilim, gigantes salvajes que saqueaban la tierra y pusieron en peligro a la humanidad. Semyazza y sus ángeles les enseñaron artes y tecnologías tales como armamento, cosméticos, la fabricación de espejos, la hechicería y otras técnicas que de otro modo la humanidad habría descubierto gradualmente con el tiempo. Eventualmente, Dios envió un diluvio para librar a la Tierra de estos gigantes, pero primero envió al ángel Uriel a advertir a Noé para que prevaleciese la raza humana. Los Vigilantes están confinados «en los valles de la Tierra» hasta el Día del Juicio. En Judas 1:6 se dice que los ángeles caídos están en "prisiones eternas, bajo tinieblas, hasta el Día del Juicio.
Según el Libro de Enoc, los Grigori suman un número de 200 pero sólo sus líderes son mencionados:
Estos son los nombres de sus jefes: Samyaza, que era su líder, Arâkîba, Râmêêl, Kôkabîêl, Tâmîêl, Râmîêl, Dânêl, Êzêqêêl, Barâqîjâl, Asâêl, Armârôs, Batârêl, Anânêl, Zaqîêl, Samsâpêêl, Satarêl, Tûrêl, Jômjâêl, Sariêl. Estos eran los prefectos de los doscientos ángeles, y el resto eran todo con ellos.
En el capítulo 18 del segundo Libro de Enoc los Grigori aparecen como un incontable ejercito de soldados de apariencia humana, y «más altos que el más grande de los gigantes». Están ubicados en el quinto cielo y se identifican como «los Grigori, que con su príncipe Satanail rechazaron al Señor de la luz» (Libro II Enoc 18:1-7). Una versión añade que «algunos descendieron a la tierra desde el trono del Señor» y que su número era de tres, doscientos o doscientos miríadas. En la tierra se casaron con mujeres humanas y «ensuciaron la tierra con sus obras», siendo encerrados bajo tierra como castigo.
Ángeles caídos en El paraíso perdido - Gustave Doré |
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