Centauros

Los centauros (griego: kενταυρος; matador de toros) son criaturas híbridas de la mitología griega compuestas por un torso humano unido a un cuerpo de caballo. Aunque en los mitos originales no se mencionan centaurides, las hembras de esta especie, sí que aparecen representadas en obras de arte posteriores.

El origen de esta raza lo podemos encontrar cuando Ixión, el rey de los lápitas, fue invitado a un banquete de los dioses. Allí intentó seducir a Hera, la esposa de Zeus, creyendo que la diosa aceptaría su propuesta para poder vengarse de las muchas infidelidades de su marido. Hera, ofendida, avisó a Zeus y éste creó un doble de su mujer con una nube para comprobar si Ixión cometía tal ofensa contra ellos. Esta nube fue llamada Néfele, e Ixión finalmente se acostó con ella. De esta unión nacieron los centauros, que fueron criados en el monte Pelión por las ninfas del lugar. Ixión, por su parte, fue atado a una rueda que giraba sin cesar en el Tártaro como castigo.


Ixión y Néfele, pintura de Rubens
Píndaro cuenta otra versión en sus Odas y fragmentos, donde dice que Néfele alumbró a un hombre al que llamó Centauro; éste mantuvo relaciones con yeguas de Magnesia al pie del Pelión y de ahí nació una raza que compartía las dos naturalezas de sus progenitores. A parte, se dice en la Biblioteca Histórica de Diodoro Sículo que de Ixión y Néfele nacieron varios hombres a los que llamaron centauros, estos se reprodujeron con yeguas y tuvieron como descendencia a seres mitad hombre y mitad caballo conocidos como hipocentauros. Otros afirman que fueron los centauros, nacidos de Néfele e Ixión, quienes fueron llamados hipocentauros (griego: ίππος; hipos; caballo), porque fueron los primeros en practicar la equitación y, más tarde, fueron mitificados como bestias mitad hombre y mitad caballo.

Esta raza era de carácter incivilizado y primitivo, cosa que demostraron cuando Pirítoo, hijo de Ixión, los invitó a su boca con Hipodamia porque eran parientes. Durante los festejos, los centauros se emborracharon porque no estaban acostumbrados al vino y, cuando apareció la novia, intentaron violarla. Esto causó una guerra entre los centauros y los lápitas, que supuso la derrota de los primeros gracias a la participación de Pirítoo, Teseo y otros héroes como Ceneo.

El más viejo de los centauros fue Quirón, que era inmortal gracias a su ascendencia divina, ya que nació cuando el dios Cronos, convertido en caballo, se unió a la ninfa Fílira. A diferencia del resto de los de su clase, que eran salvajes, Quirón era sabio y se encargó de la tutela de muchos de los héroes de la mitología griega, como Aquiles, Jasón, Peleo e incluso el que se convertiría en dios de la medicina, Asclepio.

Cuando Heracles estaba cazando al jabalí de Erimanto para completar uno de sus trabajos, fue acogido por el centauro Folo, hijo del sátiro Sileno y una de las melias. En un momento de su estancia, Herácles le pidió vino, pero Folo se negó porque temía que el olor pudiera atraer al resto de los suyos. El héroe no hizo caso y abrió la tinaja donde lo tenía guardado, pero al poco acudieron los centauros embravecidos. Heracles los rechazó y, cuando huían, mató a muchos asaetándolos con sus flechas impregnadas con el veneno de la Hidra. Los que consiguieron huir buscaron cobijo junto a Quirón, pero una de las flechas de Heracles le atravesó un brazo a uno de los centauros y se clavó en la rodilla del sabio centauro. El héroe, horrorizado, acudió en ayuda de Quirón, que como era inmortal no podía morir, pero el veneno de la Hidra le castigaría con un horrible dolor para toda la eternidad. Para librarse de ese tormento, Quirón le entregó su inmortalidad a Prometeo para que pudieran liberarlo de su encadenamiento, así acabó con su sufrimiento y colocaron su figura entre las estrellas como la constelación de Centauro. De un modo similar murió Folo, que se clavó una de las flechas de Heracles cuando la examinaba.

Finalmente fue un centauro el que acabó con la vida de Heracles. Neso, uno de los que consiguió huir del hijo de Zeus, se estableció en el río Eveno, donde trabajaba como barquero cruzando de una orilla a la otra a quien se lo pidiese. Un día llegaron hasta él Heracles y su nueva esposa, Deyanira. Heracles cruzó el río a nado, pero le pidió al centauro que transportase a su mujer. Neso se encaprichó de ella e intentó violarla aprovechando la ausencia de su marido, pero Heracles oyó sus gritos y le disparó una flecha al agresor. Neso, convaleciente, le dijo a Deyanira que el semen que había derramado, mezclado con su sangre, serviría como una poción de amor si alguna vez temía que su esposo la abandonara. Deyanira le creyó y, llegado un día en el que los celos le pudieron, impregnó la túnica de Heracles con la sangre del centauro. Lo que no sabía es que su sangre estaba contaminada con el veneno de la Hidra y comenzó a derretir su piel y carne una vez se la hubo puesto. Deyanira se ahorcó una vez sabido lo que había hecho, y Heracles construyó su propia pira funeraria entre horribles dolores hasta que fue quemado y ascendió al Olimpo como un inmortal.

El centauro Folo herido en el pie al examinar las flechas de Heracles - Filippino Lippi

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