El hidro, un animal fantástico perteneciente a los bestiarios medievales, era considerado el enemigo de los cocodrilos. Isidoro de Sevilla dice de esta criatura en el libro XII de sus Etimologías que es una culebra de agua (enhydris) ya que se encuentra en tal elemento, sobre todo en el río Nilo. Cuando encuentra dormido a un cocodrilo, se revuelca primero en el barro y luego se introduce por su boca hasta llegarle al vientre; devorándole todas las entrañas hasta que muere.
El Fisiólogo recoge dicha leyenda y la convierte en una alegoría moral y cristiana, aunque no especifica de qué clase de animal se trata. Según este texto, el hidro, cuando se revuelca en el barro, se adentra en el vientre del cocodrilo y sale de él desgarrándole la tripa, representa a Cristo. Dios tomó forma terrenal (cubrirse de lodo) y al morir visitó los infiernos y los destrozó (el cocodrilo), llevándose consigo las almas que allí estaban retenidas.
Esta misma táctica para dar muerte al cocodrilo la cuenta Plinio el Viejo en el libro VIII de su Historia natural, pero el naturalista latino la atribuye en su obra a la mangosta (ichneumon). Cuando el cocodrilo está saciado de comer peces y se queda dormido en la orilla del río con la boca abierta, acude un pequeño pájaro conocido como troquilo o «rey de las aves» y le limpia las fauces. Es en este momento en el que la mangosta se lanza como una flecha hacia su boca y le roe el vientre.
Una vez más, vuelve a variar esta historia y Bartholomeus Anglicus nos da otra versión en el De proprietatibus rerum. Según lo recogido por el erudito del medievo, cuando el cocodrilo descansa en la rivera del río después de comer, acude a él un ave llamada por unos cuschilus(?) y ruiseñor por otros. El cocodrilo está tan lleno que se niega a abrir la boca, pero el pajarillo insiste tanto que le hace abrir las fauces. Entonces entra dentro y le rasca con las uñas hasta que lo duerme de placer. Cuando el cocodrilo se ha dormido, entra en su vientre y le horada las entrañas.
El Fisiólogo recoge dicha leyenda y la convierte en una alegoría moral y cristiana, aunque no especifica de qué clase de animal se trata. Según este texto, el hidro, cuando se revuelca en el barro, se adentra en el vientre del cocodrilo y sale de él desgarrándole la tripa, representa a Cristo. Dios tomó forma terrenal (cubrirse de lodo) y al morir visitó los infiernos y los destrozó (el cocodrilo), llevándose consigo las almas que allí estaban retenidas.
Esta misma táctica para dar muerte al cocodrilo la cuenta Plinio el Viejo en el libro VIII de su Historia natural, pero el naturalista latino la atribuye en su obra a la mangosta (ichneumon). Cuando el cocodrilo está saciado de comer peces y se queda dormido en la orilla del río con la boca abierta, acude un pequeño pájaro conocido como troquilo o «rey de las aves» y le limpia las fauces. Es en este momento en el que la mangosta se lanza como una flecha hacia su boca y le roe el vientre.
Una vez más, vuelve a variar esta historia y Bartholomeus Anglicus nos da otra versión en el De proprietatibus rerum. Según lo recogido por el erudito del medievo, cuando el cocodrilo descansa en la rivera del río después de comer, acude a él un ave llamada por unos cuschilus(?) y ruiseñor por otros. El cocodrilo está tan lleno que se niega a abrir la boca, pero el pajarillo insiste tanto que le hace abrir las fauces. Entonces entra dentro y le rasca con las uñas hasta que lo duerme de placer. Cuando el cocodrilo se ha dormido, entra en su vientre y le horada las entrañas.
Un hidro alado destrozando las entrañas de un cocodrilo en un bestiario medieval (MS M.81, f.15v) |
No hay comentarios:
Publicar un comentario