Bunyip

El bunyip, o kianpraty, es una criatura perteneciente a la mitología de los aborígenes australianos, que acecha en pantanos, meandros (billabongs), arroyos, ríos y pozos. El origen de la palabra bunyip se ha rastreado hasta el idioma Wemba-Wemba de los aborígenes del sudeste de Australia, y, según los aborígenes actuales, significa «demonio» o «espíritu malvado». Las descripciones de los bunyips varían enormemente. Por lo general son considerados monstruos marinos, y las descripciones más comunes les atribuyen características tales como hocico de perro, cabeza de cocodrilo, pelo negro, cola de caballo, colmillos de morsa, cuernos, o, incluso, pico de pato. 

Durante los primeros asentamientos europeos en Australia se extendió la idea de que el bunyip era un animal real que estaba a la espera de ser descubierto. Los primeros colonos europeos, no familiarizados con los sonidos de la peculiar fauna de la isla, consideraban al bunyip uno de los más extraños animales de Australia, al que atribuían los gritos y bramidos de otros animales. Entre los años 1840 y 1850 se dieron un gran número de avistamientos de esta criatura, sobre todo en las colonias del sureste de Victoria, Nueva Gales del Sur y el sur de Australia.


Uno de los primeros registros relacionados con una criatura acuática desconocida data de 1818, cuando Hamilton Hume y James Meehan encontraron unos enormes huesos en el Lago Bathurst, en Nueva Gales del Sur. No identificaron estos restos con el bunyip, pero describieron a la criatura como un animal similar al hipopótamo o el manatí. Los actuales criptozoólogos mantienen la teoría de que los bunyips son en realidad el extinto diprotodon, un gigantesco marsupial terrestre que habitaba cerca del agua, cuyos fósiles fueron encontrados a mediados de 1830 por Thomas Mitchell e identificados y catalogados más tarde por el paleontólogo Richard Owen.

En julio de 1845, The Geelong Advertiser anunció el descubrimiento de unos fósiles cerca de Geelong, bajo el titular «Maravilloso descubrimiento de un nuevo animal». Según el periódico: «Se mostró uno de los huesos a un "negro inteligente", y afirmó que pertenecía al bunyip, el cual dijo que llegó a ver. Al pedirle que hiciera un dibujo de la criatura, lo hizo sin dudarlo». También se tomó nota de una historia en la que una mujer aborigen fue asesinada por un bunyip, mostrando como evidencia a un hombre llamado Mumbowran, que mostraba varias heridas profundas en el pecho hechas por las garras del animal. La descripción que se dio de la criatura fue la siguiente:
«El bunyip, pues, se representa como una mezcla de pájaro y de cocodrilo. Tiene una cabeza que recuerda a la del emu, con un largo pico, cuyo extremo tiene una protuberancia de bordes serrados, como la cola de la raya, a cada lado. Su cuerpo y patas tienen las características del cocodrilo. Las patas traseras son muy gruesas y fuertes, y las patas delanteras son mucho más largas, pero de igual fuerza. Sus extremidades acaban en largas garras, pero los negros dicen que suele matar a sus presas con un abrazo mortal. Cuando está en el agua nada como una rana, y cuando sale a la orilla se sostiene sobre sus patas traseras, con la cabeza erguida. En esta posición llega a alcanzar los doce o trece pies de alto (4m)».
Otro de los primeros relatos relacionados con el bunyip se le atribuye al preso fugado William Buckley. En su biografía dejó constancia de una extraña criatura allá por 1852: «En el Lago Moodewarri (Lago Modewarre en la actualidad)... es un extraordinario animal anfibio, los nativos lo llaman Bunyip». Según el relato de Buckley, vio a esta criatura en varias ocasiones, y añade: «Nunca pude ver ninguna parte de su cuerpo excepto la espalda, parecía estar cubierto de plumas de un color gris oscuro. Debía ser aproximadamente del tamaño de un becerro en plena madurez...». Buckley también afirmó que la criatura solía frecuentar el río Barwon, y cita que escuchó rumores de una mujer aborigen que fue asesinada por un bunyip. También hizo hincapié en que el bunyip tiene poderes sobrenaturales.

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