El bake ichō no sei (japonés: 化け銀杏の精; espíritu del ginkgo) es uno de los muchos yokai del folklore japonés. Se trata del espíritu que habita en los gigantescos árboles ginkgo. En el Buson Yōkai Emaki, de Yosa Buson, aparece el Bake icho no sei del templo Tsurugaoka Hachimangū como un ser humanoide de gran cabeza y ropajes negros portando un pequeño gong.
Los árboles ginkgo son considerados sagrados, por lo que sólo suelen encontrarse en los jardines de templos y santuarios budistas y sintoístas. Aquellos árboles en los que habita uno de estos espíritus son marcados por los monjes atando alrededor de los troncos una soga shimenawa, indicando así que no deben ser profanados. Si se plantaba un ginkgo en el jardín de una casa, se creía que traería desgracia y fenómenos extraños a ese hogar en concreto, además de acarrear otros inconvenientes más mundanos debido a lo rápido y frondoso que creceny a la gran cantidad de hojarasca dorada que sueltan cuando llega el otoño.
Shigeru Mizuki recogió en su Enciclopedia Yokai que, en la Era Koka (1844-1848), se intentó talar uno de estos árboles, pero todo el mundo se negaba por miedo al espíritu que en él pudiera habitar. Cuando por fin alguien aceptó el encargo, el espíritu del ginkgo comenzó a aparecérsele en sueños todas las noches bajo la forma de una mujer hasta que abandonó la idea.
Los árboles ginkgo son considerados sagrados, por lo que sólo suelen encontrarse en los jardines de templos y santuarios budistas y sintoístas. Aquellos árboles en los que habita uno de estos espíritus son marcados por los monjes atando alrededor de los troncos una soga shimenawa, indicando así que no deben ser profanados. Si se plantaba un ginkgo en el jardín de una casa, se creía que traería desgracia y fenómenos extraños a ese hogar en concreto, además de acarrear otros inconvenientes más mundanos debido a lo rápido y frondoso que creceny a la gran cantidad de hojarasca dorada que sueltan cuando llega el otoño.
Shigeru Mizuki recogió en su Enciclopedia Yokai que, en la Era Koka (1844-1848), se intentó talar uno de estos árboles, pero todo el mundo se negaba por miedo al espíritu que en él pudiera habitar. Cuando por fin alguien aceptó el encargo, el espíritu del ginkgo comenzó a aparecérsele en sueños todas las noches bajo la forma de una mujer hasta que abandonó la idea.
Ilustración de Shigeru Mizuki |
No hay comentarios:
Publicar un comentario