Arimaspos

Los arimaspos, también conocidos como árimos, eran una tribu de hombres de un solo ojo según los relatos de antiguos historiadores griegos. Estaban en guerra con los grifos por el oro que éstos custodiaba. Vivían al norte de Escitia, al pie de los montes Rifeos (posibles Cárpatos) según Plinio el Viejo, siendo vecinos de los isedones y los hiperbóreos. A parte de poseer un solo ojo, Calímaco dice que los habitantes de este pueblo son todos rubios en su Himno a Delos: «Las primeras en llevarte las primicias desde el país de los rubios Arimaspos fueron Upis, y Loxo, y la feliz Hecaerge, hijas de Bóreas, y también unos varones, lo más granado de la juventud Hiperbórea».

Los textos de Homero y Hesíodo dejan ver que los monstruos Tifón y Equidna tenían su guarida en las recónditas tierras de los arimaspos:
«Iban como si toda la tierra fuera pasto del fuego. El suelo gemía como por obra de Zeus, que se deleita con el rayo, cuando airado fustiga la tierra a ambos lados de Tifeo entre los árimos, donde dicen que está el cubil de Tifeo».
Ilíada, canto II. Homero.
«Y fue retenida en el país de los Arimos, bajo la tierra, la funesta Equidna ninfa inmortal y exenta de vejez, por todos los siglos. Con ella cuentan que el terrible, violento y malvado Tifón tuvo contacto amoroso, con la joven de vivos ojos».
Heródoto habla de los arimaspos en los libros III y IV de su Historias, relatando sus peleas con los grifos por el oro y sus enfrentamientos con su vecinos, la etimología del nombre de este pueblo y la historia narrada por Aristeas de Proconeso en su obra Arimaspea, donde cuenta que llegó a sus tierras con cierto grado de embriaguez (poseído por Febo): 
«Asimismo, es indudable que en el norte de Europa es donde hay una mayor abundancia de oro. Ahora bien, tampoco puedo precisar a ciencia cierta cómo se consigue, únicamente que, según cuentan, los arimaspos, unos individuos que sólo tienen un ojo, se apoderan de él, robándoselo a los grifos. Sin embargo, tampoco me creo eso de que haya hombres con un solo ojo que tengan el resto del cuerpo igual al de los demás seres humanos [...] Por su parte, Aristeas de Proconeso, hijo de Caistrobio, cuenta en un poema épico que, víctima de la posesión de Febo (borracho), llegó hasta los isedones; que más allá de los isedones habitan los arimaspos, unos individuos que sólo tienen un ojo; que más allá de estos últimos se encuentran los grifos, los guardianes del oro; y al norte de ellos los hiperbóreos que se extienden hasta un mar. Pues bien, a excepción de los hiperbóreos, todos estos pueblos, empezando por los arimaspos, atacan constantemente a sus vecinos: así, los isedones fueron expulsados de su país por los arimaspos, los escitas por los isedones y los cimerios, que habitaban a orillas del mar del sur, abandonaron su país forzados por los escitas [...] Son los isedones quienes hablan de la existencia de los hombres que sólo tienen un ojo y de los grifos que guardan el oro. Los escitas, por su parte, repiten lo que les han oído contar a ellos y, en general, nosotros nos atenemos al testimonio de los escitas y los denominamos arimaspos utilizando una palabra escita; pues, en dicho idioma, arima significa "uno", y spu, "ojo"».
Pausanias sigue tratando el famoso enfrentamiento de grifos y arimaspos en el libro 1 de Descripción de Grecia, añadiendo también que este pueblo participaba en la mensajería entre Grecia y los hiperbóreos, pues estos últimos enviaban presentes a los templos de Apolo desde sus remotas tierras hasta Prasias:
«Estos grifos dice Aristeas de Proconeso en sus versos que lucharon por el oro con los arimaspos de más allá de los isedones; y que el oro que guardan los grifos nace de la tierra. Los arimaspos son todos hombres de un solo ojo desde su nacimiento, y los grifos unos animales parecidos a leones con alas y pico de águila [...] En Prasias hay un templo de Apolo. Allí se dice que llegaron las primicias de los hiperbóreos y que los hiperbóreos las entregaron a los arimaspos, los arimaspos a los isedones, y de éstos los escitas los llevaron a Sínope, y de allí fueron llevados a través de los griegos a Prasias, y los atenienses son los que los llevaron a Delos —las primicias fueron escondidas en paja de trigo, y nadie llegó a conocerlas—».
Sólo en la obra Prometeo encadenado de Esquilo se menciona que los arimaspos van a caballo, animal con el que están terriblemente enemistados los grifos: «Escucha otro terrible espectáculo: guárdate de los grifos, perros de Zeus no ladradores y de afilado hocico, y del ejército de los arimaspos, que tienen un solo ojo y van a caballo, que habitan junto al curso del río Plutón, de aurífera corriente. No te acerques a ellos».

Ilustración de un arimaspo en Las crónicas de Núremberg

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