Hiperbóreos

En la mitología griega, Hiperbórea era una región situada en las tierras septentrionales aún desconocidas, al norte de Tracia. Su nombre (en griego: Υπερ βορεία; Hyper Boreas; más allá del norte) deriva precisamente de que se creía que el dios-viento Bóreas habitaba en Tracia, y los hiperbóreos, sus hijos, lo harían más al norte de este reino, en el país de Hiperbórea. Se les atribuían costumbres primitivas: Sileno, en una de sus fábulas, decía que fueron los primeros hombres en ser visitados por los habitantes de otro continente más allá del océano que, asustados por lo que se encontraron, regresaron a su país y no volvieron más. Diversos fragmentos acerca de Pitágoras sostenían que él provenía de los hiperbóreos.

De los hiperbóreos se decía que eran inmortales, además de ser descritos como dioses. El dios Apolo conducía cada diecinueve años su carro hacia esta región para rejuvenecer. También se dice que a Medusa la desterraron a aquellas tierras.

Esta tierra se suponía que era perfecta, con el sol brillando veinticuatro horas al día, que con los conocimientos actuales se le podría ubicar dentro del Círculo Polar Ártico. Sin embargo, también es posible que Hiperbórea no tenga una ubicación física real, de acuerdo con el poeta clásico griego Píndaro:
«Ni en buque ni a pie tendría que encontrar
el camino maravilloso hacia la reunión de los hiperbóreos».
Píndaro también describió la perfección sobrenatural de los hiperbóreos:
«Nunca la musa está ausente
de sus caminos: chocan las liras y lloran las flautas 
y coros inaugurales de todo el mundo giraban.
Ni la enfermedad ni la vejez amarga se mezcla
en su sagrada sangre; lejos del trabajo y la batalla viven».
Sólo de entre los doce Olímpicos, Apolo era venerado entre los hiperbóreos. Los antiguos helenos pensaban que el brillante dios pasaba los inviernos entre ellos y que los Hiperbóreos le enviaban misteriosos regalos envueltos en paja que llegaban a Dodona y luego pasaban de aldea en aldea hasta llegar al templo de Apolo en Delos. Abaris, un sacerdote hiperbóreo de Apolo, fue un famoso sanador y vidente errante.

Hiperbórea era una de las muchas terrae incognitae para los antiguos griegos y romanos, donde Plinio, Píndaro y Heródoto, al igual que Virgilio y Cicerón, afirmaban que sus gentes llegaban a alcanzar los cien años de edad y disfrutaban de vidas llenas de felicidad.

El antiguo escritor griego Teopompo en su obra Filípicas afirmó que Hiperbórea intentó ser conquistada por los habitantes de Merope (otra isla ficticia), los cuales enviaron un ejercito de 10 millones de soldados, aunque finalmente desistieron al darse cuenta de que los hiperbóreos eran demasiado fuertes y de las más afortunadas de las gentes; esta historia inusual fue preservada por Claudio Eliano.

La leyenda griega afirma que los Boréades, los descendientes de Boreas y la ninfa de la nieve Quíone (hija de Bóreas y Oritía), fundaron la primera monarquía teocrática en Hiperbórea. Esta leyenda se conserva en los escritos de Eliano: «Este dios [Apolo] tiene como sacerdotes, hijos de Bóreas (el viento del norte) y Quíone (la nieve), eran tres en número, hermanos por nacimiento, y de seis codos de altura [aproximadamente 3 metros]».

No existen otras descripciones físicas de los hiperbóreos en las fuentes clásicas. Sin embargo, Herodiano, un gramático del siglo III, escribió que los Arimaspos (otro pueblo ficticio) eran idénticos en apariencia a los hiperbóreos, y Esteban de Bizancio, en el siglo VI afirmó lo mismo. El antiguo poeta Calímaco describió a los arimaspos con el pelo rubio.

Boreas secuestrando a Oritía - Peter Paul Rubens

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