El aspidochelone (griego: ὰσπιδοχελὣνος; tortuga acorazada) es, según el Fisiologo y los bestiarios medievales, una mítica criatura marina, descrita comúnmente como una gran ballena, una gigantesca tortuga o un enorme pez. Sin importar su aspecto, la cualidad que todas las descripciones tienen en común es que este ser es tan gigantesco que es confundido con una isla por los marinos, teniendo su espalda un aspecto rocoso, con playas de arena y árboles. En Oriente Medio se le conoce como Zaratán, llamado así en obras como Las maravillas de la creación, de Al-Qazwini, y en Las mil y una noches, en el primer viaje de Simbad.
El Fisiólogo le da una alegoría moral a este animal, comparándolo con el Diablo y los no creyentes, mencionando también que, cuando reposa en el fondo del mar, abre la boca y atrae a los peces con su aliento dulce:
«Hay en el mar una bestia que se llama en griego aspidochelone y en latín aspido testudo. Es un cetáceo de gran tamaño que tiene sobre la piel una especie de arena gruesa como la de la orilla del mar. En medio del piélago hace emerger el dorso sobre las olas, de modo que a los marinos que van navegando no les parece otra cosa que una isla, sobre todo cuando ven que todo aquel espacio está lleno de arena como cualquier playa. Pensando pues que es una isla arriban a ella con su nave, desembarcan, clavan estacas y amarran las naves. Después, para cocinar alimentos tras la faena, encienden hogueras allí sobre la arena como en tierra firme. Entonces la bestia, al sentir el calor del fuego, se sumerge de repente en el agua y arrastra consigo a la nave al fondo del mar. Así sufren todos los que no creen y todos los que ignoran las astucias del diablo, depositando en él su esperanza; y, ligándose a sus obras, se hunden junto con él en la gehena del fuego ardiente: tal es su astucia.
La segunda naturaleza de aquella bestia es la siguiente: cuando tiene hambre abre la boca y exhala de ella una especie de aroma fragante. En cuanto perciben ese perfume los peces pequeños se aglomeran dentro de su boca; y cuando la boca está repleta de pececillos diversos, la cierra súbitamente y los traga. Lo mismo padecen los que tienen poca fe; cebados con placeres y alcahueterías como si se tratara de perfumes del diablo, inesperadamente son absorbidos por él como los pececillos diminutos, pues los de mayor tamaño se guardan de él y ni siquiera se le acercan».
Una historia similar se cuenta en un poema que se encuentra en el Libro del Exeter, The Whale, escrito en antiguo anglosajón. El monstruo que aparece en este poema es llamado Fastitocalon, posible variante del Aspidochelone y un nombre dado al Diablo. Este mismo poema inspiraría el poema Fastitocalón de Tolkien. A lo largo de diferentes culturas podemos encontrar bestias similares al aspidochelone, como el Hafgufa y el Lyngbakr, en la mitología nórdica, o el Jasconius, que aparece en la leyenda de San Brandán.
Grabado de la misa de Resurrección sobre la Ballena Jasconius - La leyenda de San Brandán |
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