Una mara (Protogermánico: marōn; anglosajón: mære; nórdico antiguo: mara; alemán: Nachtmahr; griego: Μόρα; ucraniano: Мара; ruso: Мара) es un espíritu o duende maligno del folclore alemán, que aplasta a la gente mientras duerme sentándose en su pecho, provocando así pesadillas y malos sueños. Es la contraparte femenina de los alps.
Por lo general se le describe como una pequeña criatura negra que aparece cuando las personas y mascotas duermen. Entra en las habitaciones a través de las cerraduras de las puertas y su ataque produce ansiedad y falta de aliento. En algunas historias llegan a mantener relaciones sexuales con los hombres.
Al igual que los alps, pueden cambiar de forma y traen consigo enfermedades («roce de las brujas» en Escandinavia), además de que roban leche materna de los pechos de las mujeres.
Las maras ya aparecen en la antigua Saga de los Ynglings del XIII. En esta historia, el rey Vanlandi Sveigðisson de Uppsala perdió la vida por una pesadilla (mara) enviada por la hechicera Huld o Hulda, contratada por Drifa, la esposa abandonada del rey. El rey prometió a su esposa regresar junto a ella tras tres años, pero rompió su promesa y después de diez años la esposa le encargó a la bruja traer de nuevo a su marido junto a ella, o en su defecto, que lo matase. Vanlandi apenas comenzó a adormilarse cuando notó que una pesadilla «lo montaba». Cuando sus hombres acudieron en su ayuda y le sujetaron la cabeza, el ente «pisó» sus piernas hasta partirlas y, cuando le sujetaron los pies, la mara le «aplastó» la cabeza con consecuencias fatídicas.
El folclorista alemán Franz Felix Adalbert Kuhn registró un encanto u oración de Westfalia para mantener alejadas a las maras:
En textos de la Baja Edad Media la distinción entre maras, alps, y druden empezaba a difuminarse, hasta que se llegó a considerar a las maras madres de los alps.
En el folclore polaco conocen a esta criatura como mora, y creían que eran las almas de gente viva que abandonaba su cuerpo mientras dormía. Para los polacos, la mora entraba en las habitaciones a través del ojo de las cerraduras, se sentaban en el pecho de los que descansaban e intentaban estrangularlos. Para ahuyentar a las moras, los niños debían mirar a la ventana o girar la almohada y hacer la señal de la cruz en ella (jastuk prekrstiti). A principios del siglo XIX, Vuk Karadzic menciona que la gente repele estos espíritus dejando una escoba al revés detrás de la puerta o rezando una oración antes de ir a dormir.
Las maras ya aparecen en la antigua Saga de los Ynglings del XIII. En esta historia, el rey Vanlandi Sveigðisson de Uppsala perdió la vida por una pesadilla (mara) enviada por la hechicera Huld o Hulda, contratada por Drifa, la esposa abandonada del rey. El rey prometió a su esposa regresar junto a ella tras tres años, pero rompió su promesa y después de diez años la esposa le encargó a la bruja traer de nuevo a su marido junto a ella, o en su defecto, que lo matase. Vanlandi apenas comenzó a adormilarse cuando notó que una pesadilla «lo montaba». Cuando sus hombres acudieron en su ayuda y le sujetaron la cabeza, el ente «pisó» sus piernas hasta partirlas y, cuando le sujetaron los pies, la mara le «aplastó» la cabeza con consecuencias fatídicas.
El folclorista alemán Franz Felix Adalbert Kuhn registró un encanto u oración de Westfalia para mantener alejadas a las maras:
Hier leg' ich mich schlafen, Keine Nachtmahr soll mich plagen, Bis sie schwemmen alle Wasser, Die auf Erden fließen, Und tellet alle Sterne, Die am Firmament erscheinen! [Dazu helfe mir Gott Vater, Sohn und heiliger Geist. Amen!] |
Aquí estoy acostado para dormir; Sin pesadillas que me acosen hasta que hayan nadado a través de todas las aguas que fluyen en la tierra,
y contado todas las estrellas
que surgen en los cielos.[Que me ayude Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!] |
En textos de la Baja Edad Media la distinción entre maras, alps, y druden empezaba a difuminarse, hasta que se llegó a considerar a las maras madres de los alps.
En el folclore polaco conocen a esta criatura como mora, y creían que eran las almas de gente viva que abandonaba su cuerpo mientras dormía. Para los polacos, la mora entraba en las habitaciones a través del ojo de las cerraduras, se sentaban en el pecho de los que descansaban e intentaban estrangularlos. Para ahuyentar a las moras, los niños debían mirar a la ventana o girar la almohada y hacer la señal de la cruz en ella (jastuk prekrstiti). A principios del siglo XIX, Vuk Karadzic menciona que la gente repele estos espíritus dejando una escoba al revés detrás de la puerta o rezando una oración antes de ir a dormir.
La pesadilla (1800) - Nicolai Abraham Abildgaard |
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