Teju Jagua, también llamado Teyú Yaguá o Teyú Yeguá, fue el primero de los siete hijos monstruosos que tuvo el espíritu maligno Tau con la bella Keraná en la mitología guaraní. Ante el secuestro de la joven, el resto de miembros de su tribu le imploró a la diosa Arasy un castigo para el raptor, por lo que maldijo a toda la descendencia que tuviera el dios maligno.
Debido a esta maldición, los siete hijos que parió la pobre Keraná fueron sietemesinos y tuvieron forma monstruosa. Estos fueron Teju Jagua, Mbói Tui, Moñái, Jasy Jateré, Kurupi, Ao Ao y Luisón. Teju Jagua fue el mayor de todos y el de aspecto más horroroso y fiero: tenía cuerpo de lagarto, siete cabezas de perro que le dificultaban moverse con libertad y ojos llameantes. El dios Tupã intervino en su nacimiento y eliminó cualquier rastro de violencia en su ser, por lo que sólo se alimenta de fruta y de la miel que le lleva su hermano Jasy Jateré. Teju Jagua habita en cuevas oscuras y se convirtió en el protector de estas y, pese a que es incapaz de hacer daño, los hombres procuran no adentrarse en sus dominios por su aterrador aspecto.
Como los siete hijos de Tau estaban exteniendo el mal en la tierra, el dios Tupã envió un plan a Tume Arandu, el primer hijo de la primera pareja de humanos, para acabar con los monstruos. Al contárselo a sus hermanas, sólo Porãsy se atrevió a realizarlo: debía finjir que deseba casarse con Moñái y reunir a todos sus hermanos para acabar con ellos cuando se embriagasen. Como Teju Jagua está impedido por su deformidad, no podía salir de su cueva, así que Moñái dijo que deberían casarse en su hogar, en el cerro Jaguaru. Una vez todos reunidos, Porãsy intentó cerrar la entrada de la cueva, pero Moñái lo advirtió y la agarró con su cola. Al verse ya atrapada, le gritó a su tribu que siguieran con el plan, así que prendieron fuego al lugar y bloquearon la salida de la caverna. Durante siete días y siete noches estuvo la tribu alimentando el fuego que consumía la montaña hasta que por fin acabaron con los hijos monstruosos de Tau y ascendieron purificados a los cielos convertidos en las siete estrellas de las Pléyades, conocidas por los guaraníes como Eichu.
Debido a esta maldición, los siete hijos que parió la pobre Keraná fueron sietemesinos y tuvieron forma monstruosa. Estos fueron Teju Jagua, Mbói Tui, Moñái, Jasy Jateré, Kurupi, Ao Ao y Luisón. Teju Jagua fue el mayor de todos y el de aspecto más horroroso y fiero: tenía cuerpo de lagarto, siete cabezas de perro que le dificultaban moverse con libertad y ojos llameantes. El dios Tupã intervino en su nacimiento y eliminó cualquier rastro de violencia en su ser, por lo que sólo se alimenta de fruta y de la miel que le lleva su hermano Jasy Jateré. Teju Jagua habita en cuevas oscuras y se convirtió en el protector de estas y, pese a que es incapaz de hacer daño, los hombres procuran no adentrarse en sus dominios por su aterrador aspecto.
Como los siete hijos de Tau estaban exteniendo el mal en la tierra, el dios Tupã envió un plan a Tume Arandu, el primer hijo de la primera pareja de humanos, para acabar con los monstruos. Al contárselo a sus hermanas, sólo Porãsy se atrevió a realizarlo: debía finjir que deseba casarse con Moñái y reunir a todos sus hermanos para acabar con ellos cuando se embriagasen. Como Teju Jagua está impedido por su deformidad, no podía salir de su cueva, así que Moñái dijo que deberían casarse en su hogar, en el cerro Jaguaru. Una vez todos reunidos, Porãsy intentó cerrar la entrada de la cueva, pero Moñái lo advirtió y la agarró con su cola. Al verse ya atrapada, le gritó a su tribu que siguieran con el plan, así que prendieron fuego al lugar y bloquearon la salida de la caverna. Durante siete días y siete noches estuvo la tribu alimentando el fuego que consumía la montaña hasta que por fin acabaron con los hijos monstruosos de Tau y ascendieron purificados a los cielos convertidos en las siete estrellas de las Pléyades, conocidas por los guaraníes como Eichu.
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