El wakwak, o waqwaq, es un árbol extraordinario de la tradición arábiga que se encontraría en una isla o archipiélago imaginario del mismo nombre en los mares del sur, frente a la costa este de África, o del este, a veces identificada con Madagascar o Japón. Lo peculiar del wakwak es que produce personas en lugar de frutos, ya sean niños, bellas mujeres o sólo cabezas humanas. Es posible que la leyenda de este árbol llegara hasta Japón, donde pasaría a ser conocido como jinmenju, un árbol cuyos frutos o flores eran cabezas.
La primera mención que se tiene de este árbol se encuentra en el T'ung-tien, un texto chino del siglo VIII escrito por Du You, donde unos navegantes árabes se toparon con este árbol del que brotaban multitud de niños de seis a siete pulgadas de longitud; cuando veían a los hombres no hablaban, pero todos podían moverse y reír. Cuando eran arrancados de las ramas, los niños se secaban y se ponían negros. Por otra parte, Al Jahiz dijo en una de sus obras que del wakwak nacen hermosas jóvenes y, cuando están maduras, se desprenden de la rama y al caer al suelo gritan wak wak, de ahí que reciba ese nombre.
En la épica persa Hamzanama aparece otra versión del árbol wakwak. En esta obra, el fruto del árbol tenía forma de cabezas humanas, podían comunicarse e incluso predecir el futuro. El árbol le dio cobijo a Amir Hamza, comida y le predijo el día de su muerte a petición del protagonista de la obra.
Siguiendo lo recogido en Medieval Views of the Cosmos, de Evelyn Edson, un geógrafo andalusí anónimo del siglo XII relató el ciclo de crecimiento del fruto del wakwak: «en marzo, este árbol produce fruta como la de la palmera, pero con los pies de una doncella saliendo de la base. Al segundo día del mes, aparecen las pantorrillas, y al tercer día, dos piernas con sus dos muslos. Cada día va revelando un poco más hasta que el último día de abril ya cuenta con todo el torso. Es en mayo cuando aparece la cabeza y se vislumbra al completo su figura, suspendida en el aire colgando de la rama. Su aspecto es de lo más hermoso y deseable. Al principio de junio, estas comienzan a caer del árbol y a mediados del mes no queda ninguna colgada de las ramas. Cuando caen, sueltan un quejido: «¡Waq! ¡Waq!», pero una vez en el suelo se descubre que sólo son carne, sin huesos. Pese a que son más hermosas de lo que las palabras pueden describir, no hay vida ni alma en ellas. Son enterradas en la tierra porque, si se dejaran al aire, nadie podría acercarse por el hedor».
En Las maravillas de la creación, al-Qazvini decía que la isla de Wakwak estaba gobernada por una reina y que toda su población estaba conformada por mujeres, por lo que se podría pensar que se perpetuaban mediante el fruto del wakwak.
La primera mención que se tiene de este árbol se encuentra en el T'ung-tien, un texto chino del siglo VIII escrito por Du You, donde unos navegantes árabes se toparon con este árbol del que brotaban multitud de niños de seis a siete pulgadas de longitud; cuando veían a los hombres no hablaban, pero todos podían moverse y reír. Cuando eran arrancados de las ramas, los niños se secaban y se ponían negros. Por otra parte, Al Jahiz dijo en una de sus obras que del wakwak nacen hermosas jóvenes y, cuando están maduras, se desprenden de la rama y al caer al suelo gritan wak wak, de ahí que reciba ese nombre.
En la épica persa Hamzanama aparece otra versión del árbol wakwak. En esta obra, el fruto del árbol tenía forma de cabezas humanas, podían comunicarse e incluso predecir el futuro. El árbol le dio cobijo a Amir Hamza, comida y le predijo el día de su muerte a petición del protagonista de la obra.
Siguiendo lo recogido en Medieval Views of the Cosmos, de Evelyn Edson, un geógrafo andalusí anónimo del siglo XII relató el ciclo de crecimiento del fruto del wakwak: «en marzo, este árbol produce fruta como la de la palmera, pero con los pies de una doncella saliendo de la base. Al segundo día del mes, aparecen las pantorrillas, y al tercer día, dos piernas con sus dos muslos. Cada día va revelando un poco más hasta que el último día de abril ya cuenta con todo el torso. Es en mayo cuando aparece la cabeza y se vislumbra al completo su figura, suspendida en el aire colgando de la rama. Su aspecto es de lo más hermoso y deseable. Al principio de junio, estas comienzan a caer del árbol y a mediados del mes no queda ninguna colgada de las ramas. Cuando caen, sueltan un quejido: «¡Waq! ¡Waq!», pero una vez en el suelo se descubre que sólo son carne, sin huesos. Pese a que son más hermosas de lo que las palabras pueden describir, no hay vida ni alma en ellas. Son enterradas en la tierra porque, si se dejaran al aire, nadie podría acercarse por el hedor».
En Las maravillas de la creación, al-Qazvini decía que la isla de Wakwak estaba gobernada por una reina y que toda su población estaba conformada por mujeres, por lo que se podría pensar que se perpetuaban mediante el fruto del wakwak.
Reina de la isla de Wakwak - Las maravillas de la creación, de al-Qazwini |
Árbol wakwak y sus frutos Ilustración del Kitab al-bulhan |
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