Hombres lobo en diferentes leyendas europeas

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REINO UNIDO E IRLANDA

El folklore inglés es especialmente pobre en historias de licántropos debido a que los lobos fueron erradicados de Inglaterra y dejaron de ser objeto de temor para este pueblo. Debido a esto, la forma que normalmente tomaban las brujas para presentarse ante el diablo era de gato o de liebre. Pese a esto, Gervasio de Tilbury dijo en Otia Imperialia: Vidimus frequenter in Anglia, per lunationes, homines in lupos mutari, quod hominum genus gerulfos Galli vocant, Angli vero wer-wlf dicunt: wer enim Anglice virum sonat, wlf, lupum; que traducido del latín sería: «Vimos frecuentemente en la tierra de los anglos, durante lunas, a hombres transformarse en lobos, a los que los galos llaman gerulfo y wer-wlf los anglos: porque en ánglico, wer significa hombre y wlf, lobo».

San Patricio es el principal protagonista por estas tierras al hablar sobre hombres convertidos en lobo. Su leyenda fue narrada en la obra noruega Konungs skuggsjá (nórdico antiguo: Espejo del rey), donde se cuentan los intentos que hizo el santo para cristianizar a las gentes de Irlanda. Entre los paganos de la isla Esmeralda había un clan que se oponía a San Patricio mucho más tozudamente que cualquier otra gente del lugar. Este pueblo se dedicaba a insultar de toda forma imaginable tanto a Dios como al santo, y cuando se acercaba a ellos para predicarles su fe, comenzaban a aullar como lobos. Al ver que sus intentos eran en vano, San Patricio le rogó a Dios que castigara a estas gentes y a sus descendientes por sus afrentas. De este modo, durante cierto tiempo, los miembros de dicho clan se convierten en lobos y vagan por los bosques alimentándose como bestias, aunque son mucho peores porque todavía conservan su ingenio humano. Según se cuenta, este mal les llega a algunos cada siete inviernos, siendo humanos durante los años intermedios, mientras que otros son lobos durante siete inviernos y luego ya no se ven afectados por esta maldición.

A parte de San Patricio, el abad San Natalis también maldijo a toda una ilustre familia de Irlanda a convertirse en lobo durante siete años, pasados los cuales, si han sobrevivido, vuelven a su antigua forma y otros dos miembros de su familia toman su lugar. En Topographia Hibernica, obra de Girald de Barri, un par de miembros de esta familia, convertidos en lobo, le pidieron servicios religiosos a un sacerdote que viajaba desde Úlster a Meath.

Mientras el sacerdote acampaba en un bosque, se le acercó un lobo que le habló con palabras humanas. Éste le explicó que él y su compañera, nativos de Ossory, sufrían la maldición de Natalis y que su pareja yacía enferma, por lo que acudió a él para pedirle sus servicios sacerdotales. Llegaron hasta la loba, que lanzaba sollozos humanos, y le dio todos los sacramentos de la Iglesia y la última comunión. Suplicándole de todo corazón, la loba también le pidió con insistencia que completara sus buenos oficios dándole el viático, pero el sacerdote se mostró reacio, así que su compañero desgarró la piel de la loba, de la cabeza hasta el ombligo, dándole la vuelta, y reveló así la forma de una anciana. Obligado más por el miedo que por la razón, le dio la comunión que tanto le había implorado e, inmediatamente después, el lobo desenrolló la piel de la loba y la devolvió a su forma original. Una vez que esos ritos fueron debidamente cumplidos, el lobo le ofreció su compañía durante toda la noche junto a su pequeña fogata, comportándose más como un hombre que como una bestia. Cuando llegó la mañana, le condujo fuera del bosque y, dejando que el sacerdote continuara su viaje, le señaló el camino directo para una gran distancia.

Los hombres lobo de Ossory - Ilustración de Topographia Hibernica

EL LOUP-GAROU FRANCÉS

A diferencia de las islas británicas, Francia estuvo plagada de hombres lobo. Una de las leyendas más antiguas del país la encontramos entre los doce Lais de María de Francia: Bisclavret. En este poema conocemos la historia de Bisclavret, un barón de Bretaña bien querido por el rey, que desaparecía cada semana durante tres días. Tras mucha insistencia de su mujer, Bisclavret le confiesa que es un hombre lobo y que esconde sus ropas en buen lugar antes de transformarse porque las necesita para volver a su forma humana. Aterrada por convivir con una criatura así, su esposa conspiró contra él y envíó a un caballero que estaba enamorado de ella para robar las ropas del barón. Al estar atrapado en el aspecto de un lobo, Bisclavret se vio exiliado y su esposa se casó con el caballero.

Un año después, el rey salió de caza y sus perros acorralaron a Bisclavret. Al ver a su buen amigo, el lobo se postró ante él y comenzó a besarle los pies, por lo que fue llevado a palacio por su conducta mansa. Un día, el caballero que se casó con la esposa de Bisclavret fue invitado a palacio para una celebración, y tan pronto lo vio el lobo, se lanzó contra él para atacarle. Extrañados de la conducta del animal, que siempre se había mostrado pacífico y amigable, supusieron que el caballero agravió al lobo de alguna manera. Poco después, el rey visitó las antiguas tierras del barón acompañado por su lobo, que cuando vio a su antigua esposa la atacó y le arrancó la nariz.

Un sabio se percató de la conexión entre las personas a las que había atacado el lobo, por lo que rey interrogó a la esposa bajo tortura. Finalmente, acabó confesándolo todo y le entregó la ropa que le robó a su antiguo marido. Al colocarla ante el lobo, éste la ignora, por lo que el sabio aconseja dejar a solas al animal con la ropa en su dormitorio para que se transforme con intimidad. De esta forma, Bisclavret logra regresar a su forma humana y es bien recibido con besos y abrazos por el rey, que le devuelve todas sus tierras y manda al exilio a la ex-baronesa y al caballero.

La furia del hombre lobo - Ilustración de H.J. Ford para The red romance book de Andrew Lang
Fuera de la literatura, entrando en el las creencias populares, vemos que en el sur de Francia se conoce a estas criaturas como loup-garou. Se trataría de hombres malditos por el destino que se ven transformados en lobo en las noches de luna llena. El deseo de correr les sobreviene por la noche, dejan la cama, saltan por la ventana y se zambullen en una fuente. Después del baño salen cubiertos de espeso pelaje, andando a cuatro patas, y emprenden una carrera por campos y prados, a través de bosques y de pueblos, mordiendo a cuantos animales y seres humanos encuentran en su camino. Al acercarse la aurora, regresan al manantial, se sumergen en él, pierden la piel peluda y vuelven a la cama que abandonaron. Este mito llegó hasta Norteamérica con los cajunes, emigrantes franceses que se instalaron en la antigua colonia de Acadia y que más tarde se exiliaron en lo que hoy es el estado de Luisiana. Allí llaman a esta criatura rougarou, una clara variante del término francés.

De manera similar actúan los licántropos en el Périgord, donde son conocidos como louléerou. Por esta región se cree que algunos hombres, especialmente bastardos, sufren esta maldición cada vez que hay luna llena; además se les puede reconocer hasta en forma humana porque tienen las manos anchas, los dedos cortos y les crecen algunos cabellos en las palmas de las manos. En esta versión, para transformarse, saltan a un manantial y se ponen una piel de cabra que les ha dado el Diablo. De esta manera pasan la noche recorriendo los campos y devorando a todo perro que se encuentran. Cuando se hace de día, se quitan la piel de cabra y regresan a casa, aunque a menudo caen enfermos por los perros que han comido la noche anterior y vomitan sus zarpas sin digerir. Para herirlos o darles muerte hay que hacerlo mientras están convertidos en lobo, volviendo a su estado natural en cuanto brote sangre de sus cuerpos.

En Normandía, la piel que les da el Diablo se llama hère o hure, y el mismísmo Maligno les acompaña en sus correrías nocturnas azotándolos al pie de todas las cruces por las que pasan. La única manera que hay para librarles de esta maldición consiste en herirles tres veces en la frente con un puñal, aunque otras versiones dicen que con hacer que derramen tres gotas de sangre con una aguja son suficientes. Por estos lares también se cree que los cuerpos de los condenados reviven como loup-garous tras ser atormentados en sus tumbas. Primero debían devorar la mortaja que les cubría la cara para después, entre lamentos y aullidos, emerger de la tumba con forma de lobo exhalando un olor fétido.

Escena de Un hombre lobo americano en París

ITALIA Y EL LUPO MANNARO

En Italia se les conoce como lupo mannaro y es creencia en Campania que sufren de esta afección aquellos que nacen en Nochebuena, pues se considera una irreverencia ante Dios por querer eclipsar el nacimiento de Cristo. Estos malditos se ven obligados a convertirse en hombre lobo durante la Octava de Navidad, fechas por las que se les puede ver rondando por solitarios caminos lanzando aullidos horribles. Durante el día de la Ascensión es costumbre bendecir cruces de cera para que sirvan de protección contra la brujería. Con frecuencia se las cuelga al lado de los altares y Calvarios y, si un lupo mannaro se topaba con ellas, le flaqueaban las fuerzas y huía.

De acuerdo con la tradición siciliana, el niño concebido en luna nueva se convertirá en hombre lobo, al igual que el hombre que en ciertos miércoles o viernes de verano duerme al fresco con la luna llena reflejándose sobre su rostro. En Palermo dicen que los hombres lobo sufren su transformación cuando la luna está totalmente llena y van de un lado para otro mordiendo a quien se cruce en su camino, aunque sus aullidos se oyen desde lejos y advierten a quien esté en las cercanías. Además, según dicen en Menfi, rehuyen la luz, sobretodo las de las antorchas y velas. Cuando sienten que van a transformarse, advierten a sus amigos y familiares para que cierren puertas y ventanas y no le abran por mucho que los llame.

No se les puede herir golpeándolos de ninguna manera, pero si se le corta con un cuchillo, especialmente sobre la frente o el cuero cabelludo, y se consigue derramar su sangre, se curará. Algunos dicen que si la parte de atrás de sus patas delanteras son perforadas, la sangre que mane será negra y espesa, brotando bajo la forma de grandes coágulos, y se logrará romper el hechizo. En Mesina existe la curiosa tradición de que el lupo mannaro puede curarse si se lo golpea con una llave de cierta forma, sin embargo, en Chiaramonte y Módica, dicen que cuando uno es hombre lobo siempre seguirá siéndolo.

Hombre lobo aullando bajo la luna llena - Escena de Harry Potter y el prisionero de Azkaban

UN CUENTO DANÉS

Al norte de Europa, en tierras danesas, era creencia que si una mujer extendía a medianoche entre cuatro palos la placenta de un potrillo recién nacido y se arrastraba desnuda bajo ella, pariría hijos sin dolor; pero a cambio, todos los varones serían hombres lobos y las chicas se convertirían en maras. A estos hombres lobo, cuando tenían aspecto humano, se les podía reconocer porque eran unicejos, y sólo se podían librar de su maldición si alguien le dice que es un hombre lobo o le reprocha por serlo.

Un cuento danés nos cuenta que un hombre, que había sido licántropo desde niño, al volver una noche con su esposa de una fiesta, se dio cuenta de que estaba a punto de convertirse en lobo; así que le dio las riendas del carro en el que iba a su mujer y se bajó del coche diciéndole: «Si alguna fiera se dirige hacia ti, solamente golpéala con el delantal». Se alejó corriendo, pero al poco la mujer fue atacada por un hombre lobo. Ella hizo lo que le había mandado su marido y le golpeó con el delantal, al que la criatura le desgarró un trozo y se escapó. Al cabo de un tiempo, volvió el hombre, llevando en la boca el trozo rasgado del delantal de su esposa que, al verlo, exclamó aterrorizada: «¡Dios Santo, hombre, pero si eres un hombre lobo!». «Gracias a ti, esposa, dijo él, ahora soy libre». Y desde entonces ya no estuvo más afectado.

En la película En compañía de lobos se advierte de que a los licántropos se les
unen las cejas sobre la nariz y tienen el pelo de lobo por debajo de la piel

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