Kijimuna

El kijimunā (japonés: キジムナー), también llamado sema, kimnuya, bunagai, bunagaya, michibata, handanmii y akaganda, entre otros, es un yokai específico de las islas de Okinawa y Ryukyu, al sur de Japón. Es un espíritu bromista del tamaño de un niño, está cubierto de pelo rojizo y su piel es del mismo tono. Suelen vestir faldas hechas con hojas y, a pesar de tener el tamaño de un niño, los machos se caracterizan por tener grandes testículos.

Viven en los árboles conocidos como banianos, que crecen a lo largo del archipiélago de Ryukyu, y son hábiles pescadores. Shigeru Mizuki dice que son el espíritu de dicho árbol y surgen de él cuando ya es viejo, como una especie de kodama. Su dieta es marina y se basa principalmente en cangrejos y peces, de los cuales sólo se comen uno de los ojos. Les gusta gastar bromas y, si te ven caminando de noche con un farolillo, se abalanzan sobre ti y te lo roban. Según cuentan, si antes de salir de casa, pasas a horcajadas por encima del farolillo, los kijimunā te dejarán en paz. Michael Foster añade en su The Book of Yokai: Mysterious Creatures of Japanese Folklore que también se divierten entregándole a la gente montones de tierra y haciéndoles creer que se trata de arroz.

Siguiendo lo escrito por Shigeru Mizuki en su Enciclopedia Yokai, el 10 de agosto del calendario antiguo era conocido por ser «el día de los yokai», pues se creía que en ese día se aparecen todos los yokai. En ese día los kijimunā encienden fuegos, así que los de causa desconocida se denominan "fuegos de los kijimunā. Que ardan sobre el tejado de una casa era considerado un presagio de muerte.

En los alrededores de Shuri se cree que, si se colocan patatas bajo un árbol habitado por un kijimunā, éste se convertiría en nuestro amigo y nos ofrecería como regalo alguno de los peces que capturase; eso sí, siempre les faltaría uno de los ojos que se habría comido. Esta amistad podía romperse fácilmente si se hacía algo que desagradara a estos yokai. Por ejemplo, odian el pollo, el pulpo y las tapas de las cazuelas, por lo que acercarles estos objetos u ofrecérselos sería considerado como un insulto, al igual que tirarse una flatulencia junto a ellos. También cogerán inquina a quien dañe su árbol, ya sea quemándolo o clavando un clavo en él. En cualquier caso, acabarían vengándose de aquellos que les haya ofendido.

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