Los mōryō (japonés: 魍魎) son unos yokai del folklore nipón del tamaño de un niño de tres años, son de color negro rojizo, tienen los ojos rojos, orejas largas y espesa cabellera. Les encanta devorar el hígado de los muertos, por eso se les desprecia particularmente, ya que han llegado a colarse en funerales para sacar a los muertos de sus ataudes y comerse sus entrañas. Estas criaturas provenían de China y al llegar a Japón pasaron a considerarse espíritus relacionados con el agua.
En La hora del encuentro con los espíritus malignos, Matthew Meyer cuenta que estas criaturas temían a los robles y a los tigres en su original China, por lo que era común plantar estos árboles en los cementerios y adornar las calles con estatuas de tigres. Además, antes de enterrar el ataúd, un sirviente entraba en la tumba y pinchaba la tierra con una lanza para comprobar que no hubiera ningún mōryō escondido. Tambien dice que en el Mimibukuro aparece una historia en la qun mōryō estaba disfrazado de humano. Este mōryō se hacía pasar por el sirviente de un funcionario del gobierno llamado Shibata. Una noche, le dijo a Shibata que iba a dejar de estar bajo sus órdenes, ya que había muerto alguien en un pueblo cercano y debía actuar como el mōryō que era. Al día siguiente se había esfumado y unas nubes oscuras descendieron sobre el servicio fúnebre del pueblo que había mencionado. Cuando se fueron las nubes, el cuerpo del difunto había desaparecido.
En La hora del encuentro con los espíritus malignos, Matthew Meyer cuenta que estas criaturas temían a los robles y a los tigres en su original China, por lo que era común plantar estos árboles en los cementerios y adornar las calles con estatuas de tigres. Además, antes de enterrar el ataúd, un sirviente entraba en la tumba y pinchaba la tierra con una lanza para comprobar que no hubiera ningún mōryō escondido. Tambien dice que en el Mimibukuro aparece una historia en la qun mōryō estaba disfrazado de humano. Este mōryō se hacía pasar por el sirviente de un funcionario del gobierno llamado Shibata. Una noche, le dijo a Shibata que iba a dejar de estar bajo sus órdenes, ya que había muerto alguien en un pueblo cercano y debía actuar como el mōryō que era. Al día siguiente se había esfumado y unas nubes oscuras descendieron sobre el servicio fúnebre del pueblo que había mencionado. Cuando se fueron las nubes, el cuerpo del difunto había desaparecido.
Ilustración del Konjaku Gazu Zoku Hyakki - Toriyama Sekien |
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