Un kodama (Japonés: 木霊 o 木魂; espíritu de árbol) es un espíritu del folclore japonés que vive en los árboles, similar a las dríades de la mitología griega. También se conoce como kodama al árbol donde habita uno de estos espíritus y al eco que se produce en los bosques, ya que éste fenómeno acústico se le atribuye a estos seres, al igual que se cree que el eco de las montañas es producido por el yamabiko.
La forma de ver a los kodama ha cambiado con el paso de los siglos. En el antiguo Japón los kodamas eran considerados dioses del bosque, kami que habitaban ciertos árboles, aunque no estaban intrínsecamente ligados a uno solo de ellos, sino que podían moverse por el bosque libremente. Otros pensaron que estos espíritus estaban ligados a árboles concretos y particulares, a los cuales no se debía dañar o serían maldecidos. Kukunochi no Kami, un dios de los árboles mencionado en el viejo Kojiki, es considerado un kodama.
Para saber qué árboles estaban habitados por un kodama, los monjes y las mikos expertos marcaban los árboles que consideraban sagrados con cintas llamadas shimenawa. Se dice que algunos desafortunados leñadores descubrían tarde que el árbol que estaban talando era un kodama (o que estaba habitado por uno) cuando veían que el corte que habían hecho comenzaba a sangrar como una persona. Aquellos desdichados que herían uno de estos árboles sufriría la ira de estos dioses de la naturaleza y eran maldecidos.
Con el tiempo, a partir de la Período Edo, dejaron de creer en la naturaleza divina de los kodama y fueron comenzaron a considerarse como yōkai. Esto fue debido a historias sobre kodamas que se enamoraron de mortales y adoptaron forma humana para pasar sus días con el ser amado, como las encontradas en el Genji Monogatari.
No hay un consenso acerca del aspecto que tienen los kodamas. En las leyendas más antiguas eran invisibles o indistinguibles del resto de árboles, solo podías conocer su presencia por los ecos fantasmagóricos que producían. Toriyama Sekien, quien sentó las bases sobre la apariencia de muchos seres mitológicos de Japón, los dibujó como hombres y mujeres ancianos ante un árbol en su célebre Gazu Hyakki Yagyō.
En las islas de Izu, en Aogashima, la gente todavía hace santuarios bajo cedros japoneses para honrar a los kodama. En el valle de Mitsune, en Hachijōjima, se lleva a cabo un festival anual que da gracias a kidama-sama o kodama-sama, esperando el perdón de estos seres por la tala de la industria maderera y su bendición en la tala de árboles para la prosperidad de esta.
En Okinawa se les llaman kinushi, y antes de talar un árbol se les debe orar para cortarlo. Se dice que si en la noche escuchas el sonido de un árbol cayendo, aunque no se haya caído ninguno, sería el llanto de un kinushi, y día más tarde aparecería un árbol marchitado. El kijimuna, un conocido yōkai de Okinawa, también también es considerado a veces como un tipo de kinushi o como la personificación de uno de estos espíritus.
Ilustración de Toriyama Sekien en su Gazu Hyakki Yagyō |
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