Titivillus

Titivillus era un demonio que trabajaba en nombre de Belfegor, Lucifer o Satanás para introducir errores en el trabajo de los escribas. La primera vez que se menciona a este demonio por su nombre fue en el Tractatus de Penitentia, de Juan de Gales. También es el demonio que aglomera los chismorreos en los servicios religiosos y durante el tiempo de oración. Su trabajo consistía en distorsionar u ocultar la palabra sagrada para que no llegara a la gente y aumentar el número de pecadores, para esto hacía que el párroco pronunciara mal algunas palabras, que las murmurara o que las omita directamente durante el sermón.

Se le conoce como el «demonio patrón de los escribas», ya que era una excusa fácil para explicar los errores que cometían en los manuscritos que copiaban a mano. Marc Drogin señaló en su manual Medieval Calligraphy: Its history and technique que «durante el último medio siglo, todas las ediciones del Oxford English Dictionary han incluido una referencia a una página incorrecta cuando se mencionaba al Titivillus en las anotaciones a pie de página».

En el Monasterio de las Huelgas de Burgos hay una tabla del año 1485 atribuida a Diego de la Cruz en la que aparecen dos demonios sobre el manto de la Virgen de la Misericordia, uno de los cuales lleva un hatillo de libros a la espalda, que para el profesor Joaquín Yarza Luaces representaría a Titivillus.

Este demonio adquirió un amplio papel como figura cómica y subversiva en obras medievales. Era el encargado de realizar comentarios satíricos sobre las vanidades humanas, como en el Iudicium que pone fin al Ciclo de Towneley. En un tratado devocional inglés anónimo del siglo xv, Myroure of Oure Ladye, Titivillus se presenta a sí mismo cometiendo errores y saltándose sílabas o palabras enteras: «Yo soy un purbe dailbo, y mi nombre es Tytyvyllus...».

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