El caballo acuático del folklore de la isla de Man es conocido como glastyn, glashtyn o glashtin (manés: goblin peludo), equivalente al kelpie o each uisge de Escocia. Este espíritu era capaz de adoptar la forma de un apuesto joven de ojos brillantes y pelo rizado, pero se le podía distinguir de una persona normal por sus orejas puntiagudas de caballo.
En Fairy tales from the Isle of Man, de Dora Broome, aparece la historia de una chica llamada Kirree Quayle que se quedó sola en su cabaña cuando su padre se marchó al mercado de Doolish. Como precaución, antes de marcharse le dijo que atrancara la puerta y que no se la abriera a nadie hasta que él llamase golpeándola tres veces. Todo iba bien hasta que estalló una tormenta y llegó la noche, cuando alguien llamó tres veces a la puerta. Al abrir, la chica se topó con un extraño que hablaba en otra lengua pero consiguió hacerle entender que quería refugiarse de la tormenta y calentarse junto al fuego. El extraño se quedó dormido plácidamente junto a la chimenea, pero cuando Kirree fue a avivar las llamas se dio cuenta de las orejas puntiagudas que sobresalían entre su cabellera. Así descubrió que se trataba del temible glastyn, que en cualquier momento podría transformarse en caballo y llevársela al mar para devorarla. La única manera que tenía de salvarse era esperar a que el gallo de su granja avisara de la llegada del amanecer, cosa poco probable debido a la tormenta que taparía el sol. Al rato, el extraño se despertó por el chisporroteo del fuego, se sentó y sacó un bonito collar de perlas que le ofreció a Kirree, pero ésta lo apartó de un empujón y gritó aterrada. Por suerte, sus gritos despertaron al gallo y comenzó a cantar. Temiendo la llegada del alba, el glastyn se desvaneció y lo único que se oyó fue el estruendo de unos cascos alejándose.
Estos espíritus también recibían el nombre de cabyll-ushtey (manés: caballo de agua). El más conocido con este nombre es el que habitó en el río Negro, al que vieron emergiendo del agua como un ser monstruoso destrozando un ternero. Lo dueños de ese ternero se espantaron y decidieron pastar lejos del río, pero sufrieron una pérdida mayor cuando días más tarde desapareció su hija y, junto a ella, el cabyll-ushtey, que nunca más volvió a verse por ahí.
En Fairy tales from the Isle of Man, de Dora Broome, aparece la historia de una chica llamada Kirree Quayle que se quedó sola en su cabaña cuando su padre se marchó al mercado de Doolish. Como precaución, antes de marcharse le dijo que atrancara la puerta y que no se la abriera a nadie hasta que él llamase golpeándola tres veces. Todo iba bien hasta que estalló una tormenta y llegó la noche, cuando alguien llamó tres veces a la puerta. Al abrir, la chica se topó con un extraño que hablaba en otra lengua pero consiguió hacerle entender que quería refugiarse de la tormenta y calentarse junto al fuego. El extraño se quedó dormido plácidamente junto a la chimenea, pero cuando Kirree fue a avivar las llamas se dio cuenta de las orejas puntiagudas que sobresalían entre su cabellera. Así descubrió que se trataba del temible glastyn, que en cualquier momento podría transformarse en caballo y llevársela al mar para devorarla. La única manera que tenía de salvarse era esperar a que el gallo de su granja avisara de la llegada del amanecer, cosa poco probable debido a la tormenta que taparía el sol. Al rato, el extraño se despertó por el chisporroteo del fuego, se sentó y sacó un bonito collar de perlas que le ofreció a Kirree, pero ésta lo apartó de un empujón y gritó aterrada. Por suerte, sus gritos despertaron al gallo y comenzó a cantar. Temiendo la llegada del alba, el glastyn se desvaneció y lo único que se oyó fue el estruendo de unos cascos alejándose.
Estos espíritus también recibían el nombre de cabyll-ushtey (manés: caballo de agua). El más conocido con este nombre es el que habitó en el río Negro, al que vieron emergiendo del agua como un ser monstruoso destrozando un ternero. Lo dueños de ese ternero se espantaron y decidieron pastar lejos del río, pero sufrieron una pérdida mayor cuando días más tarde desapareció su hija y, junto a ella, el cabyll-ushtey, que nunca más volvió a verse por ahí.
Caballo acuático - Theodor Kittelsen |
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