Zahhak

Zahhāk, también conocido como Zahāk o Zohhāk (Pronunciación: [zæhɒːk]; Persa: ضحاک‎‎/ذهاک), es un malvado personaje de la mitología persa, que en el folclore del antiguo Irán y en los textos del Avesta era conocido como Aži Dahāka (Azh dahak). En persa medio es conocido como Dahāg o Bēvar-Asp («el que tiene 10000 caballos»). En el zoroastrismo, Zahak, bajo el nombre de Aži Dahāka, es considerado el hijo de Angra Mainyu, el enemigo de Ahura Mazda

Aži (cuyo nominativo es ažiš) es el nombre iraní avéstico para referirse a una «serpiente monstruosa» o a un «dragón». En la mitología persa, Dahāka se trata como un nombre propio, y es el origen de Ḍaḥḥāk (Zahhāk) del Shāhnāme. El nombre Dahāg (Dahāka) se puede interpretar en el sentido de «tener diez pecados. Su madre es Wadag (o Ōdag), descrita como una gran pecadora que cometió incesto con su hijo.

El Aži Dahāka es el más importante y conocido de los aži (serpientes/dragones) del Avesta, los textos más antiguos del zoroastrismo. Se describe como un monstruo con tres bocas, seis ojos y tres cabezas (presumiblemente tres cabezas con una boca y dos ojos cada una), astuto, fuerte y demoníaco. Aunque, en otros aspectos, Aži Dahāka tiene cualidades humanas y no es un mero animal. En un texto zoroástrico posavéstico, el Dēnkard, Aži Dahāka está dotado con todos los pecados, al contrario del buen rey Jamshid.

En el Avesta, se dice que Aži Dahāka vivía en la inaccesible fortaleza de Kuuirinta, en la tierra de Baβri (posiblemente Babilonia), donde adoraba a los yazatas Arədvī Sūrā (Anāhitā), divinidad de los ríos, y Vayu, divinidad de los vendavales. Aži Dahāka les pidió a estos dos yazatas el poder de despoblar el mundo, pero al ser representantes del Bien se negaron. También se dice que tenía un hermano llamado Spitiyura, juntos atacaron al rey Jamshid y le cortaron por la mitad con una sierra, convirtiéndose en rey y tomando a las hijas de Jamshid, Arnavāz y Shahrnavāz, como esclavas. Finalmente fueron derrotados por el yazata Ātar, el espíritu divino del fuego. Un texto zoroástrico tardío, el Mēnog ī xrad, dice que este hecho fue bueno, ya que si Dahāg no se hubiera convertido en rey, la tierra hubiese sido gobernada por el demonio inmortal Xešm (Aēšma), y el mal habría reinado en la tierra hasta el fin del mundo. Se dice que Dahāg gobernó durante mil años, empezando 100 años después de que Jamshid perdiera su xvarənah, su gloria real. Es descrito como un hechicero que gobernó con la ayuda de los demonios, los daevas (divs).

El Avesta, por el contrario, identifica a la persona que derrotó a Aži Dahāka como Θraētaona, hijo de Aθβiya, conocido como Frēdōn (Fereydun) en persa medio, dándose más detalles de su hazaña en el Dēnkard. Se dice que Frēdōn fue dotado con el fulgor divino de los reyes (xvarənah) desde el nacimiento, y fue capaz de vencer a Dahāg a los nueve años de edad, hiriéndole en el hombro, el corazón y el cráneo con una maza hecha con la cabeza de un buey y haciéndole tres heridas con una espada. Sin embargo, cuando lo hizo, surgieron toda clase de alimañas (serpientes, insectos y otros seres) de las heridas, por lo que el dios Ormazd le dijo que no a matara a Dahāg para evitar que el mundo fuera infestado con estas criaturas. En lugar de ello, Frēdōn encadenó a Dahāg y lo encarceló en el mítico monte Damāvand (la montaña más alta de la cadena Alborz) cubriéndolo con la piel de un león unida a unos grandes clavos fijados en las paredes de la caverna, donde permanecerá hasta el fin del mundo. Una profecía dice que cuando llegue el fin del mundo, Aži Dahāka romperá sus cadenas y devastará el mundo devorando uno de cada tres humanos y ganado. Kirsāsp, el antiguo héroe que había dado muerte al Az ī Srūwar, regresará a la vida para acabar con Dahāg.


En el poema épico de Ferdousí, Shāhnāma, escrito en el 1000 d.C., se vuelve a contar la leyenda de Dahāg, donde se le da el nombre de Zahhāk. Según Ferdousí, Zahhāk (transliteración árabe:  ازدهاق; Ḍaḥḥāk) fue el hijo de un gobernante árabe llamado Merdās. Debido a su origen árabe, a veces se le llama Zahhāk-e Tāzi (Zahhāk el árabe). Era apuesto e inteligente, pero no tenía estabilidad de carácter y era fácil de influenciar por malos asesores. Por eso Ahriman lo escogió como instrumento para sus planes de dominación mundial.

Cuando Zahhāk era joven, Ahriman se presentó ante él con mucha labia, como un compañero halagador, y poco a poco lo convenció para que matase a su propio padre y se hiciera cargo de sus territorios. Le dijo que cavara una profunda fosa en algún lugar que Merdās visitase con frecuencia  y la cubriese con hojas. Merdās cayó en la trampa y fue asesinado. Así Zahhāk se convirtió en parricida y rey al mismo tiempo. Luego Ahriman adoptó otro disfraz y se presentó ante Zahhāk como un maravilloso cocinero. Después ganarse sus favores con suculentos platos, Zahhāk estaba dispuesto a darle a Ahriman todo lo que quisiera. Sólo pidió besarle los hombros a Zahhāk, cosa que éste permitió, pero Ahriman desapareció al instante cuando tocó con sus labios los hombros del nuevo rey. En ese momento surgieron dos serpientes negras de los hombros de Zahhāk, las cuales no podían extirparse, pues tan pronto se cortaba una, otra ocupaba su lugar.

Entonces Ahriman se presentó ante Zahhāk como un experto médico, y le aconsejó que el único remedio era dejar que las serpientes permanecieran sobre sus hombros, y que debería satisfacer su hambre con cerebros humanos todos los días, de lo contrario las serpientes se alimentarían del suyo propio. Estas serpientes podrían representar el ansia de muerte y el sadismo de Zahhāk, y que al no satisfacer estos deseos le atormentarían. Por esto, cuando fue derrotado por Frēdōn, no se le ocurrió mejor castigo que encerrarlo en una cueva, donde las serpientes, al no tener alimento, le atacarían. Durante su reinado, los espías de Zahhāk capturaban dos hombres todos los días y los ejecutaban para que sus cerebros sirvieran de alimento a las serpientes. Dos hombres, llamados Armayel y Garmayel, querían encontrar la manera de evitar tantos sacrificios para las serpientes, por lo que aprendieron a cocinar para elaborar deliciosos platos. Fueron al palacio de Zahhāk y lograron convertirse en los chefs del palacio. A partir de ese momento salvaban a uno de los dos hombres que eran capturados, usando el cerebro de una oveja como engaño. Aquellos que evitaban la muerte debían huir y exiliarse en las montañas.

Esta historia es la manera de Ferdousí de conciliar las descripciones de Dahāg como un dragón monstruoso de tres cabezas y las historias que le tratan como un rey humano. Según Ferdousí, Zahhāk es originariamente humano, pero mediante la magia de Ahriman se convierte en un monstruo. De hecho, tiene tres cabezas, las dos cabezas de serpiente y una cabeza humana, y las serpientes nos recuerdan su caracterización original como dragón.

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