Los gigantes (griego antiguo: Γιγαντες; Nacidos de la Tierra) fueron, según la mitología clásica, una raza de hombres de insuperable estatura e invencible fuerza. En la obras griegas más antiguas, como la Teogonía de Hesíodo, sólo se dice de ellos que portaban brillantes armas y largas lanzas, pero con el tiempo acabaron siendo descritos como hombres salvajes que entraron en guerra con los dioses; sus barbas y cabelleras eran espesas, además de que sus piernas estaban cubiertas con escamas de dragón o, directamente, tenían serpientes en lugar de piernas.
Debido al descomunal tamaño de esta tribu, se acabó utilizando el término «gigante» para referirise a otros personajes y criaturas de estatura sobrehumana o destacable, como ocurre con los lestrigones, los cíclopes, los alóadas, los hecatónquiros, Orión, Gerión, Anteo, Argos, etc.
Estos seres nacieron en Flegra, aunque no se especifica si se trataba de los campos Flagreos de Italia o en la península griega de Palene, que antiguamente recibía ese nombre. Su madre fue Gea, que quedó fecundada por la sangre que derramó Urano cuando fue castrado por su hijo Cronos, por lo que son hermanos directos de las Erinias y de las ninfas Melias.
Gea, que había visto desde los inicios de la creación cómo sus hijos eran encerrados una y otra vez, primero por Urano y más tarde por Cronos, se encolerizó contra Zeus y y el resto de dioses olímpicos al ver que encarcelaron en el Tártaro a los titanes con los que estuvieron en guerra por el dominio del mundo. Debido a esto, incitó a los gigantes contra ellos para que los destruyeran.
A los dioses se les había vaticinado que no podrían aniquilar a ningún gigante a menos que un mortal combatiera a su lado, por eso Gea intentó buscar una droga para hacerles totalmente invulnerables. Zeus se le adelantó y prohibió aparecer a Eos, Selene y Helios para mantener el mundo a oscuras; encontró la sustancia, la destruyó y, por medio de Atenea, llamó a Heracles en su ayuda. Así comenzó la guerra contra los gigantes, también conocida como Gigantomaquia (griego antiguo: γιγαντομαχία).
Los líderes de los gigantes en esta contienda fueron Porfirio y Alcioneo, el cual expulsó de Eritía a las vacas de Helios y era inmortal siempre y cuando combatiera en su tierra nativa, aunque para Homero el rey de esta raza se llamaba Eurimedonte. Los gigantes asaltaron el Olimpo arrojando encinas en llamas y enormes rocas, pero Ovidio, en clara confusión con el ataque de los Alóadas, menciona en Las metamorfosis que intentaron tomar los cielos apilando sobre el monte Olimpo los montes Osa y el Pelión. En esta versión, las montañas son derribadas por los rayos de Zeus y los gigantes perecieron aplastados bajo los escombros, surgiendo de su sangre derramada una raza de hombres, posiblemente los tracios, que habitaban en la península de Palene.
Alcioneo fue el primero en caer abatido por las flechas de Heracles, pero revivió al mismo entrar en contacto con la tierra en la que nació. Entonces, por consejo de Atenea, Heracles lo arrastró fuera de Palene y así pudo acabar con él. Porfirio, el otro líder de los gigantes, intentó violar a Hera, pero Zeus lo fulminó con uno de sus rayos cuando le rasgaba los vestidos para tomarla por la fuerza. El resto murió de la siguiente manera: Apolo flechó a Efialtes en el ojo izquierdo y Heracles en el derecho; Dioniso mató a Éurito con su tirso; Hécate incendió a Clitio con teas y Hefesto a Mimante arrojándole hierros candentes; Atenea se cubrió con la piel de Palante tras desollarlo y aplastó a Encélado con la isla de Sicilia cuando huía de la batalla, aunque el viejo sátiro Sileno se atribuyó esta victoria en la sátira El Cíclope de Eurípides. Polibotes llegó hasta la isla de Cos perseguido por Poseidón, allí el dios arrancó la parte de la isla llamada Nísiro y lo sepultó bajo ella. Hermes, utilizando el casco de la invisibilidad de Hades, mató a Hipólito; Ártemis dio muerte a Gratión y las Moiras a Agrio y Toante utilizando mazas de bronce. Al resto los fulminó Zeus con sus rayos mientras Heracles remataba a los moribundos asaetándolos. Según la Biblioteca mitológica, la derrota de los gigantes encolerizó aún más a Gea y engendró junto a Tártaro al monstruoso Tifón para consumar su venganza.
A parte de los gigantes anteriormente nombrados, obras como Las metamorfosis de Ovidio o Dionisíacas de Nono de Panópolis dan a entender que esta raza estuvo compuesta por hasta cien individuos diciendo que se alzaron contra los dioses con sus cientos de manos, aunque simplemente podrían estar confundiéndolos con los hecatónquiros.
Debido al descomunal tamaño de esta tribu, se acabó utilizando el término «gigante» para referirise a otros personajes y criaturas de estatura sobrehumana o destacable, como ocurre con los lestrigones, los cíclopes, los alóadas, los hecatónquiros, Orión, Gerión, Anteo, Argos, etc.
Estos seres nacieron en Flegra, aunque no se especifica si se trataba de los campos Flagreos de Italia o en la península griega de Palene, que antiguamente recibía ese nombre. Su madre fue Gea, que quedó fecundada por la sangre que derramó Urano cuando fue castrado por su hijo Cronos, por lo que son hermanos directos de las Erinias y de las ninfas Melias.
Encélado surgiendo de la tierra - Escultura de Gaspard Marsy localizada en los Jardines de Versalles |
A los dioses se les había vaticinado que no podrían aniquilar a ningún gigante a menos que un mortal combatiera a su lado, por eso Gea intentó buscar una droga para hacerles totalmente invulnerables. Zeus se le adelantó y prohibió aparecer a Eos, Selene y Helios para mantener el mundo a oscuras; encontró la sustancia, la destruyó y, por medio de Atenea, llamó a Heracles en su ayuda. Así comenzó la guerra contra los gigantes, también conocida como Gigantomaquia (griego antiguo: γιγαντομαχία).
Los líderes de los gigantes en esta contienda fueron Porfirio y Alcioneo, el cual expulsó de Eritía a las vacas de Helios y era inmortal siempre y cuando combatiera en su tierra nativa, aunque para Homero el rey de esta raza se llamaba Eurimedonte. Los gigantes asaltaron el Olimpo arrojando encinas en llamas y enormes rocas, pero Ovidio, en clara confusión con el ataque de los Alóadas, menciona en Las metamorfosis que intentaron tomar los cielos apilando sobre el monte Olimpo los montes Osa y el Pelión. En esta versión, las montañas son derribadas por los rayos de Zeus y los gigantes perecieron aplastados bajo los escombros, surgiendo de su sangre derramada una raza de hombres, posiblemente los tracios, que habitaban en la península de Palene.
Atenea enfrentándose a Encélado | Poseidón lanzando Nísiro sobre Polibotes |
A parte de los gigantes anteriormente nombrados, obras como Las metamorfosis de Ovidio o Dionisíacas de Nono de Panópolis dan a entender que esta raza estuvo compuesta por hasta cien individuos diciendo que se alzaron contra los dioses con sus cientos de manos, aunque simplemente podrían estar confundiéndolos con los hecatónquiros.
Gigante luchando contra Ártemis - Ilustración de un relieve romano del Museo Vaticano |
Fuentes
Eurípides: Tragedias I. Gredos, Madrid (1991).Hesíodo: Obras y fragmentos. Gredos, Madrid (1978).
Nono de Panópolis: Dionisíacas XXV-XXVI. Gredos, Madrid (2004).
Ovidio: Las metamorfosis I-V. Gredos, Madrid (2008).
Pausanias: Descripción de Grecia (tomo VIII): Gredos, Madrid (2008).
Pseudo-Apolodoro: Biblioteca mitológica. Gredos, Madrid (1985).
Otras webs: Theoi.com
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