Monstruo de la laguna de Tagua

Según se publicó en diversos panfletos europeos, en 1784 apareció una horrible criatura conocida como monstruo anfibio o arpía en la laguna de Tagua, cuerpo de agua ya desaparecido que se encontraba en el antiguo reino de Chile, perteneciente en aquella época a Juan Próspero de Elzo y Araníbar. Desgraciadamente, la noticia de la aparición de este monstruo no fue más que una burla y crítica alegórica que propagó el conde de Provence contra su hermana, la reina María Antonieta.

Esta bestia quimérica fue descrita como un animal cubierto por completo de escamas, era muy corpulento y medía una tres varas y media de largo (casi 3 metros); tenía un par de alas de murciélago y se sostenía únicamente sobre dos gruesas y cortas patas de unos veinte centímetros, aunque sus garras eran muy largas y afiladas. Para compensar la escasa longitud de sus extremidades contaba con dos largas y ágiles colas: con una enroscaba a sus presas y con la otra, terminada en punta de flecha, les daba muerte. Lo más destacable de su fisionomía se encontraba en la cabeza, pues su rostro recordaba a una cara humana con una melena tan larga que le llegaba a los pies y con la que solía enredarse; la boca, plagada de afilados dientes, le llegaba de oreja a oreja; tenía cuernos de toro y orejas largas similares a las de los asnos.

Al parecer, atacaba y devoraba a todo animal que se acercase a la laguna para beber agua, por lo que se reunió un grupo de cien hombres para acabar con sus matanzas. Fue atrapada con vida y, por orden del virrey, se decidió que debía enviarse a España para exponerla como espectáculo. Como se alimentaba diariamente de un buey y tres o cuatro cerdos, era inviable transportarla por mar desde el cabo de Hornos, pues el viaje duraría cinco o seis meses y no había barco que pudiese llevar víveres suficientes para mantenerla con vida. Ante este problema, la transportaron por tierra hasta el golfo de Honduras, donde la llevarían hasta la Habana y, desde ahí, pasando por las Bermudas y las Azores, llegaría a Cádiz para luego ser mostrada en la corte española.

Estampa de la criatura que se vendía en la librería de Escribano, calle de Carretas nº 8 (Madrid)

Fuentes

Callejo, Jesús: Bestiario mágico. Edaf, Madrid (2000).
Estampa anónima; Librería de Escribano, calle de Carretas nº 8, Madrid.

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