El Bú es un ser de la mitología castellana al que se le daba la figura de un gigantesco búho antropomorfo de color negro y grandes alas (primo hermano de la lechuza, que se bebe los aceites de las iglesias). De enrojecidos ojos, grandes como platos soperos; que paralizan de terror a sus víctimas. Su pico es afilado como cuchillas y sus garras son como trampas loberas de donde es imposible huir (aquel que era cogido se daba por muerto). Entraba por las ventanas para llevarse a los niños despiertos a su escondrijo, normalmente oscuras grutas en encinares (La encina, era un árbol sagrado de los celtíberos). Si bien la figura ha ido cambiando y presentan diferencias locales. Para algunos informantes de Villanueva de los Infantes el “Bú” era una: «Persona chepada, cara abotargada y pies abiertos», «Un pájaro que se parece al loro, que se oye de noche en la sierra, en las risqueras y se decía: Calla que viene el Bú»,«Con aspecto de animal-ave con cara de lechuza».
Las abuelas de Almedina, en noches cerradas, abrían las ventanas de las habitaciones de sus nietos levantiscos, que se negaban a dormir, y a grandes voces, llamaban al “Bú” para que acudiera. En este pueblo le daban figura de un gigantesco búho con grandísimos ojos.
Si bien es cierto que, en su principio el “Bú”, parece ser, tuvo naturaleza antropomorfa, con el paso de los años, en el común del Campo de Montiel, fue adoptando figura de espectral búho. Así figura en la mayoría de informaciones recogidas.
Tanto en Villamanrique como en Torre de Juan Abad, se le tenía por un enorme y negro búho de cuerpo deforme, grandes alas silenciosas, ojos rojos como platos, dos navajas eran su amenazador pico, las garras como trampas loberas.
Cuentan que eran muy frecuentes sus apariciones. Se presentaba al reclamo de auxilio de las mamás y abuelas, a la hora de la siempre evitada siesta infantil. Se encuentra mención a este ser en distintos cantares castellanos:
Duérmete mi niño / Que ya viene el bú / Que se lleva a los niños / Así como túLandú, landú / serenadito landú / cierra tus ojos niñito / o vendrá el Bú.
También asomaba, veloz noctívago, para raptar con sus garras a los niños, que en las altas horas de la noche permanecían pasanteando o jugando en calles, plazas y quiñoneras.
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