El domovoi (ucraniano: домовик, domovík; ruso: домовoй, domovoy; el del hogar) es un espíritu protector del hogar del folclore eslavo. Su plural en ruso es domoviye o domovye y, en algunas versiones, se dice que tiene una esposa conocida como kikimora, la cual vive en los sótanos. Se les considera la encarnación del alma de los ancestros y por esto se les llama abuelos o maestros.
Los domovye son seres masculinos, normalmente pequeños, barbudos o cubiertos de pelo por todas partes y, a veces, tienen cola o pequeños cuernos. Según algunas tradiciones, los domovye toman la apariencia de los actuales o antiguos propietarios de la casa. En algunas historias los vecinos afirmaban haber visto al dueño de la casa en el patio mientras que, en realidad, el verdadero estaba durmiendo en la cama. También se dice que pueden adoptar la forma de gatos o perros. Por lo general no se dejan ver, pero se sabe de su presencia por los sonidos que emiten. Se dice que su voz es profunda y áspera.
Tradicionalmente se cree que cada casa tiene su domovoi, el cual vive tras el hornillo, bajo el umbral de la puerta o en los establos además de tener bajo su dominio el centro de la casa. En un hogar no puede haber más de uno de estos espíritus y, si uno nuevo intenta establecerse en un hogar, la familia intentaba espantarlo dando escobazos en las paredes y le pedían al antiguo que les ayudara para echarlo. Tener la protección de un domovoi era muy importante en el folclore eslavo y en caso de que una familia tuviera que mudarse, le pedían a su espíritu familiar que se mudara con ellos.
Este espíritu es el guardián de la casa y, si se le mantiene contento, traerá paz y orden ayudando con las tareas domésticas o el trabajo del campo. En el caso de que ocurriera algún infortunio durante la noche, como un incendio o la intrusión de ladrones, se encargaba de despertar a la familia tocándoles las caras. Para compensarle por su trabajo hay que dejarle regalos u ofrendas como leche, avena, tabaco, pan, sal o los restos de la cena, pero si la familia gandulea, abusa de su buena fe o lo desprecian, se enfurecerá y comenzará a actuar como un poltergeist, molestando con ruidos, desordenando la casa o tirando objetos. La palabra barabashka (ruso: бараба́шка; golpeador) es un término peyorativo utilizado para referirse a estos domovye furiosos. Si se le llega a enfadar de una manera incorregible, abandonará la casa, lo cual era visto como una gran catástrofe, ya que su benevolencia era esencial para la subsistencia y bienestar de la familia. En el folclore letón, el espíritu del hogar (análogo al domovoi) pinchaba ocasionalmente a los miembros de la familia mientras dormían. Si estas heridas no dolían, no había que buscarles más significado, pero si eran dolorosas quería decir que el espíritu quería echar a esa familia de la casa.
Los domovye son seres masculinos, normalmente pequeños, barbudos o cubiertos de pelo por todas partes y, a veces, tienen cola o pequeños cuernos. Según algunas tradiciones, los domovye toman la apariencia de los actuales o antiguos propietarios de la casa. En algunas historias los vecinos afirmaban haber visto al dueño de la casa en el patio mientras que, en realidad, el verdadero estaba durmiendo en la cama. También se dice que pueden adoptar la forma de gatos o perros. Por lo general no se dejan ver, pero se sabe de su presencia por los sonidos que emiten. Se dice que su voz es profunda y áspera.
Tradicionalmente se cree que cada casa tiene su domovoi, el cual vive tras el hornillo, bajo el umbral de la puerta o en los establos además de tener bajo su dominio el centro de la casa. En un hogar no puede haber más de uno de estos espíritus y, si uno nuevo intenta establecerse en un hogar, la familia intentaba espantarlo dando escobazos en las paredes y le pedían al antiguo que les ayudara para echarlo. Tener la protección de un domovoi era muy importante en el folclore eslavo y en caso de que una familia tuviera que mudarse, le pedían a su espíritu familiar que se mudara con ellos.
Este espíritu es el guardián de la casa y, si se le mantiene contento, traerá paz y orden ayudando con las tareas domésticas o el trabajo del campo. En el caso de que ocurriera algún infortunio durante la noche, como un incendio o la intrusión de ladrones, se encargaba de despertar a la familia tocándoles las caras. Para compensarle por su trabajo hay que dejarle regalos u ofrendas como leche, avena, tabaco, pan, sal o los restos de la cena, pero si la familia gandulea, abusa de su buena fe o lo desprecian, se enfurecerá y comenzará a actuar como un poltergeist, molestando con ruidos, desordenando la casa o tirando objetos. La palabra barabashka (ruso: бараба́шка; golpeador) es un término peyorativo utilizado para referirse a estos domovye furiosos. Si se le llega a enfadar de una manera incorregible, abandonará la casa, lo cual era visto como una gran catástrofe, ya que su benevolencia era esencial para la subsistencia y bienestar de la familia. En el folclore letón, el espíritu del hogar (análogo al domovoi) pinchaba ocasionalmente a los miembros de la familia mientras dormían. Si estas heridas no dolían, no había que buscarles más significado, pero si eran dolorosas quería decir que el espíritu quería echar a esa familia de la casa.
El domovoi también tenía dones proféticas y se podía predecir el futuro observando su comportamiento. Un domovoi que reía, cantaba, hacía bromas o danzaba quería decir que se avecinaban buenos tiempos, si rasgaba un peine era indicio de que habría una boda en el futuro, pero si se le oía lamentarse por las noches, apagaba velas o se presentaba visiblemente indicaba que un miembro de la casa moriría, por lo general el cabeza de familia. El contacto con el domovoi también servía para interpretar el futuro, ya que si te tocaba con su peluda mano y estaba caliente era indicio que buena fortuna, pero si estaba helada habría que prepararse para malos tiempos.
A los domovye les gustan los animales y suelen cuidar de los caballos, pero sólo de aquellos cuyo color les agrade. Si al espíritu le gusta el color del caballo, lo cuidará con sumo mimo, peinando sus crines y alimentándolo bien, llegando a robar el grano del vecino si su amo no tuviera comida para el animal. Por el contrario, si le desagrada un caballo no dejará de acosarlo, intentado que se extravíe, privándolo de comida y agua o montándolo toda la noche para que no descanse. Por esto los dueños de la casa deben averiguar qué colores prefiere el domovoi antes de adquirir un nuevo caballo.
A los domovye les gustan los animales y suelen cuidar de los caballos, pero sólo de aquellos cuyo color les agrade. Si al espíritu le gusta el color del caballo, lo cuidará con sumo mimo, peinando sus crines y alimentándolo bien, llegando a robar el grano del vecino si su amo no tuviera comida para el animal. Por el contrario, si le desagrada un caballo no dejará de acosarlo, intentado que se extravíe, privándolo de comida y agua o montándolo toda la noche para que no descanse. Por esto los dueños de la casa deben averiguar qué colores prefiere el domovoi antes de adquirir un nuevo caballo.
Domovoi, un espíritu del hogar - Iván Bilibin |
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