Las ondinas, llamadas también ninfas por Paracelso en su Tratado sobre los elementales, son los espíritus elementales que están formados por las partes más delicadas del agua. De los cuatro elementales, son los más parecidos a los humanos en tamaño y proporciones. Son extremadamente amables y amistosas con la humanidad, viven en los ríos y en los mares, y tienen a su cargo el guardar los tesoros subacúaticos. A veces, cuando los elementales se reproducían, podían tener una descendencia monstruosa, dando como resultado, en el caso de las ondinas, el nacimiento de sirenas, seres mitad mujer y mitad pez.
En El conde de Gabalís se dice que entre las ondinas escasean los hombres, pero sus abundantes mujeres gozan de una hermosura tan maravillosa que las humanas no pueden compararse a ellas. Ninguno de los elementales poseía alma, pero podían adquirir una al contraer matrimonio con un humano. Las salamandras eran las más longevas, pero los silfos, los gnomos y las ondinas, por vivir menos tiempo, buscaban con más frecuencia un encuentro con los hombres para conseguir un alma antes de morir.
Pese a su trato amable con el ser humano, podían vengarse de una manera terrible si eran traicionadas. En el relato de Gabalis se cuenta la historia de la ninfa de Stauffenberg. Ésta mantenía relaciones con un filósofo para conseguir un alma inmortal, pero el hombre fue deshonesto y la engañó con una humana. Mientras cenaba con su nueva amante y unos amigos, la ninfa se manifestó ante ellos para que vieran la belleza que había rechazado su necio amigo, tras lo cual, hizo que muriera en el acto. Paracelso también contó que, aunque la ninfa huyera de su amante por alguna deshonra, su unión seguía intacta a no ser que ambos renunciaran a ella de mutuo acuerdo. Si el hombre se casaba de nuevo sin haber acabado de manera correcta su unión con la ondina, ésta volvería para vengarse y matar a la nueva esposa.
En El conde de Gabalís se dice que entre las ondinas escasean los hombres, pero sus abundantes mujeres gozan de una hermosura tan maravillosa que las humanas no pueden compararse a ellas. Ninguno de los elementales poseía alma, pero podían adquirir una al contraer matrimonio con un humano. Las salamandras eran las más longevas, pero los silfos, los gnomos y las ondinas, por vivir menos tiempo, buscaban con más frecuencia un encuentro con los hombres para conseguir un alma antes de morir.
Pese a su trato amable con el ser humano, podían vengarse de una manera terrible si eran traicionadas. En el relato de Gabalis se cuenta la historia de la ninfa de Stauffenberg. Ésta mantenía relaciones con un filósofo para conseguir un alma inmortal, pero el hombre fue deshonesto y la engañó con una humana. Mientras cenaba con su nueva amante y unos amigos, la ninfa se manifestó ante ellos para que vieran la belleza que había rechazado su necio amigo, tras lo cual, hizo que muriera en el acto. Paracelso también contó que, aunque la ninfa huyera de su amante por alguna deshonra, su unión seguía intacta a no ser que ambos renunciaran a ella de mutuo acuerdo. Si el hombre se casaba de nuevo sin haber acabado de manera correcta su unión con la ondina, ésta volvería para vengarse y matar a la nueva esposa.
Detalle de Water spirit - Carl Schweninger el Viejo |
No hay comentarios:
Publicar un comentario