Las Yeguas de Diomedes (Griego: Διομήδους ἵπποι), también conocidas como Yeguas de Tracia, eran cuatro bestias antropófagas de la mitología griega. En otras versiones del mito eran sementales, y recibían los nombres de Podargo, Lampón, Janto y Deino. Sus establos estaban situados en la ahora desaparecida ciudad de Tirida y pertenecían al gigante Diomedes, rey de Tracia e hijo de Ares y la ninfa Cirene.
Diomedes mantenía a estas yeguas atadas con cadenas de hierro a unos pesebres de bronce y las alimentaba con la carne de sus confiados huéspedes. El octavo de los doce trabajos de Heracles consistía en capturar a estas cuatro yeguas. Heracles fue con un grupo de voluntarios y consiguió arrebatárselas a Diomedes, quien fue con su ejército a atacar a Heracles.
Tras conducirlas al mar, Heracles las dejó a cargo de su buen amigo Abdero mientras él regresó para rechazar al ejercito enemigo. Como se vio superado en número, los venció abriendo ingeniosamente un canal que hizo que el mar inundase la llanura baja. Cuando los enemigos huyeron, Heracles dejó inconsciente a Diomedes con un golpe de su clava, arrastró su cuerpo alrededor del lago que se había formado y los puso delante de sus propias yeguas, que desgarraron su carne mientras aun estaba con vida. Al devorarlo se amansaron y no fue un reto difícil para Heracles el dominarlas.
Durante su ausencia en la batalla, las yeguas habían devorado a Abdero, por lo que fundó en su honor la ciudad de Abdera. Tras esto, Heracles se apoderó del carro de Diomedes y unció a las yeguas con él. Las condujo a toda velocidad hasta Micenas, donde Euristeo las dedico a Hera y las dejó en libertad en el Monte Olimpo. Allí murieron devoradas por las bestias, aunque su prole sobrevivió, contando la leyenda que Bucéfalo, el caballo de Alejandro Magno, era descendiente de estas yeguas.
Gustave Moreau - Diomède dévoré par ses chevaux |
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