Se podría decir que el Coco es uno de los personajes más conocidos del imaginario popular de todo el mundo. Su nombre varía entre los países hispanohablantes, pero las características que se le atribuyen casi siempre son las mismas. Se trata del asustaniños por excelencia, un ente de forma indefinida con el que los padres amedrentan a sus hijos cuando se portan mal. Cuando se habla de él, nunca se hace mención de su aspecto, sólo que se esconde en rincones oscuros, como en los desvanes, debajo de la cama o detrás de las puertas, y que se lleva o come a los niños desobedientes.
Se le puede considerar pariente cercano de los sacamantecas, hombres del saco y bichos-papãos; en los países angloparlantes tiene un equivalente en el Bogeyman, los bugbears y nursery bogies. La lista de nombres podría seguir y seguir, ya que practicamente todos los países tienen una o varias criaturas que ejercen la función del Coco.
Jesús Callejo, folklorista leonés, nos dice en Ogros, cocos y hombres del saco que el primer registro oficial del que se tiene constancia de este personaje procede de Portugal; concretamente en la obra escrita en 1518 de Gil Vicente, donde se decía que era un «fantasma que lleva una calabaza por cabeza».
En el país luso se le conoce como Coca o Cuca y, tal como refiere Gil Vicente, se cree que tiene por cabeza una calabaza que desprende luz o fuego. Según el Bestiário tradicional português, tal terrible criatura se instalaba en el techo de las casas para poder vigilar sin problemas cómo se comportaban los niños.
El nombre de esta criatura podría venir de la peculiar forma de su cabeza, ya que coloquialmente, tanto en España como en Portugal, se utiliza el término «coco» para referirse a esta parte del cuerpo. Es más, en el Sumario de la natural historia de las Indias, Gonzalo Fernández de Oviedo cuenta que al fruto de la palmera se le llama coco porque los tres orificios que presenta en su superficie recuerdan al «gesto o figura de un monillo que coca». En el antiguo español, «cocar» o «hacer cocos», significaba hacer gestos feos para espantar, supuestamente como los de este espectro. En Tesoro de la lengua castellana se le define de la siguente manera: «Coco, en el lenguaje de los niños, vale figura que causa espanto, y ninguna tanto como las que están en lo oscuro o muestran color negro».
La presencia del Coco destaca principalmente en nanas y canciones de cuna. La más antigua se remonta al siglo XVII en Auto de los desposorios de la Virgen, de Juan Caxés. En tierras andaluzas también se le llama Cancón, tal como se ve en Cantos Populares españoles, de Francisco Rodríguez Marín. En otras regiones de España, como Galicia y Asturias, nos encontramos Cocón y Cocu. Estas son algunas de las nanas que podemos encontrar en la península ibérica y en otros países hispanohablantes:
Se le puede considerar pariente cercano de los sacamantecas, hombres del saco y bichos-papãos; en los países angloparlantes tiene un equivalente en el Bogeyman, los bugbears y nursery bogies. La lista de nombres podría seguir y seguir, ya que practicamente todos los países tienen una o varias criaturas que ejercen la función del Coco.
Escena de la película Somnia: dentro de tus sueños, de Mike Flanagan |
En el país luso se le conoce como Coca o Cuca y, tal como refiere Gil Vicente, se cree que tiene por cabeza una calabaza que desprende luz o fuego. Según el Bestiário tradicional português, tal terrible criatura se instalaba en el techo de las casas para poder vigilar sin problemas cómo se comportaban los niños.
El nombre de esta criatura podría venir de la peculiar forma de su cabeza, ya que coloquialmente, tanto en España como en Portugal, se utiliza el término «coco» para referirse a esta parte del cuerpo. Es más, en el Sumario de la natural historia de las Indias, Gonzalo Fernández de Oviedo cuenta que al fruto de la palmera se le llama coco porque los tres orificios que presenta en su superficie recuerdan al «gesto o figura de un monillo que coca». En el antiguo español, «cocar» o «hacer cocos», significaba hacer gestos feos para espantar, supuestamente como los de este espectro. En Tesoro de la lengua castellana se le define de la siguente manera: «Coco, en el lenguaje de los niños, vale figura que causa espanto, y ninguna tanto como las que están en lo oscuro o muestran color negro».
La presencia del Coco destaca principalmente en nanas y canciones de cuna. La más antigua se remonta al siglo XVII en Auto de los desposorios de la Virgen, de Juan Caxés. En tierras andaluzas también se le llama Cancón, tal como se ve en Cantos Populares españoles, de Francisco Rodríguez Marín. En otras regiones de España, como Galicia y Asturias, nos encontramos Cocón y Cocu. Estas son algunas de las nanas que podemos encontrar en la península ibérica y en otros países hispanohablantes:
Ea, niña de mis ojos, duerma y sosiegue, que a la fe venga el coco si no se duerme. Versión más antigua |
Duérmete, niño chiquito mira que viene el Cancón, preguntando en cada casa, dónde está el niño llorón. Versión andaluza |
Duérmete niño, duérmete ya, que viene el coco y te va a llevar. Canto popular |
Duérmete, meniño, que ahí vèn a cocón; pra comelos nenos que non duermen, non. Nana gallega |
Duérmete, neñu, -¡Ora! ¡Ora!- Duérmete que viene el cocu a llevar toos los neños que duermen pocu. Versión asturiana |
Duérmase ya el niño, que viene el Cuco y se lleva a los niños que duermen mucho. Canción puertorriqueña |
Que viene el Coco - Grabado de Francisco de Goya |
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