Dragones según Bartholomeus Anglicus

Bartholomeus Anglicus fue el autor del compendio De propietatibus rerum (latín: Sobre las propiedades de las cosas), fechado en el 1240, un temprano precursor de la enciclopedia y uno de los libros más populares de la Edad Media. Esta obra fue organizada en diecinueve libros, donde en cada uno trataba temas diferente como Dios, los ángeles, la medicina, geografía, geología, plantas y animales entre otros. En el libro XVIII, sobre los animales, habló acerca de los dragones.

Libro XVIII

De los animales y serpientes. Capítulo XXXVI: De los dragones y sus propiedades

El dragón es mayor que todas las otras serpientes como dice Isidoro en el libro XII. A éste llaman los griegos traganta. El dragón sale muchas veces fuera de su cueva y se levanta en el aire y lo turba por su movimiento: y semejantemente la mar por su veneno se hincha. El dragón es crestado o tiene cresta, y tiene una boca muy pequeña y conductos estrechos por donde echa su veneno, por donde respira y por donde saca la lengua. Tiene los dientes agudos como una sierra y su fuerza no la tiene en los dientes sino en la cola. Mata más por el golpe de su cola que por su mordedura y no tiene tanto veneno como las otras sierpes según su tamaño. Para matar a otra sierpe o a otro animal no le hace falta veneno ninguno, pues mata todo cuanto puede agarrar con su cola. No hay bestia así de grande, aunque sea el dromedario, que no mate del golpe de su cola. Cuando los puede atar una vez con su cola, los ahoga.

Este animal es principalmente engendrado en India y en Etiopía cuando más calor hace. De los dragones habla Plinio en el libro VIII, capítulo XIII. Dice que es tan grande que en Etiopía nace de veinte codos (9 m). Alguna vez suelen ligarse cuatro o cinco con sus colas y van por mar y tierra a buscar pastos mejores con las cabezas levantadas. Aún dice en el capítulo XII que entre los elefantes y los dragones hay una perpetua guerra: el dragón con su cola busca constreñir al elefante, y el elefante con su pie abate al dragón. El dragón con su cola ata las piernas del elefante y lo hace caer a tierra, mas no sin venganza, ya que cuando cae el elefante, por su caída mata al dragón, y dice en el capítulo XII que el elefante cuando ve al dragón sobre el árbol, piensa en echarlo a tierra, mas el dragón le salta encima y tienta morderle entre las narices, y le da un gran golpe sobre los ojos, llegando a cegarlo a veces. Otras veces se pone sobre su espinazo para morderle y chuparle la sangre. Después de haberle herido largamente, por la disminución de sangre, el elefante cae sobre el dragón y, cayendo, mata a su matador. La causa por la que tanto ama el dragón la sangre del elefante es porque es por sí misma fría, y por ser él muy caliente desea enfriarse, tal y como dice Isidoro.

Unas palabras escritas en Levítico dicen «que atrajeron el viento como los dragones». Dice Jerónimo que el dragón es animal muy sediento, tanto que apenas puede hartarse de agua, por eso abre tanto su boca contra el viento, para matar su calor. Cuando ve algunas naves en el mar y que el viento sopla fuerte contra la vela, vuela hasta esta para poder recoger el frío viento. Alguna vez hunde la nave por la grandeza de su cuerpo y por el gran golpe que da en el mástil, mas los marineros, cuando le ven acercarse a la nave, quitan la vela y así se salvan. Y aún dice el mismo doctor que, contra el gran calor del sol de los etíopes, usan la sangre del dragón y comen sus carnes por sus grandes propiedades medicinales, y saben un arte para apartar su carne de su veneno. El dragón tiene todo su veneno en la lengua y en la hiel, por esto le cortan primero estas partes. Quitando aquellos miembros donde está el veneno, usan la carne tanto como medicina como comida. Y esto parece que dice David en su Salmo: «Tú quebraste la cabeza del dragón y lo diste como comida al pueblo de Etiopía». Dice también Plinio que por la fuerza de su veneno siempre saca la lengua, y alguna vez, por la fuerza del calor del veneno, inflama el aire y así parece que expira fuego de su boca. Algunas veces, cuando silba, suelta un resuello muy enconado y engendra pestilencia en el aire. A veces mora en la mar, otras en ríos, en cuevas o en montañas. Duerme poco y casi siempre se mantiene en vela. Traga las aves y bestias.

Tiene una vista muy aguda, así que cuando está en los muy altos montes, de muy lejos ve su caza. Y en los ojos y en los hocicos solamente hiere a las otras bestias como dice Plinio en el libro VIII. Y él hiere muchas veces a los elefantes en los ojos y en la boca, así que alguna vez se hallan elefantes ciegos que no pueden comer y mueren al poco. Y aún dice Aristóteles del dragón en su libro VII que la mordedura de los dragones que comen otras serpientes venenosas es mucho peor; así como la del dragón que come escorpiones, contra cuya mordedura dificultosamente se halla remedio. Plinio, en el libro XXVIII dice que de la grasa del dragón huyen todas las cosas venenosas, y su hiel con la miel previene la ceguera de los ojos. Y dice Aristóteles en el libro VI que los peces mueren luego de ser son mordidos por el dragón.

Dragon ilustrado por Athanasius Kircher