Gaueko

En la mitología vasca, Gaueko (vasco: de la noche) es el genio o espíritu de la noche. Solía ser invisible y avisaba de su presencia con una espeluznante brisa en la que se podía oír: «Gaua Gauekoarentzat, eguna egunezkoarentzat» (la noche para los de la noche y el día para los del día). También se le representa como una vaca, toro, lobo u otro animal que se levanta sobre dos patas.

En un principio, cuando el mundo estaba sumido siempre en la noche y en la oscuridad, los hombres temían a Gaueko y al resto de genios, brujas y monstruos que poblaban el mundo, por esto le pidieron a la diosa Mari que los ayudase. Ella les bendijo con la luz de su primera hija, Ilargi (la luna), pero su luz era insuficiente y los humanos pidieron de nuevo a Mari su ayuda, esta vez la Diosa les bendijo con su segunda hija, Eguzki (el sol). Pero la noche siguió siendo peligrosa, y Mari bendijo con su protección cualquier morada que tuviese una eguzkilore (flor sol) en la entrada, si algún espíritu maligno pretendía entrar en la casa y encontraba una eguzkilore, tenía que pararse para contar los numerosísimos pelos o brácteas de la flor y el día le sorprendía sin haber terminado su tarea.

Su reinado comienza desde la medianoche hasta el amanecer, mientras que el resto del día le pertenece al ser humano. Durante ese tiempo reina con su propia ley, que especifica que ningún hombre o mujer debe abandonar la protección ancestral del hogar, ya sea para trabajar o robar, y castiga a los que presumen de valentía y se adentran en la oscuridad. También evita que se efectúen tareas después del toque del Ángelus.

Una leyenda cuenta que unas hilanderas se juntaba todas las noches en el caserío Lauspeltz, en Ataun. Una de esas noches una de las muchachas aceptó una apuesta en la que tenía que traer agua del monte que estaba junto al caserío Iturriotz. Así, la muchacha cogió un recipiente y se dirigió hacia la fuente mientras las demás permanecían en la entrada bajo la luz de la luna. De vez en cuando le gritaban preguntando dónde estaba y ella les respondía, pero, de pronto, las respuestas cesaron, y al poco tiempo llegó una ráfaga de aire a la entrada del caserío y alguien dijo: «La noche para los de la noche y el día para los del día». En Oiartzun otra joven fue en busca de agua a la fuente, y aunque su familia la esperó solo se encontró de ella el caldero en el que portaba el agua, aunque esta vez lleno de sangre. En otra leyenda de Berástegui, una joven llamada Kattalin (Catalina), abrió la ventana del caserío de Elaunde para hilar a la luz de la luna, pero antes de poder reaccionar fue secuestrada por un grupo de jentilak que la llevaron a una sima cercana y la asesinaron mientras gritaban: «La noche para Gaueko y Kattalin para nosotros». Por último, un carbonero de Eskoriatza se tropezó por la noche con el mismísimo Gaueko transformado en toro. La bestia bloqueaba el sendero y tras intentar pasar tres veces y pedirle a la bestia que le dejase pasar, el toro se puso en pie y persiguió al hombre gritando la típica frase de este genio, aunque logró escapar con vida.

Tierras Baldías

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