El gallo de la muerte es un ave ficticia creada por el folklorista cántabro Manuel Llano. Cada cien años, los milanos ponen un huevo colorado del que sale una pájara blanca y negra más grande que una gallina. Esta pájara vive cincuenta años justos y, al morirse, sale de su carne putrefacta un gusano verde que poco a poco se va convirtiendo en el gallo de la muerte.
Totalmente negro, salvo por la cresta, que era blanca con pintas azules y encarnadas, el gallo de la muerte se aparecía al amanecer en la cima de las cajigas lanzando su quejumbroso cacareo. El pobre que tuviera la desgracia de oír su canto moría al día siguiente. Cuentan que hay unas hierbas azuladas con la raíz negra que curan el mal de su canto, pero nadie ha dado nunca con ellas; se supone que nacen cerca de los manzanares monteses cuando empieza la primavera, pero a mediado del mes de mayo se mustian y no vuelven a brotar hasta los primeros días de abril del siguiente año. Para que sirvan de cura, hay que cocerlas con agua de romero y tomar una escudilla al toque de las oraciones.
Totalmente negro, salvo por la cresta, que era blanca con pintas azules y encarnadas, el gallo de la muerte se aparecía al amanecer en la cima de las cajigas lanzando su quejumbroso cacareo. El pobre que tuviera la desgracia de oír su canto moría al día siguiente. Cuentan que hay unas hierbas azuladas con la raíz negra que curan el mal de su canto, pero nadie ha dado nunca con ellas; se supone que nacen cerca de los manzanares monteses cuando empieza la primavera, pero a mediado del mes de mayo se mustian y no vuelven a brotar hasta los primeros días de abril del siguiente año. Para que sirvan de cura, hay que cocerlas con agua de romero y tomar una escudilla al toque de las oraciones.
Ilustración propia - Grimorio de bestias |
No hay comentarios:
Publicar un comentario