Hombres lobo en los pueblos eslavos

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Entre los países eslavos el mito de los hombres lobo suele estar bastante relacionado con el de los vampiros, por lo que en ocasiones el término utilizado para referirse a estos cambiaformas también sirve para hablar de los cadáveres chupasangres. De hecho, se cree que aquellos que han sido hombres lobo en vida, o que han comido carne de un animal herido o muerto por un hombre lobo, acaban volviendo como vampiros tras su muerte.

Por estas regiones reciben multitud de nombres, como vlkodlak (República Checa), vukòdlak (Serbia y Croacia), vrkolak (Bosnia y Herzegovina), volkodlȃk (Eslovenia), vurvolak (Albania), wilkolak (Polonia), vurkolak (Turquía), vilkakis (Lituania), vârcolac (Rumanía), etc. En Grecia, el término actual para referirse a los vampiros, vrykolakas (griego: βρυκόλακας), parece provenir de las lenguas eslavas, por lo que se podría reforzar la relación que existe entre licántropos y vampiros.

Además, en la zona correspondiente a la antigua Yugoslavia, estos seres guardan ciertas reminiscencias de las leyendas nórdicas de Skoll y Hati, por lo que también se les consideran lobos demoníacos que intentan devorar al sol y a la luna. Cuando atrapan a los astros se producen los eclipses, por lo que, para espantarlos y reestablecer el órden celeste, las gentes del lugar hacían ruido con tambores, campanas, disparos y toda clase de objetos.

En estas tierras una persona puede convertirse en licántropo por diversas razones. Algunos nacían malditos de nacimiento, como los bebés que nacían con dientes o con los pies por delante; mientras que los adultos podían sufrir esta transformación si bebían del agua que quedase en la huella dejada en el barro por la pata izquierda de un lobo o al ser hechizados por poderes mágicos.

En Polonia, las principales víctimas de estos encantamientos eran las parejas de novios que iban a casarse, pues las brujas colocaban un cinturón de piel humana en el umbral de la casa de los novicios y todo aquel que pasara por encima se convertía en lobo. A los tres años, la bruja rompía el hechizo colocándoles unas pieles animales por encima, pero si no eran lo suficientemente grandes para taparles todo el cuerpo, podía ocurrir que al volver a la forma humana mantuvieran características de lobo, como le ocurrió a un novio al que no se le pudo tapar la cola.

Una bruja transforma a los invitados de un banquete de boda en lobos - Escena de la película En compañía de lobos
Los hombres lobo serbios se transforman al colocarse una piel de lobo por encima. En invierno se muestran más activos y es entonces cuando celebran reuniones anuales. En ellas se despojan de la piel de lobo, que cuelgan de los árboles a su alrededor y, si alguien consigue coger la piel y quemarla, el vlkoslak queda desde ese momento desencantado.

Los letones llaman vilkacis a los hombres lobo y cuentan que, para transformarse en uno, había que desnudarse durante una noche de luna llena y arrastrarse por debajo de las raíces expuestas al aire de algún árbol abatido. El potencial licántropo, entonces, debía introducirse un tallo de pasto en el ano. Cuanto más grueso fuera el tallo, más peluda sería la cola del futuro lobo. Para volver a la forma humana, la bestia debía arrastrarse bajo las raíces en sentido contrario, pero si alguien tocaba sus ropas, el desgraciado debería seguir como lobo de por vida. Como licántropos podían entender el lenguaje de los lobos y también el de los perros.

William Ralston Shedden-Ralston explica la diferencia entre los hombres lobo que ha sido maldecidos y aquellos que se transforman por voluntad propia: «Los magos que se han convertido en lobos por su voluntad son, en su mayor parte, destructores furiosos de todo lo que se les cruza en su camino, pero la gente que ha sido convertida en lobo contra su voluntad raramente deshonra su naturaleza humana. Esos hombres lobo simpáticos se apegan a los hombres y con lágrimas y zarpazos de desaprobación intentan disculparse por su apariencia brutal. Salvo que sean llevados contra su voluntad por el hambre, nunca matan ni comen ovejas, pero si deben hacerlo, buscan una que pertenezca a algún otro pueblo distinto del que les toca vivir».

Olaus Magnus refiere que en Prusia, Livonia y Lituania, en la noche de la Natividad de Cristo, se reúne una multitud de hombres transformados en lobos para desplegar su furia contra los seres humanos. Los daños que causans son mucho peores que los de los lobos auténticos, ya que si encuentran una casa aislada en los bosques, la asedian hasta que logran derribar la puerta y, una vez dentro, devoran a todos los seres humanos y animales que hubiera en su interior. Luego asaltan las bodegas y se beben toda la cerveza e hidromiel, apilando las cubas vacías unas sobre otras como harían los hombres. Olaus Magnus también añade que, entre Lituania, Livonia y Curlandia se alzan las murallas de un antiguo castillo en ruinas. En ese lugar se congregan miles de licántropos en ocasiones determinadas y prueban su agilidad en el salto. Los que no son capaces de saltar por encima de la muralla, como les suele ocurrir a los gordos, son azotados y muertos por sus líderes.

Según la obra de Sabine Baring-Gould, entre los rusos blancos el wawkalak es un hombre que ha provocado la cólera del demonio y éste lo castiga convirtiéndole en lobo. Sus parientes lo reconocen bajo esta forma y lo cuidan y alimentan bien, además de que no causa daño alguno y muestra su afecto a sus familiares lamiéndoles las manos. Sin embargo, no puede permanecer mucho tiempo en el mismo lugar, sino que lo llevan de casa en casa, y de aldea en aldea, debido a una pasión irresistible por cambiar de escenario.

Los rusos llaman al hombre lobo oborot (ruso: о́боротень; cambiante) y dan la siguiente fórmula para convertirse en uno de ellos: «Quien desee convertirse en oborot, habrá de buscar en el bosque un árbol caído; deberá pincharlo con un pequeño cuchillo de cobre, y caminar alrededor del árbol repitiendo el siguiente hechizo:
Sobre el mar, sobre el océano, sobre la isla, sobre Buyan, sobre los pastos vacíos luce la luna, sobre un tronco de fresno caído en un bosque verde, en un oscuro valle. Cerca del tronco vaga un lobo hirsuto, en busca de ganado vacuno para su agudos colmillos; pero el lobo no entra en el bosque, pero el lobo no se sumerge en el valle sombrío, ¡luna, luna de cuernos de oro, detén el vuelo de las balas, embota los cuchillos de los cazadores, rompe los cayados de los pastores, derrama un violento terror sobre todo el ganado, sobre los hombres, sobre todo lo que se arrastra, que no puedan coger al lobo gris, que no puedan desgarrar su piel caliente! ¡Mi palabra es vinculante, más vinculante que el sueño, más vinculante que la promesa de un héroe!
Tras esto, salta tres veces por encima del árbol y corre al interior del bosque, transformado en lobo.

Ilustración de la primera edición de El libro de los hombres lobo, de Sabine Baring-Gould

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