Oiwa (japonés: お岩) es el nombre de la protagonista y víctima de la trágica historia conocida como Tōkaidō Yotsuya Kaidan (japonñes: 東海道四谷怪談; La historia del fantasma de Yotsuya), una obra kabuki escrita en 1825 y que ha sido adaptada en innumerables ocasiones.
En la obra original, Oiwa estaba casada infelizmente con un ronin llamado Tamiya Iemon. Debido a esta situación, Oiwa abandonó a su esposo para volver al hogar de su padre, Yotsuya Samon. Iemon intentó reunirse con su suegro para implorarle perdón y que permitiera a su hija volver con él, pero Samon averiguó que en su anterior trabajo había estado robando y que era un mal marido para ella, por lo que dijo que lo mejor sería que se divorciaran. Ante estas palabras, Iemon montó en cólera y mató a su suegro; luego se encontró con su mujer y le dijo que unos bandidos habían matado a su padre, que él se encargaría de vengar su muerte y que, por favor, volviese con él.
Al poco tiempo, Oiwa quedó embarazada y dio a luz, lo que debilitó gravemente su salud y se sumó a los problemas de dinero que tenía la pareja. Junto a ellos vivía un acaudalado doctor llamado Itō Kihei, cuya nieta Oume se enamoró perdidamente de Iemon. Para ayudar a su querida nieta, Kihei le recetó una crema facial a Oiwa prometiéndole que le ayudaría a recuperarse, pero en realidad se trataba de un veneno que acabó por desfigurarle la cara. Iemon desarrolló un asco profundo por su esposa y ya apenas podía mirarla a la cara, por lo que Kihei aprovechó la ocasión para decirle que se divorciara y se casara con su nieta, que era mucho más joven y bella, además de que heredaría toda su fortuna. Iemon aceptó de buen grado la proposición y contrató a un amigo para que se acostara con Oiwa; así podría divorciarse de ella acusándola de haberle sido infiel.
Cuando el amigo de Imeon se coló en la casa para violar a Oiwa, se espantó tanto de su cara que se echó para atrás y, enseñándole su rostro en un espejo, le contó el plan de su marido. Oiwa no sabía lo que la crema le había estado haciendo en la cara e intentó tapársela con el pelo, pero al mismo tocárselo se le desprendió en sangrientos mechones. Ya totalmente enloquecida, agarró una espada y se cortó la garganta, maldiciendo a Iemon con su último aliento. Al día siguiente, un criado encontró el cuerpo de Oiwa, pero cuando se lo contó a su señor, éste se regocijó bastante. Como el criado parecía sospechar de él, Imeon lo mató y tiró su cuerpo y el de su mujer al río; dijo a todo el mundo que ambos estaban manteniendo una relación y así se vio libre de casarse con Oume.
Oiwa se transformó en un onryo, un fantasma vengativo, y su maldición no tardó en llegar. En su misma noche de bodas, Iemon se desveló y vio ante él la horrible cara del espectro de Oiwa. Presa del pánico, Imeon agarró su espada y lanzó un tajo al fantasma, pero en ese mismo momento desapareció la ilusión y contempló horrorizado que había matado a Oume. Cuando fue en busca de ayuda a la casa de su suegro, se topó con el fantasma del criado al que había matado. De nuevo, atacó al espíritu con su espada, pero al mismo caer a tierra descubrió que se trataba de su suegro. Daba igual a dónde se dirigiese Imeon, el fantasma de Oiwa le perseguía sin cesar. Se le aparecía en sueños, podía oír su quejumbrosa voz pidiendo venganza e incluso veía su rostro salir de las linternas de papel que alumbraban las calles. Iemon acabó huyó a las montañas, donde, intentado pescar algo para comer, sacó del agua los cadáveres putrefactos de Oiwa y su sirviente. Al final, el cuñado de Oiwa encontró a Iemon y lo mató, ya fuera por piedad o como venganza.
En la obra original, Oiwa estaba casada infelizmente con un ronin llamado Tamiya Iemon. Debido a esta situación, Oiwa abandonó a su esposo para volver al hogar de su padre, Yotsuya Samon. Iemon intentó reunirse con su suegro para implorarle perdón y que permitiera a su hija volver con él, pero Samon averiguó que en su anterior trabajo había estado robando y que era un mal marido para ella, por lo que dijo que lo mejor sería que se divorciaran. Ante estas palabras, Iemon montó en cólera y mató a su suegro; luego se encontró con su mujer y le dijo que unos bandidos habían matado a su padre, que él se encargaría de vengar su muerte y que, por favor, volviese con él.
Al poco tiempo, Oiwa quedó embarazada y dio a luz, lo que debilitó gravemente su salud y se sumó a los problemas de dinero que tenía la pareja. Junto a ellos vivía un acaudalado doctor llamado Itō Kihei, cuya nieta Oume se enamoró perdidamente de Iemon. Para ayudar a su querida nieta, Kihei le recetó una crema facial a Oiwa prometiéndole que le ayudaría a recuperarse, pero en realidad se trataba de un veneno que acabó por desfigurarle la cara. Iemon desarrolló un asco profundo por su esposa y ya apenas podía mirarla a la cara, por lo que Kihei aprovechó la ocasión para decirle que se divorciara y se casara con su nieta, que era mucho más joven y bella, además de que heredaría toda su fortuna. Iemon aceptó de buen grado la proposición y contrató a un amigo para que se acostara con Oiwa; así podría divorciarse de ella acusándola de haberle sido infiel.
Oiwa descubre su deformado aspecto - Utagawa Kuniyoshi | El rostro de Oiwa aparece en un farolillo - Katsushika Hokusai |
Oiwa se transformó en un onryo, un fantasma vengativo, y su maldición no tardó en llegar. En su misma noche de bodas, Iemon se desveló y vio ante él la horrible cara del espectro de Oiwa. Presa del pánico, Imeon agarró su espada y lanzó un tajo al fantasma, pero en ese mismo momento desapareció la ilusión y contempló horrorizado que había matado a Oume. Cuando fue en busca de ayuda a la casa de su suegro, se topó con el fantasma del criado al que había matado. De nuevo, atacó al espíritu con su espada, pero al mismo caer a tierra descubrió que se trataba de su suegro. Daba igual a dónde se dirigiese Imeon, el fantasma de Oiwa le perseguía sin cesar. Se le aparecía en sueños, podía oír su quejumbrosa voz pidiendo venganza e incluso veía su rostro salir de las linternas de papel que alumbraban las calles. Iemon acabó huyó a las montañas, donde, intentado pescar algo para comer, sacó del agua los cadáveres putrefactos de Oiwa y su sirviente. Al final, el cuñado de Oiwa encontró a Iemon y lo mató, ya fuera por piedad o como venganza.
El fantasma de Oiwa se aparece ante Iemon en un farolillo de papel - Utagawa Kuniyoshi |
No hay comentarios:
Publicar un comentario