Hipogrifo

Un hipogrifo es una criatura imaginaria híbrida, de apariencia mitad caballo y mitad águila, que se asemeja a un caballo alado con la cabeza y los miembros anteriores de un águila. Su figura quizás provenga del bestiario fabuloso de los persas y de su simurgh, a través del grifo.

Su origen es evocado por el poeta latino Virgilio en sus Eglogas. Si alguna vez fue representado en la Edad Antigua y bajo los merovingios, es claramente nombrado y definido por primera vez en la obra de Ludovico Ariosto, el Orlando furioso, a inicios del siglo XVI. En este poema épico de caballería, inscrito en la continuidad del ciclo carolingio, el hipogrifo es una montura nacida naturalmente del apareamiento de una yegua y de un grifo, extremadamente rápido y capaz de volar alrededor del mundo, montado por magos y por nobles héroes, como el paladín Ruggiero que liberó a la bella Angélica sobre su lomo. Símbolo de impulsos incontrolados, el hipogrifo llevó a Alstofo hasta la luna. El éxito de este poema permite que la figura y el nombre del hipogrifo sean retomados en otras historias del mismo tipo.

Algunas veces representados en blasones en heráldica, el hipogrifo se convirtió en un tema artístico, ampliamente ilustrado por Gustave Doré en el siglo XIX. 

En la literatura latina se encuentra una evocación del origen del hipogrifo, más tarde reutilizado por Ariosto, bajo la pluma de Virgilio en sus Eglogas:
Los grifos se aparearon con yeguas, los ciervos tímidos y los perros vendrán a beber juntos...
Virgilio. Eglogas.
Virgilio considera que la unión de los grifos con los jumentos era un mal presagio y, según Jorge Luis Borges, significa «la imposibilidad o la incongruencia».

Mario Servio Honorato, gramático del siglo IV, añade que los grifos son mitad águila y mitad león, habitan en los Montes hiperbóreos y son enemigos formidables de los caballos (hoc genus ferarum in hyperboreis nascitur montibus [...] equis vehementer infesti), sin duda para dar más fuerza a su relato. Jorge Luis Borges agrega que la locución Jungentur jam grypes equis, es decir, «cruzar grifos con yeguas», se volvió proverbial con el tiempo gracias a este comentario.

Entre los temas de combates entre animales figuran en adornos de oro de los escitas, se encuentran grifos atacando a caballos, lo que permite suponer que el apetito del grifo por el caballo ya era conocido. El propio hipogrifo es descrito (pero no nombrado) por Plinio el Viejo en su Historia natural.

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