Rusalka (eslavo: ninfa acuática), cuyo plural es rusalky, es el nombre con el que se designa a unos espíritus femeninos del folklore eslavo. Nacen a partir de un alma no sacra, como la de los niños que murieron sin bautizar o la de doncellas que fallecieron ahogadas. El registro más antiguo que se tiene de este término data del siglo XVIII, por lo que se trataría de un mito del que no se conocen sus precedentes. Actualmente se les relaciona con el alma de los muertos, pero antiguamente podrían haber sido criaturas ligadas con la fertilidad.
Son principalmente conocidas en Ucrania y en el sur de Rusia, donde se las describe usualmente como hermosas jóvenes con el cabello suelto, a veces de color verde, adornadas con guirnaldas de flores y vestidas con hojas o con camisones blancos. En el tomo III de The mythology of all races se dice que pueden aparecer como niñas de unos siete años y Linda J. Ivanits recogió en su obra, Russian folk belief, que también se las representa como personas de pequeño tamaño, pájaros, bestias, sirenas, o niños.
Las rusalky estaban asociadas a las aguas, pero también podían adentrarse a tierra y habitar en bosques y campos. En su hábitat acuático se dedicaban a atraer a incautos con sus cantos para ahogarlos, enredaban las redes de los pescadores, rompían diques, inundaban campos y destruían puentes, a parte de poder convocar lluvias torrenciales y granizo. En el norte de Rusia, donde son menos conocidas, su leyenda se difumina y se mezcla con la del vodyanoy, donde pasan a ser conocidas como su esposa, la vodianikha, adoptando el aspecto de mujeres feas y viejas de enormes pechos que cepillan sus cabellos a la orilla de los ríos. En las noches claras de verano salen a la superficie para bañarse y retozar, salpicándose entre ellas y sentándose en las aspas de los molinos de agua.
A finales de la primavera, durante la festividad conocida como la Rusal'naia, abandonaban las aguas para ir a los campos y bosques; era entonces cuando se las consideraba más peligrosas. En tierra firme se dedicaban a aplaudir, danzar el khorovod y retozar por la hierba mientras reían. Por las noches les gusta mecerse sobre las ramas de los árboles, desde las cuales atraían a los viajeros para saltar sobre ellos y hacerles cosquillas hasta matarlos, algo similar a como actúa el leshi, por lo que se las podía confundir o considerar como la esposa de éste, la lesovikha. También existe la creencia de que el grano y la hierva crecían más grandes y fuertes en aquellos lugares donde han retozado y bailado las rusalky.
Durante la Rusal'naia la gente procuraba no salir por la noche más de lo necesario, evitaban los campos y no se bañaban en los ríos para no encontrarse con estas ninfas acuáticas. Para apaciguarlas solían dejarles pan, queso, mantequilla u otros alimentos a la orilla de los ríos. Como método de protección también se podía emplear contra ellas el símbolo de la cruz, un círculo mágico, incienso, ajo, ajenjo, un atizador o ciertos encantamientos de la Rusal'naia. Cuando se mecían en lo alto de los árboles y veían pasar a una chica, le pedían un vestido o una camisa; en estos casos, la joven colgaría de las ramas tiras de lino o pedazos de su vestido a modo de sacrificio para contentarla.
En la provincia de Smolensk se recogió un par de anécdotas relacionadas con lo anteriormente dicho: en la primera, un hombre encerró en un círculo mágico a una rusalka y le puso una cruz encima, por lo que el espíritu se fue con él a su casa y le sirvió como criada durante un año hasta que escapó al llegar la siguiente Rusal'naia. La segunda historia relata lo sucedido a una campesina que, siendo niña y paseando por el bosque con su padre, oyó el llanto de una rusalka; compadecida de ésta, dejó su bufanda cerca de donde se oían sus quejidos y al instante el espíritu dejó de llorar.
Al parecer, odian a las mujeres y castigan a aquellas que trabajen durante la Rusal'naia, pero, por el contrario, existen algunas historias de rusalky que se enamoran de hombres y se los llevan con ellos a sus palacios subacúaticos. En otras ocasiones se van con ellos a sus hogares en tierra firme, donde se casan tras convertirse en humanas al bautizarse y obtener así un alma, algo similar a lo que se cuenta de las ondinas y el resto de elementales. La ópera Rusalka, cuyo argumento es muy similar al de La sirenita de Andersen, sería un ejemplo de los amores que se dan entre rusalky y humanos.
Son principalmente conocidas en Ucrania y en el sur de Rusia, donde se las describe usualmente como hermosas jóvenes con el cabello suelto, a veces de color verde, adornadas con guirnaldas de flores y vestidas con hojas o con camisones blancos. En el tomo III de The mythology of all races se dice que pueden aparecer como niñas de unos siete años y Linda J. Ivanits recogió en su obra, Russian folk belief, que también se las representa como personas de pequeño tamaño, pájaros, bestias, sirenas, o niños.
Rusalky sentadas en las ramas de los árboles - Ivan Bilibin y Sergey Solomko |
A finales de la primavera, durante la festividad conocida como la Rusal'naia, abandonaban las aguas para ir a los campos y bosques; era entonces cuando se las consideraba más peligrosas. En tierra firme se dedicaban a aplaudir, danzar el khorovod y retozar por la hierba mientras reían. Por las noches les gusta mecerse sobre las ramas de los árboles, desde las cuales atraían a los viajeros para saltar sobre ellos y hacerles cosquillas hasta matarlos, algo similar a como actúa el leshi, por lo que se las podía confundir o considerar como la esposa de éste, la lesovikha. También existe la creencia de que el grano y la hierva crecían más grandes y fuertes en aquellos lugares donde han retozado y bailado las rusalky.
Rusalky - Konstantin Makovsky |
En la provincia de Smolensk se recogió un par de anécdotas relacionadas con lo anteriormente dicho: en la primera, un hombre encerró en un círculo mágico a una rusalka y le puso una cruz encima, por lo que el espíritu se fue con él a su casa y le sirvió como criada durante un año hasta que escapó al llegar la siguiente Rusal'naia. La segunda historia relata lo sucedido a una campesina que, siendo niña y paseando por el bosque con su padre, oyó el llanto de una rusalka; compadecida de ésta, dejó su bufanda cerca de donde se oían sus quejidos y al instante el espíritu dejó de llorar.
Al parecer, odian a las mujeres y castigan a aquellas que trabajen durante la Rusal'naia, pero, por el contrario, existen algunas historias de rusalky que se enamoran de hombres y se los llevan con ellos a sus palacios subacúaticos. En otras ocasiones se van con ellos a sus hogares en tierra firme, donde se casan tras convertirse en humanas al bautizarse y obtener así un alma, algo similar a lo que se cuenta de las ondinas y el resto de elementales. La ópera Rusalka, cuyo argumento es muy similar al de La sirenita de Andersen, sería un ejemplo de los amores que se dan entre rusalky y humanos.
Profundidades del agua - Dzheneyev Ivan Alekseevich |
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