El azuki-hakari (japonés: 小豆はかり; contador de judías azuki) es uno de los tres yokai, junto al azuki-arai y la azuki-baba, relacionado con las judías azuki. A diferencia de sus compañeros, que aparecen cerca de ríos, el azuki-hakari se comporta más como un poltergeist y se manifiesta en las casas humanas haciendo ruido. Nunca se le ha visto físicamente, aunque Shigeru Mizuki lo plasmó en sus obras como un pequeño hombrecillo de espesa pelambrera, barba, ojos saltones y una boca amplia con un cesto lleno de judías azuki.
En la Enciclopedia Yokai, Shigeru Mizuki recogió la historia de un azuki-hakari que se instaló en una casa de la ciudad de Edo. El samurái que vivía en ella le explicó las vivencias que tenía con este yokai a un amigo suyo, por lo que éste, movido por la curiosidad, pasó una noche en su casa para experimentarlo él mismo. El yokai no aparecía si había mucho ruido en la casa, así que decidieron esperar en silencio en el dormitorio hasta que comenzó su actividad. El samurái y su amigo oyeron unos pasos en el techo y, al detenerse, se pudo escuchar a alguien dejar caer puñados de judías en un cesto. El sonido poco a poco iba en aumento, como si se volcara una gran cantidad de judías. Al acabar, volvieron a oirse los pasos, pero esta vez en el jardín de la casa, alejándose. Cuando el amigo descorrió las ventanas para ver a la criatura, no encontró nada y el sonido desapareció por completo. El samurái le aseguró a su compañero que siempre actuaba igual y que nunca provocaba ningún daño, salvo que de vez en cuando dejaba caer desde el techo algo de tierra o virutas de papel.
En la Enciclopedia Yokai, Shigeru Mizuki recogió la historia de un azuki-hakari que se instaló en una casa de la ciudad de Edo. El samurái que vivía en ella le explicó las vivencias que tenía con este yokai a un amigo suyo, por lo que éste, movido por la curiosidad, pasó una noche en su casa para experimentarlo él mismo. El yokai no aparecía si había mucho ruido en la casa, así que decidieron esperar en silencio en el dormitorio hasta que comenzó su actividad. El samurái y su amigo oyeron unos pasos en el techo y, al detenerse, se pudo escuchar a alguien dejar caer puñados de judías en un cesto. El sonido poco a poco iba en aumento, como si se volcara una gran cantidad de judías. Al acabar, volvieron a oirse los pasos, pero esta vez en el jardín de la casa, alejándose. Cuando el amigo descorrió las ventanas para ver a la criatura, no encontró nada y el sonido desapareció por completo. El samurái le aseguró a su compañero que siempre actuaba igual y que nunca provocaba ningún daño, salvo que de vez en cuando dejaba caer desde el techo algo de tierra o virutas de papel.
El azuki-hakari en el manga NonNonBa de Shigeru Mizuki |
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