Cíclopes

Los cíclopes (griego: Κυκλωψ; ojo circular) son una serie de gigantes de la mitología griega que tan sólo tenían un ojo en medio de la frente. Debido a esto, y por extensión, también se puede denominar como cíclopes o seres ciclópeos a criaturas de otras creencias que sólo tengan un ojo, como el ojáncano, el Tártalo, los arimaspos, el fachan, etc.

La primera generación de cíclopes fueron Arges (griego: Αργης; Resplandeciente), también llamado Acmonides (griego: Ακμωνιδες; Hijo del yunque) y Piracmon (griego: Πυρακμων; Yunque de fuego), Brontes (griego: Βροντης; Trueno) o Argilipos (griego: Αργιλιπος; Radiante) y Estéropes (griego: Στεροπης; Rayo), que nacieron de la unión de Gea y Urano al inicio del mundo junto a los hecatónquiros y los dioses titanes. Urano, que aborrecía y temía a sus hijos, los mantenía encerrados en el interior de su madre. Gea, harta de la situación, urdió un plan y, tras forjar una hoz adamantina, instigó a sus vástagos a revelarse contra su padre. Sólo Crono, el más joven de los dioses titanes, se ofreció voluntario para actuar; tomó la hoz y castró a su padre cuando, llegada la noche, descendió para mantener relaciones con Gea.

Pese a que Urano fue destronado, Crono, que se hizo con el poder, mantuvo a sus hermanos cíclopes y hecatónquiros encerrados en el Tártaro custodiados por la monstruosa Campe. Estas brutales deidades estuvieron en cautiverio hasta que los hijos de Crono, liderados por Zeus, los liberaron para que les ayudasen en su lucha contra los titanes. En agradecimiento, los cíclopes forjaron magníficas armas para sus rescatadores: el rayo para Zeus, un tridente para Poseidón y un casco que dotaba del don de la invisibilidad a quien se lo pusiera para Hades. Tras ganar los dioses Olímpicos la guerra, los cíclopes continuaron con sus trabajos en la forja como ayudantes del dios Hefesto.

Odiseo emborrachando a Polifemo - Constantin Hansen
Posteriormente, Asclepio, hijo del dios Apolo, se convirtió en un médico tan prodigioso que hasta logró resucitar a los muertos, pero como estaba alterando el orden natural de las cosas, Zeus lo fulminó con un rayo. Como represalia, Apolo mató a los cíclopes por forjar el arma que mató a su hijo, pero al tratarse de seres inmortales por ser hijos de Urano y Gea se cree que en realidad acabó con los hijos de estos, que serían los otros cuatro cíclopes que menciona Nono de Panópolis en la Dionisíacas: Elatreo (griego: Ελατρευς; Hierro forjado), Eurialio (griego: Ευρυαλος; El de amplios pasos), Traquio (griego: Τραχιος; Robusto o Raudo) y Halimedes (griego: Ἁλιμηδης; El que gobierna el mar).

A parte de estos cíclopes primordiales también estaban aquellos con los que se encontró Odiseo en su viaje de vuelta a Ítaca tras la guerra de Troya. Esta raza expulsó gracias a su terrible fuerza y descomunal tamaño a los feacios de las tierras de Hiperea, donde se instalaron y se dedicaron al pastoreo. En la Odisea no se dice explícitamente su origen, aunque se puede interpretar por las palabras de Alcínoo que nacieron cuando la sangre de Urano fecundó a Gea tras su castración, ya que los emparenta con los gigantes. Pese a esto, el más fuerte y grande de todos era Polifemo, hijo de Poseidón y la ninfa marina Toosa, que vivía en solitario en una cueva junto a su ganado.

Desgraciadamente, Odiseo y sus hombres se cobijaron en la guarida de Polifemo y descubrieron horrorizados que el cíclope era antropófago, pues devoró a algunos de ellos y mantuvo encerrados al resto para comérselos luego atascando la entrada de su cueva con una gran roca. Para escapar, el Odiseo emborrachó al gigante y, cuando éste le preguntó por su nombre, le dijo que se llamaba Nadie. Cuando finalmente cayó dormido por el alcohol, lo cegaron clavándole una estaca en el único ojo que tenía. Al gritar de dolor, el resto de cíclopes acudieron y quisieron saber quién le había hecho eso para vengarse, pero Polifemo sólo gritaba: «¡Nadie, Nadie!», por lo que supusieron que se lo había hecho él solo y lo dejaron estar. Al día siguiente, cuando Polifemo tenía que sacar a su rebaño para que pastase, apartó la roca de la entrada y palpó una por una a cada oveja para comprobar que sus prisioneros no se escapasen, pero Odiseo y sus compañeros consiguieron huir enganchados en el vientre de las ovejas. Cuando se creyó a salvo de la ira del cíclope, Odiseo le gritó desde su nave su verdadero nombre, por lo que Polifemo comenzó a arrojarle grandes rocas a ciegas. Ninguna llegó a alcanzarle, pero desde ese día se ganó la enemistad de Poseidón por lo que le había hecho a su hijo.

Mitos posteriores cuentan que, antes de su encuentro con Odiseo, Polifemo estuvo enamorado de la nereida Galatea, pero ésta le rechazó porque amaba del pastor Acis. Cuando los encontró juntos, enloquecido por los celos, mató a Acis lanzándole una gran roca. La sangre que manó de él acabó convirtiéndose en un río que recibe su mismo nombre.

Grabado de Cornelis Cort

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