Gwyllion

Las gwyllion (singular: gwyll) son espíritus femeninos maléficos que extravían a los que viajan por las montañas de noche. Junto a las tylwyth teg, los bwca, los coblynau, las gwragedd annwn y los ellyllon, forman el conjunto de seres feéricos del folkores de Gales.

Estas criaturas son solitarias y recorren las sendas de las montañas de noche como viejas de aspecto terrible. La que habitaba en la montañana de Llanhiddel, en Monmouthsire, fue descrita en British Goblins de Wirt Sikes como una anciana de aspecto pobre con un alargado sombrero de cuatro picos, ropas grises, un delantal anudado al hombro y llevando un cubo como el que usan los campesinos para recolectar leche. Siempre aparece delante de aquel que la avista lanzando un grito que suena como wow up, una especie de lamento angustioso de Gales (galés: Wwb o Ww-bwb).

A veces también se puede oír su lamento aunque no se las vea, y algunas personas que viven cerca de las montañas, cuando salen de noche para realizar cualquier pequeña tarea, lo han oído muy cerca de ellos para, justo un instante después, percibirlo increíblemente lejos, como si proviniese de otra montaña vecina en la parroquia de Aberystruth. Por estas regiones se creía que la vieja de la montaña se trataba del espectro de Juan White, una bruja que habitaba el lugar hace mucho tiempo, ya que estas apariciones no se producían hasta que murió Juan.

Aquellos que las ven, ya sea de noche o en días de niebla espesa, acaban perdidos por muy bien que se conozcan los caminos que transitan. Cuando uno ya está perdido y se la encuentra ante él, lo lógico es que intente alcanzarla, creyendo que es una mujer normal y corriente, para que le indique el camino correcto, pero nunca se puede llegar hasta ella, que siempre estará delante de nosotros sin girarse a mirar para que nadie vea su cara. Esto le ocurrió a Robert Williams, de Langattock, en la Montaña Negra de Breconshire; cuanto más corría tras ella, más lejos se encontraba de la anciana. Así siguió hasta que acabó metiéndose sin querer en una ciénaga, lo que provocó su ira y las risas maquiavélicas de la vieja. Robert se dio cuenta entonces de que se trataba de una gwyll y sacó su cuchillo para defenderse, ante lo cual la vieja se desvaneció, ya que tanto las hadas como las brujas temen al hierro.

Precisamente, las familias de Aberystruth procuraban que no hubiera ningún cuchillo a la vista cuando las Gwyllion bajaban de las montañas para hospedarse en las casas de los humanos, cosa que hacían durante las noches de tormenta. Cuando esto sucedía, era bien recibidas y se les daba agua limpia y un hueco cerca de la chimenea, pero no por gratitud ni cariño, sino por miedo al daño que les podían hacer si se les ofendía.

Gwyll ilustrada por Larry MacDougall

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