El nuckelavee es un monstruo maligno perteneciente al folklore de las islas Orcadas. Habita en el mar, donde nadie sabe qué forma tiene o cómo se desplaza, porque cuando sale a tierra se le ve sobre un caballo tan horrible como él. Se cree que tanto el jinete como el caballo son en realidad el mismo ser y que esa es la forma de este monstruo. El nuckelavee está desprovisto de piel, por lo que tiene todos los músculos y venas visibles; la cabeza del jinete es como la de un hombre, pero diez veces más grande y con la boca prominente y ancha como la de un cerdo.
Se cree que su nombre podría provenir de knoggelvi, término del dialecto de las Orcadas que, según Walter Traill Dennison, significaría «demonio del mar». Para Samuel Hibbert-Ware, un geólogo y anticuario del siglo XIX, el nuck de su nombre podría provenir de Old Nick, un apelativo anglosajón que se usa para referirse al Diablo.
A esta criatura se le acusa de arruinar las cosechas con moho o fuertes vientos, de despeñar al ganado por acantilados, de provocar epidemias y grandes sequías. Su aliento es venenoso y lo esparce como una plaga mortal sobre las plantas y los animales. Se creía que la antigua costumbre de quemar algas causaba la ira del Nuckelavee. En la isla de Stronsay, la primera donde se dio esta práctica, el Nuckelavee causó una epidemia mortal entre los caballos conocida como Mortasheen.
Cuentan que la deidad conocida como Mither o' the sea protege a los habitantes de las islas Orcadas manteniendo en cautiverio al Nuckelavee durante los meses de verano. Además, como este monstruo odia el agua dulce, nunca sale del mar si está lloviendo, lo que reduce sus apariciones en invierno. Gracias a esto no ha acabado con toda la vida de las islas.
En Scottish Fairy and Folk Tales, de George Douglas, aparece el testimonio de un anciano llamado Tammas que al parecer se encontró con el Nuckelavee. Tammas se encontraba paseando una noche por un camino que estaba rodeado por una parte por el mar y por la otra por un loch de agua dulce. Según Tammas, del mar surgió una criatura que se dirigía hacia él: la parte inferior de su cuerpo era como la de un gran caballo con aletas sobre sus patas, tenía un solo ojo, rojo como el fuego, y una boca, ancha como la de una ballena, de la que salía un aliento vaporoso. Del lomo de esta criatura brotaba el torso de un hombre enorme. No tenía piernas, y sus brazos eran tan largos que casi tocaban el suelo; su cabeza tenía tres pies de diámetro (1 metro), y parecía tan grande y pesada que no dejaba de bambolearse de un hombro al otro. Lo que más horrorizó a Tammas de esta criatura es que no tenía piel y podía ver entre su carne roja cómo fluía por venas amarillas una sangre negra como el alquitrán.
Por suerte, Tammas recordó que el Nuckelavee odiaba el agua dulce y poco a poco retrocedió hasta llegar al loch que tenía a sus espaldas. Cuando la criatura se puso a su altura, Tammas se metió en el agua y sin querer salpicó un poco al monstruo, que relinchó y retrocedió hasta el otro lado del camino. Así, el pobre hombre vio una oportunidad para huir y corrió tan deprisa como pudo para librarse del Nuckelavee, que había vuelto a perseguirle a toda prisa. Finalmente, Tammas consiguió saltar un riachuelo y pudo librarse de su monstruoso perseguidor.
Se cree que su nombre podría provenir de knoggelvi, término del dialecto de las Orcadas que, según Walter Traill Dennison, significaría «demonio del mar». Para Samuel Hibbert-Ware, un geólogo y anticuario del siglo XIX, el nuck de su nombre podría provenir de Old Nick, un apelativo anglosajón que se usa para referirse al Diablo.
A esta criatura se le acusa de arruinar las cosechas con moho o fuertes vientos, de despeñar al ganado por acantilados, de provocar epidemias y grandes sequías. Su aliento es venenoso y lo esparce como una plaga mortal sobre las plantas y los animales. Se creía que la antigua costumbre de quemar algas causaba la ira del Nuckelavee. En la isla de Stronsay, la primera donde se dio esta práctica, el Nuckelavee causó una epidemia mortal entre los caballos conocida como Mortasheen.
Cuentan que la deidad conocida como Mither o' the sea protege a los habitantes de las islas Orcadas manteniendo en cautiverio al Nuckelavee durante los meses de verano. Además, como este monstruo odia el agua dulce, nunca sale del mar si está lloviendo, lo que reduce sus apariciones en invierno. Gracias a esto no ha acabado con toda la vida de las islas.
En Scottish Fairy and Folk Tales, de George Douglas, aparece el testimonio de un anciano llamado Tammas que al parecer se encontró con el Nuckelavee. Tammas se encontraba paseando una noche por un camino que estaba rodeado por una parte por el mar y por la otra por un loch de agua dulce. Según Tammas, del mar surgió una criatura que se dirigía hacia él: la parte inferior de su cuerpo era como la de un gran caballo con aletas sobre sus patas, tenía un solo ojo, rojo como el fuego, y una boca, ancha como la de una ballena, de la que salía un aliento vaporoso. Del lomo de esta criatura brotaba el torso de un hombre enorme. No tenía piernas, y sus brazos eran tan largos que casi tocaban el suelo; su cabeza tenía tres pies de diámetro (1 metro), y parecía tan grande y pesada que no dejaba de bambolearse de un hombro al otro. Lo que más horrorizó a Tammas de esta criatura es que no tenía piel y podía ver entre su carne roja cómo fluía por venas amarillas una sangre negra como el alquitrán.
Por suerte, Tammas recordó que el Nuckelavee odiaba el agua dulce y poco a poco retrocedió hasta llegar al loch que tenía a sus espaldas. Cuando la criatura se puso a su altura, Tammas se metió en el agua y sin querer salpicó un poco al monstruo, que relinchó y retrocedió hasta el otro lado del camino. Así, el pobre hombre vio una oportunidad para huir y corrió tan deprisa como pudo para librarse del Nuckelavee, que había vuelto a perseguirle a toda prisa. Finalmente, Tammas consiguió saltar un riachuelo y pudo librarse de su monstruoso perseguidor.
Ilustración de James Torrance para Scottish Fairy and Folk Tales, de Walter Scott |
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