Hashihime

La hashihime (japonés: 橋姫; Princesa del puente) es un peligroso yokai femenino ligado a los puentes. Son espíritus rencorosos y celosos nacidos de la pena de una mujer abandonada, por lo que no se debe elogiar otros puentes ni hablar de obras donde el tema principal sea la ira de una mujer despechada cuando se esté cruzando el puente en el que habita una de ellas. Debido a esto, los recién casados deben evitar a toda costa cruzar el puente de uno de estos espíritus, pues de lo contrario estarían condenando su matrimonio. Pese a su mala fama, también se les adora como una deidad y se les convoca para que ayuden a terminar una relación o para que protejan los puentes en tiempos de guerra.

La más famosa es la que habita en el puente del río Uji, en la provincia de Yamashiro, de la cual existen diversas historias. Según Shigeru Mizuki en su Enciclopedia yokai, un hombre que vivía con su esposa cerca del río Uji abandonó a su pareja y ésta murió de pena; desde entonces su espectro comenzó a aparecerse en el puente cercano. Otra versión dice que la Hashihime es el espíritu del mismo río Uji, que acude al templo de Sumiyoshi para mantener relaciones con la deidad de dicho templo, pero al amanecer, cuando el dios de Sumiyoshi debe marcharse, la hashihime se revuelve enloquecida por la tristeza.

Sin embargo, la versión más famosa sobre este yokai se encuentra en el Tsurugi no Maki del Cantar de Heike tal y como indica Matthew Meyer en La hora del encuentro con los espíritus malignos. Según esta obra, una mujer llena de odio y rencor contra su marido, que la había dejado por otra mujer, acudía cada noche al Kifune-jinja de Kioto a la hora del buey (entre la una y las dos de la madrugada, cuando se realizan las maldiciones) para pedirle a los dioses que le convirtiesen en un terrible demonio y así destruir a su exmarido. Tras siete noches, los dioses contestaron a sus rezos y le dijeron que debía sumergirse en el río Uji durante veintiuna noches para lograr su objetivo.

Con estas indicaciones, la mujer se puso una túnica blanca y se ató el pelo en cinco moños, se pintó la cara y se cubrió el cuerpo con un tinte carmesí; también se colocó en la cabeza un trébede del revés, sobre el que puso una vela encendida en cada pata del artefacto. Para finalizar, encendió una antorcha por ambos extremos y la sujetó con la boca. De esta guisa se sumergió en el río Uji durante veintún días llena de odio hasta que, tal y como le dijeron los dioses, se convirtió en una kijo.

Esa misma noche, el exmarido despertó por una horrible pesadilla que no presagiaba nada bueno, por lo que acudió en busca del onmyōdō Abe no Seimei. El experto exorcista interpretó el sueño y supo que acudiría la exmujer para acabar con él y su nueva pareja. Para salvarlos creó dos katashiros, unos muñecos mágicos que servirían como sustitutos de la pareja real y atraería la ira de la hashihime contra ellos. De este modo, cuando llegó el espíritu de la mujer, se vio engañada por la magia de Abe no Seimei, destruyó a los katashiro y su poder se volvió contra ella y desapareció, aunque prometió que volvería.

Ilustración del Konjaku Gazu Zoku Hyakki - Toriyama Sekien

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