Akerbeltz

Este conocido genio de la mitología vasca toma forma de macho cabrio negro, como indica su nombre (aker: cabra, macho cabrío; beltz: negro). A veces nos muestra su lado benévolo, pero otras nos enseña su cara oscura. Cuando nos muestra su lado bueno adquiere características parecidas a Mari, convirtiéndose en jefe de otros genios.

Se cuenta en las leyendas que protege a los animales que están a su cuidado, e incluso tiene poderes para curar sus enfermedades. Por eso hay costumbre en los caseríos de tener un macho cabrio (es imprescindible que sea negro) para que éste proteja a los animales domésticos que se crían en el lugar.

El culto a este genio en Vasconia parece ser que proviene de tiempos remotos. Así lo constatan inscripciones romanas del siglo III encontradas en Aquitania con la palabra Aherbelste, que según lingüistas de renombre lo relacionan con ‘akerbeltz’. Se supone que dicha inscripción hace referencia a un dios que se adoraba en esa época, el dios que lidera y protege a los demás animales. Este mismo pudo ser el genio que adoraban las sorginak (brujas) en los siglos XVI-XVII.

Cuando Akerbeltz o Aker dirige las reuniones de las brujas y brujos, el akelarre, nos muestra su lado negativo. El origen de la palabra vasca akelarre proviene del nombre de un prado que se encuentra a la entrada de una cueva de Zugarramurdi (Navarra). Este pequeño prado se llama akelarre (aker=macho cabrio, larre=prado) que en euskera significa ‘prado del macho cabrio’. En este lugar celebraban las brujas y brujos sus reuniones, liderados por Akerbeltz, todos los lunes, miércoles y viernes. Adoraban a este genio que lideraba la insurrección contra la religión y el orden establecido, defendiendo las antiguas creencias relacionadas con la espiritualidad de la naturaleza. En definitiva, parece ser que la caza de brujas que llevó adelante la Inquisición en los siglos XVI-XVII, fue una represión contra un movimiento popular a favor de las antiguas costumbres y creencias espirituales.

Según cuentan las leyendas, en los akelarres se parodiaba la santa misa y adoraban a Akerbeltz o a Aker, ofreciéndole pan, huevos y dinero. Akerbeltz predicaba ante sus discípulos y comían carne humana ante el altar. Después de comer y beber en exceso, el genio bailaba con las brujas, "sorginak", al son del txistu (instrumento vasco parecido a la flauta), terminando en una especie de orgía donde se permitían todo tipo de excesos sexuales. Al finalizar el akelarre los participantes partían hacia sus moradas obedeciendo los mandatos del genio.

MrkamehamehaEl aquelarre (1798), Francisco de Goya

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