Asura

Los asura (sánscrito: असुर), o ashura (japonés: 阿修羅), son una clase de divinidades de la mitología hindú que más tarde fueron absorbidos en la cosmología budista. En el Rigveda, el texto védico más antiguo del que se tiene constancia, se denominaba con este nombre a dioses tales como Indra, Rudra y Agni. Con el tiempo, el término asura comenzó a emplearse para referirse a las deidades malévolas que se oponían a los deva, los dioses benefactores, siendo así semejantes a los jotnar de la mitología nórdica y a los titanes y gigantes de la cultura clásica. Por lo general tenían aspecto humano, aunque contaban con poderes mágicos, rostros iracundos, colmillos, rasgos animales y a veces hasta múltiples brazos o cabezas. A los más temibles de estos demonios se les denomina como rakshasa.

En Ghost, monsters and demons of India se dice que no todos los asura eran malvados y que su raza se dividía en diversos clanes: los aditias, de caracter piadosos y liderados por Váruna; los daitias, descendientes de la diosa Diti y del rishi Kashiapa; los danavás, hijos de Danu, malvados por norma general, siendo Vritrá el más destacado; y finalmente los nivatakavachas, que vestían impenetrables armaduras y vivían en las profundidades del océano. Estos últimos se aliaron con Ravana, el rey asura de Lanka, en el Ramayana, pero fueron destruidos por el héroe Arjuna en el Mahabharata.

En muchos mitos, los asura o rakshasa se sometían a terribles penitencias para ser bendecidos por Brahma con grandes poderes. De esta manera procuraban volverse indestructibles o todopoderosos para hacerse con el poder del universo, aunque siempre eran derrotados por los dioses. Sumbha y Nisumba fueron dos hermanos que pidieron el don de no poder morir a manos de ningún hombre o demonio, pero fueron asesinados por la diosa Parvati; Raktabija obtuvo el poder de que naciera un doble suyo de cada gota de su sangre que cayera al suelo, aunque fue derrotado por uno de los avatares de Parvati cuando ésta se bebió toda su sangre antes de que pudiera derramarse en la tierra; Hiranyakshipu fue bendecido con el don de no poder ser asesinado ni dentro ni fuera de ningún edificio, ni durante el día ni la noche, ni en el suelo ni el aire, ni por humano, animal ni ningún arma. Para burlar esta supuesta invencibilidad, el dios Visnú adoptó la forma de Narasinja, su avatar mitad humano y mitad león, colocó a Hiranyakshipu sobre su regazo bajo el umbral de una puerta al atardecer y le desgarró el vientre con sus garras.

La diosa Parvati, bajo su aspecto de Durga, lucha contra Sumbha y Nisumba
A parte de los citados anteriormente, también podríamos destacar entre los asuras a Trishiras, el cual estaba dotado de tres cabezas: Somapītha, la cabeza que bebía soma; Surāpītha, la que bebía el alcohol sura; y Annādauna, con la que comía. Otras versiones dicen que con una cabeza bebía, otra observaba a sus alrededores y la tercera leía los vedas. Indra, intimidado por su poder, lo mató con sus rayos y, para asegurarse de que no reviviera, envió a un carpintero para cortarle las cabezas. Éstas se convirtieron en pájaros al ser cercenadas, concretamente en francolines.

Otros asuras que intentaron derrotar a los deva y que son dignos de mención son Andhaka, Hiranyaksha, Mayasura, Narakasura y Darika. Destacan sobretodo Ravana, asura de diez cabezas, señor de Lanka, villano del Ramayana y raptor de Sita; Mahishasura, demonio búfalo que luchó y derrotó a los deva hace eones, pero fue derrotado por Durga, uno de los aspectos de la diosa Parvati. La tribu de los Asur de Jharkhand asegura que descienden de este asura. También estaba Mahabali, que es adorado en el estado de Kerala durante el festival de Onam.

BUDISMO

En el budismo existen seis reinos en los que uno podía acabar tras la muerte: el Deva-gati o Tendō, reino celestial de los deva; Manusya-gati o Nindō, el reino de los humanos; Asura-gati o Ashuradō, el reino de los Ashura; Tiryagyoni-gati o Chikushōdō, el reino animal; el Preta-gati o Gakidō, el reino de los espíritus hambrientos; y el Naraka-gati o Jigokudō, el infierno.

Uno podía reencarnarse en asura tras la muerte, sobretodo a quellos que llevaron una buena vida pero en cierto punto cometieron un acto malvado o fueron egoístas, celosos o pendecieros. Pese a que por su carácter divino los asura son más poderosos y longevos que los humanos, reencarnarse en uno de ellos no era algo positivo, pues son criaturas belicosas dominadas por sus pasiones, como la ira, el orgullo y los celos, lo que les dificultaba alcanzar la iluminación y trascender tras la muerte. Eso sí, de todos los reinos infelices, el Ashuradō era el menos desagradable de todos.

Por último, los asuras se encuentran entre los Dharmapala, divinidades de aspecto iracundo que protegen el Dharma. Junto a los deva, naga, yaksa, gandharva, garuda, kimnara y mahoraga conforman la Astagatyah, las ocho legiones de seres no humanos que escucharon las enseñanzas de Siddharta Gautama y se convirtieron al budismo. En Japón, las contrapartes de estas razas sobrenaturales indias son los ten, ryu, kendatsuba, karura, kinnara, magoraka y los yasha.

Ilustración anónima del rey asura Ravana

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